Mujeres con talante y paso firme

ANA MARTÍNEZ
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La incorporación de la mujer a la Guardia Civil cumple 30 años y, aunque en la Comandancia de Albacete apenas son un cuatro por ciento de los efectivos, su acceso dejó de ser discriminatorio.

Son pocas, pero vienen pisando fuerte. La Guardia Civil está conmemorando este año el trigésimo aniversario de la incorporación de las mujeres al Cuerpo, una apertura que está siendo lenta, a pesar de que hoy en día el acceso a la Benemérita ya no discrimina entre varones y féminas.

En la Comandancia de la Guardia Civil de Albacete, apenas un cuatro por ciento de efectivos son mujeres, concretamente 30 frente a los 799 agentes que conforman la plantilla en esta área de actuación. A nivel nacional, la presencia de mujeres en este Cuerpo de Seguridad del Estado alcanza el 7,2%, con 5.526 guardias civiles con nombre femenino.

El ingreso de las españolas en la Guardia Civil se autorizó en febrero de 1988 con un real decreto que permitía el acceso a las pruebas de selección a todas aquellas mujeres con vocación. En esa década ya se estableció que en el proceso de selección no existirían más diferencias que aquellas derivadas de las «distintas condiciones físicas», que las mujeres podrían alcanzar todos los empleos militares y que los destinos a ocupar serían los mismos que los de los hombres, salvo los que se derivasen de las «condiciones fisiológicas».

Florentina Martínez López es una de las guardias civiles más veteranas de la provincia de Albacete. A principios de los 90 decidió prepararse las pruebas con las que se accede a la Academia de Baeza. Superado el concurso-oposición, el examen médico y las pruebas físicas, «adaptadas a las capacidades de las mujeres», ingresó en septiembre de 1992 y vivió sus primeros meses con una «férrea y rígida» instrucción a la que no estaba acostumbrada. «Fueron semanas muy duras, un shock porque las mujeres no estábamos habituadas a esas rutinas, aunque también aprendí mucho». Conforme pasaban los días, muchas compañeras se dieron de baja de la Academia porque «no aguantaban la presión», una práctica que, según la cabo primero, se hacía para seleccionar a las mejores, a aquellas que de verdad «tenían la vocación de ser guardias civiles».

Además, ella y su promoción se enfrentaron a instalaciones preparadas exclusivamente para hombres, a vestir una uniformidad diseñada por y para ellos y a obedecer una reglamentación que no hacía referencia a la realidad de la mujer.

Unas diferencias discriminatorias que no vivió Estefanía González, de la promoción del 99, que no tuvo que luchar en el acceso a un cupo para mujeres y otro para hombres, pues ya era igualitario, realizó su instrucción en infraestructuras adecuadas y con la uniformidad adaptada al género femenino y, además, nunca ha tenido problemas para conciliar la vida laboral con la maternal. «Cuando tuve a mi hija, mi jefe siempre me dio muchísimas facilidades». Hoy es la única mujer de la Usesic de la Comandancia de Albacete, una unidad de seguridad ciudadana integrada por un subteniente, dos cabos y 12 guardias civiles que, según Estefanía González, nunca la han sometido a ningún tipo de discriminación ni micromachismos.