El archivo oculto

J. M. / Guadamur
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El arqueólogo Juan Manuel Rojas recalcó la importancia del hallazgo visigodo en un recorrido con los vecinos de Guadamur • «No nos lo esperábamos», dice la propietaria del terreno sobre la relevancia de los restos

El archivo oculto - Foto: Yolanda Lancha

El arqueólogo Juan Manuel Rojas se planta junto a los restos visigodos desenterrados en Guadamur con firmeza y con ganas de transmitir la relevancia del hallazgo. «Esto es un archivo», asevera al lado de una rueda de molino perfectamente conservada. El yacimiento promete esclarecer una época histórica, siglo VII y los dos siguientes, conocida apenas en penumbras. Los cimientos de dos naves rectangulares de grandes dimensiones suponen tan sólo una porción pequeña de la riqueza de la zona, un olivar situado a unos cinco kilómetros del casco urbano.

Una treintena de vecinos asistieron ayer a una de las dos jornadas que permitirán a la gente conocer la importancia del yacimiento, cuyos trabajos ha liderado Rojas junto con Juan Luis García Vacas y Raúl Catalán. Además, un taller de empleo con 10 peones promovido por la Diputación junto con el Gobierno regional y la UCLM ha descubierto durante los últimos cinco meses la superficie de los restos arqueológicos. Aún falta un mes de funcionamiento de la escuela ‘Guarrazar’.

Un estudioso alemán puso los cimientos hace casi diez años para el descubrimiento de estas naves rectangulares, una de ellas probablemente un convento. En este sentido, el arqueólogo Rojas subrayó que se han localizado elementos religiosos como cruces que hacen aventurar que se trata de un lugar de estas características. A este respecto, explicó que  restos pequeños evidencian que como en todos los edificios las paredes estaban enlucidas.

- Foto: Yolanda Lancha

la propietaria. Entre el público se encontraba Pilar, propietaria del olivar en el que se han localizado las dos naves, que ocupaban un extremo de las construcciones que se levantaron hace más de 1.000 años cerca del lugar donde se encontró el conocido Tesoro de Guarrazar. «Restos, sí, porque a ras de tierra siempre ha habido de tejas y piedra caliza, pero esto no nos lo esperábamos», comentó a este diario sobre este descubrimiento pegado a la superficie. «No pensábamos que había un edificio», dijo esta mujer que todavía no ha sopesado un posible régimen de visitas al yacimiento.

Marcelino recorrió también la zona junto con el arqueólogo. Conoce bien el terreno porque tiene una propiedad al lado. Precisamente, su padre dio permiso al estudioso alemán Christoph Eger para que repasara con un georradar los alrededores en 2005, que mostró evidencias de la existencia  de estas construcciones.

El interrogante que se cierne sobre los vecinos de Guadamur radica en el futuro de este yacimiento arqueólogico que sólo ha descubierto la punta del iceberg.