«Si tenemos cerámica hoy en Talavera es por Ruiz de Luna"

Leticia G. Colao
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Fernando González Moreno es uno de los mayores expertos en Ruiz de Luna y su cerámica, aunque deja claro que Juan Ruiz de Luna no fue ceramista, sino el emprendedor que se obsesionó con recuperar la mejor cerámica talaverana, la del Siglo de Oro.

Con más de un mes de exposición y más de 12.000 visitantes, ¿cuál es su impresión de la muestra como uno de los expertos?

ATempora creo que nos ha impresionado, nos ha sobrecogido incluso a los que lo estábamos haciendo, en parte, porque quitando a los organizadores como José Domingo Delgado o Alfonso Caballero como comisario, lo demás ha sido un trabajo que se nos ha ido repartiendo. Cuando he visto todo en su conjunto, estoy sobrecogido y esperando ya no solo que la gente sepa apreciar el trabajo que se ha hecho y hemos hecho, sino lo que supone para Talavera. Supone ponerla en un mapa de turismo, de cultura, de lo que se puede hacer en Talavera y en la región. A mi me da envidia por ejemplo Castilla y León con sus Edades del Hombre y sus grandes propuestas culturales... y que Castilla-La Mancha no sepa poner en valor su patrimonio, aprovecharlo, sacarlo rendimiento... esto me da mucha alegría.

¿Esta muestra pone a Talavera y su artesanía en el lugar que nunca debió perder?

Sí, con esto sí, la gente nos está mirando. Por ejemplo desde Sol, lo que se ha hecho, me llegan mensajes continuamente diciéndome que es una cosa magnífica, gente del gremio, profesores universitarios, especialistas, que te hacen llegar su impresión que es realmente buena.

¿Cuál es la importancia de Ruiz de Luna en esta exposición?

Es fundamental recordar, sin quitar mérito a otros artistas, que si tenemos cerámica hoy en día en Talavera es por Ruiz de Luna, no se puede decir de otra manera. No sabemos qué habría pasado en la historia pero no tendríamos hoy en día la cerámica tal y como la conocemos en Talavera sin Ruiz de Luna, que volvió a poner en marcha un motor que se estaba apagando. En su fábrica se formaron muchos de los que luego generaron fábricas, algunas siguen hoy, y han seguido formando pintores, alfareros... fue clave.

Se dice que Ruiz de Luna copiaba, y no fue así, me harto de decirlo. Ruiz de Luna se inspiró, copió, cogió modelos, pero creó una cerámica que no había existido en la tradición talaverana, creó algo completamente nuevo.Nos la ha vendido y nos la seguimos creyendo como la cerámica típica de Talavera pero creó algo nuevo. Hoy en día no podemos seguir copiando eso, porque Ruiz de Luna tampoco lo hizo sino que nos tenemos que quedar con la experiencia y es que supo ver un producto, un futuro, no estarse quieto, buscar mercado... Es reconvertirse, no se puede seguir repitiendo, sería un gran error. Nos tenemos que quedar con el espíritu que consiguió eso.

¿Ruiz de Luna fue el que ha dado el nombre, pero también junto a él surgieron Guijo, Arroyo...

Todo proyecto necesita una persona que sepa aglutinar las virtudes de otro, muchas veces. Eso es lo que hizo Ruiz de Luna y hoy  nos quedamos con su nombre aunque el propio Ruiz de Luna se empeñaba en que fuese fábrica, producto de fábrica, producto de un conjunto de personas, de muchos talentos que supieron poner al servicio de una empresa mayor. Arroyo, con una capacidad de dibujo tremenda pero también como maestro; Guijo, con todo el bagaje sevillano que trae, y el resto, porque trabajaron tantísimas personas y tan buenas. Arpa, que es uno de los primeros pintores que trabaja, probablemente viene de Sevilla y es muy poco conocido... más allá de quedarnos con la persona, es quedarnos con una fábrica, con una marca, que es lo que buscaba él.

En su opinión ¿Qué es lo más importante que hizo Ruiz de Luna, las piezas que hoy conocemos o ese emprendimiento que supuso el resurgir de la cerámica en el siglo XX?

Al final es todo, es aprovechar una ocasión, un momento en el que hay ese espíritu en España, un interés por las artesanías, por recuperar el pasado artístico, la gloria artística española, saber aprovechar la ocasión, saber hacerlo, encontrar la gente adecuada... es una gran labor por poner en marcha esa maquinaria y hacer que se mueva. Son muchos talentos al servicio de un producto, era su seña de identidad, por eso se les impedía firmar porque no brillara un artista sino el producto de una fábrica, intentando también recuperar la idea de los alfares antiguos que en muchos casos eran piezas anónimas. Es cerámica de Talavera, no de una persona, y con un estándar de calidad absoluto, de su fábrica no salía una pieza defectuosa.

Con su modelo de negocio la cerámica de Talavera comienza a extenderse por el mundo. Él la sabe vender a otros países mediante sus catálogos, pensaba de forma global.

Estamos hablando de las primeras décadas del siglo XX, llega la Guerra Civil, la fábrica supera este duro golpe y tiene que vender a quien sea y donde sea y busca negocio en Estados Unidos, en Argentina donde se vende muchísimo, los zócalos del metro de Buenos Aires, fuentes monumentales, se vende en La Habana... lo increíble quizá es que hoy te encuentras gente que te dice que ha encontrado un Ruiz de Luna en sitios remotos.  

¿Cuándo fue consciente Talavera de la importancia de Ruiz de Luna y de sus coetáneos?

Ruiz de Luna tiene un reconocimiento no en las primeras décadas que fueron muy duras y se podía haber parado todo el proyecto si no hubiera sido gracias a su fe ciega y constancia, pero desde la década de los 20 hay un gran reconocimiento social. Él lo vive, tenía relaciones con eruditos, académicos de la época que saben ver el valor de lo que se está haciendo. Sorolla, por ejemplo, lo reconoce y habla bien además de lo que se hace en Talavera.

¿Y actualmente, somos conscientes de la importancia de su obra?

En la exposición yo he querido hacer un pequeño guiño a que no, solamente por la cuestión de la conservación, no la conservamos como debiéramos. Todos los días seguimos perdiendo cerámica, ya no solo de Ruiz de Luna sino cerámica talaverana y ahí tenemos el caso de los paneles del pórtico de la Basílica del Prado, mal tapados porque no sabemos qué hacer con ello, cuando son una joya de la cerámica antigua talaverana, posiblemente una de las piezas más importantes. No se puede permitir llegar a este nivel. Hay una frase maravillosa de John Ruskin, teórico inglés, que dice ‘Cuidad de vuestros monumentos y no tendréis la necesidad de restaurarlos’. Igual que en el caso de la Fuente de las Ranas de Ruiz de Luna, no lo es, es otra cosa, apreciable, pero no es lo mismo.

¿Habrá un antes y un después de aTempora?

Seguramente sí, aunque sea porque el catálogo que queda o las piezas que han quedado restauradas se van a seguir viendo y el trabajo de todos los que han colaborado en esta exposición ha sido del más alto nivel. El catálogo será el estudio principal y casi pionero de una historia de la cerámica de Castilla-La Mancha.