Tavera se reviste de negro y oro

C.M.
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Si observamos el tejado de la nave de la capilla podemos ver zonas oscuras salpicadas de algún brillo, que se entremezclan con la aspereza de la textura de teja árabe del común de los tejados de toda la ciudad». Con estas palabras escritas, el arquitecto José Ramón de la Cal se fijaba en una característica contenida en las cubiertas de Tavera que había ido diluyéndose del paisaje urbano de Toledo debido a las distintas intervenciones ejecutadas a lo largo de los años.

Así, esta observación surgió a partir del encargo que el arquitecto recibió de la Fundación Casa Ducal de Medinaceli para reparar los tejados de la capilla mayor del inmueble -afectados por humedades procedentes de «una intervención poco adecuada realizada en los años 80». Por ello, lo que iba a ser una intervención destinada a subsanar un grave problema de patología de humedades por goteras se convirtió en «un proyecto mucho más interesante» que trascendía lo meramente funcional y técnico. Y es que la apreciación de las distintas variedades de tejas conformó una línea de investigación centrada en «lo que hay alrededor de la imagen de Tavera».

Porque esta actuación «de arqueología de altura» ha servido para saber «cómo estaba rematada la cubierta de Tavera, que era un manto negro representativo del luto, del carácter de túmulo que tenía el templo», y ese mantón negro se logró con la elección de «una teja vidriada negra que fue fabricada en 1600 en un tejar de Chinchón».

Para resolver el objeto de la presencia de las tejas negras ha sido imprescindible el trabajo de archivo de Juan Manuel Albendea Solís, director de la Fundación Casa Ducal de Medinaceli porque, en palabras de De la Cal, «los libros de pago de la obra que se conservan en el Archivo del Hospital de Tavera han permitido constatar documentalmente como fueron en su concepción las cubiertas de la nave y brazos de la capilla del Hospital de Tavera: de teja vidriada en negro».

En el Libro de Obras de 1601, página 8 se apunta «A treynta y un dias de el mes de Agosto de 1601 años dio pago Diego de la sierra Pagador a Juan Cabello Ximenez vecino de la villa de chinchon quarenta y un mil y quatrocientos y ochenta mrs que ovo de haber a quenta de la teja de vedrio negro que esta obligado a traer al hospital para cubrir su capilla Mayor y firmolo de su nombre».

Una vez confirmada la teoría, la intervención se adaptó a lo descubierto apostando por «la recuperar de la imagen original del templo que afecta tanto a las tejas como a los remates de los pináculos que representaban cuatro velones alrededor del templo». Con esta intención, «se va a recuperar toda la teja original -vidriada clavada- que supone un 15% de la teja que a recuperar en su situación original», mientras que las sucesivas reposiciones de tejas convencionales «se van a sustituir por una teja que nos va a ensayar Aitemin», el centro tecnológico de la arcilla cocida instalada en el Polígono es el encargado de estudiar la composición de los pigmentos y de la forma con las técnicas de hoy en día. Todo para «reproducir una teja de similares características a las que se pusieron en su momento» distinguiendo siempre lo nuevo de lo conservado.

La caracterización de las piezas cerámicas realizando ensayos de Difracción de Rayos X (DRX),microscopía electrónica de barrido y ensayos de colorimetría CIELAB 1976, permitirá conocer con exactitud la composición de la cerámica. Lo más probable es que para obtener el esmaltado vidriado negro el tejero de Chinchón hubiera utilizado negro manganeso.

La cubierta, por tanto, «se contemplará negra rematada por bolas doradas» encendidas, una fase destinada a la iluminación que se desarrollará cuando así lo considere la Casa Ducal de Medinaceli. Esta actuación, centrada en la instalación de un sistema de iluminación, permitirá que «por la noche se pueda contemplar esa imagen funeraria del templo».

Sobre la teja vidriada en negro como cubrición en Tavera, y puesto que «no hay ninguna razón técnica ni constructiva que lo justifique», De la Cal considera que «se eligió por su carácter plástico y semántico» como un «manto iluminado cardinalmente por las agujas encendidas con pan de oro a modo de cirios o brachones que iluminan el ascendimiento del alma del difunto». La cubierta de Tavera es, a su juicio, «pura representación funeraria».

En cuanto al problema de humedades detectado en la cubierta, se debió a la introducción de materiales contemporáneos «que no respetaron los sistemas constructivos que habían perdurado en el tiempo y habían funcionado bien».

 

Jorge Morín considera que es «muy importante ver cómo es el proceso constructivo»

Jorge Morín es el encargado de datar los aspectos importantes que aportar a la arqueología. Por un lado, su labor se centra en «la introducción de las técnicas de arqueología de la arquitectura, lo que nos va a permitir ver la fase original de construcción del edificio, las sucesivas modificaciones y la última intervención». Esto es, «ver cómo el edificio, desde su construcción hasta el final, ha ido mutando». Además, se está realizando «la lectura de los paramentos, de las técnicas que se han utilizado en sillería, de albañilería y la utilización de morteros, maderas, tejas e identificación de materiales». De hecho, piensan obtener «dataciones de cada fase, bien utilizando métodos de datación absoluta como la termoluminiscencia de las tejas, aunque nos hemos encontrado con la sorpresa de que al rellenarse en alguna fase intermedia la obra original y modificarse tenemos contextos cerámicos muy amplios, lo que nos van a permitir obtener fecha con una metodología más tradicional».