La cerámica y la información que transmite

Leticia G. Colao
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La directora del Museo de Albacete y especialista de la cerámica íbera, romana y visigoda en 'aTempora Talavera' destacó en una conferencia los valores y datos que ofrecen las piezas

La especialista en cerámica íbera, romana y visigoda Rubí Sanz ofreció ayer una conferencia dentro del ciclo de ‘aTempora’.

Otra forma de ver la cerámica, de interpretarla o incluso sentirla fue el hilo conductor de la conferencia que ayer ofreció Rubí Sanz, directora del Museo de Albacete, exdirectora del Museo Arqueológico Nacional además de exconsejera de Cultura en la región, bajo el título ‘1.400 años de cerámicas en Castilla-La Mancha. De los íberos a los visigodos’. La charla se enmarca en el ciclo de conferencias ‘aTempora’ organizadas por la Asociación de Amigos del Museo de Cerámica Ruiz de Luna, ayer en el Centro Cultural El Salvador.

La ponente, miembro del Comité Científico de la exposición en la sección ‘Pueblos prerromanos, íberos, romanos y visigodos’ junto a Blanca Gamo, técnico del Museo de Albacete, destacó la importancia de las producciones cerámicas entre los 14 siglos que abarcan del siglo VII a.C. hasta el VII d.C., la variedad de sus decoraciones, formas, utilidad y especialmente, sus valores.

Rubí Sanz buscó en su intervención que los presentes «vieran» la cerámica con otros ojos, no solo aquellos que disfrutan la estética, su forma o su decoración o que incluso pueden palparla. «La cerámica no es solo esto, es mucho más y transmite mucha información», explica. «Una cazuela de barro, nos cuenta que fue hecha seguramente para la cocina, si está hecha con una arcilla mejor o peor trabajada por el alfarero que la modeló y su forma nos cuenta que servía para cocer líquidos u otras cosas. Nos cuenta también el tiempo, porque la cerámica ha cambiado mucho a lo largo de los siglos».

Así se puede ver en las 146 piezas de estas épocas seleccionadas por Sanz y Gamo para ‘aTempora Talavera. 6.000 años de cerámica en Castilla-La Mancha’, expuestas en la sede de Santa Catalina. En ellas, «se muestran los valores de la cerámica, lo que representa social o simbólicamente», más allá de su aspecto físico.

En la selección de piezas de la exposición se aprecia la diferencia de las piezas cerámicas de las épocas íbera y romana -las primeras sin torno hasta la llegada de los fenicios-, con decoraciones pintadas o barnizadas de una singular belleza, hasta llegar a las piezas visigodas, «con alfares más locales y piezas mucho más humildes».  

Sanz subrayó además la importancia del comercio en estos primeros siglos, durante las poblaciones íberas y romanas, y la llegada de cerámicas importadas de Grecia que los íberos utilizaban para presumir de su alto poder adquisitivo, y también para imitarlas, dado su prestigio. Esto supone además la entrada en la Península de nuevas técnicas y nuevas decoraciones y con éstas últimas un nuevo lenguaje, otra cultura.  

La entrada del Imperio Romano supuso la llegada de una «especie de mercado común, globalizado en todo el territorio conocido», lo que permitió la libre circulación de la producción, «por lo que piezas que se fabrican en Oriente se pueden vender en la Península o las de Lusitania pueden aparecen en Alicante», explicó.

Todo esto se pierde con los visigodos que, más allá de las riquezas y opulencia de Guarrazar, cambian técnicas, usos y decoración. Así, sus cerámicas aparecen normalmente sin decorar, no están barnizadas ni pintadas y mantienen un uso «tremendamente utilitario», todo ayudado por la ralentización del comercio.

la mujer, la gran ausente.   La ponente cerró su intervención reflexionando sobre una realidad  muy presente en el arte, curiosamente por todo lo contrario: «La mujer es siempre la gran ausente en las representaciones» y así queda reflejado también en la cerámica. Sanz recordó que especialmente en época ibérica, la mujer está recluida en la casa y no es hasta tiempos más tardíos, sobre el siglo II a.C. cuando «empieza a haber alguna representación de mujer, en forma de diosa o elementos femeninos, pero imágenes de mujeres muy pocas. Es un mundo de hombres».