Evocación musical de un reino

Ana María Jara
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La Toledo visigoda, capital de un reino, inicio de la grandiosa historia de la ciudad, emergió del recuerdo para convertirse en música en la XI batalla de órganos.

Encontrar lo que nos hermana proporciona una inercia solamente equiparable al sentimiento de pertenecer a una cultura. Cultura que se nutre de la diversidad para enriquecerse y prosperar. La Toledo visigoda, capital de un reino, inicio de la grandiosa historia de la ciudad, emergió del recuerdo para convertirse en música en la XI batalla de órganos. Los músicos, de distintas procedencias, diversas inquietudes y costumbres, unidos bajo la cúpula de la catedral creando música y evocando un pasado que pareció menos lejano. Las batallas de órganos, muestran enfrentamientos contundentes compartiendo el anhelo de conservar y compartir los sonidos de nuestro patrimonio.El italiano Carlo Barile, quien visitaba la catedral por primera vez, se integró en el consolidado grupo creado por los músicos desde Valencia Pablo Márquez y Atsuko Takano y el toledano Juan José Montero esmerado cuidador de los órganos, responsable de rescatar su sonido, despertándolos de su silencio. Los músicos supieron aprovechar los recursos de los instrumentos, mostrando su talento y musicalidad. El esplendor visigodo, el inicio de un reino, pusieron a prueba la creatividad de los músicos en las improvisaciones, unas notas, una evocación para iniciar el discurso musical. La entrada de Recaredo, quien fuera responsable de la aceptación del catolicismo en el reino contra la creencia arriana de su padre, se convirtió en sonido desde el órgano del Emperador. Barile ofreció una grandiosa pieza enérgica, a ritmo regio. Reminiscencias prolongadas donde el registro de los graves fue el protagonista. Cerca de la Capilla de la Descensión, donde ocurriera la imposición de la casulla a San Ildefonso, Pablo Márquez desde Berdalonga, sonidos delicados como rumor lejano que brilla haciéndose cada vez más presente. Notas largas, suaves, reconfortantes y emocionantes para un milagro de la historia íntima de la ciudad. La Mesa de Salomón apareció en forma musical, unida al tesoro de Guarrazar en la improvisación a cargo de Montero y Barile, desde el Emperador y el Sagrario. Dos músicos que supieron entenderse en un tintineo de sonidos. Conversación enigmática, de lo perdido y rescatado, música luminosa e inspiradora. La batalla de Guadalete enfrentó a los organistas en una contienda musical con referencias a motivos visigodos escuchados en obras anteriores, ahora con la incursión de giros que sonaban orientales. Un viaje musical hasta el 711, con sonidos enérgicos, violentos, de lucha apoteósica hasta el final. Quedó demostrado que referencias extramusicales pueden configurar un concierto de calidad, genialidad, destreza y sentimiento. Referencias a la tradición en una pieza compuesta por Márquez, Japanese Miniature, estrenada hace tres años en Palencia, ciudad de Echevarría. Melodía sutil y delicada de una canción popular transformada en una sonoridad actual. Reminiscencias lejanas de los cerezos en flor que replegaron las posibilidades de Berdalonga. También se escucharon obras de autores imprescindibles como Haendel y Bach, dando protagonismo a los realejos. Órganos versátiles, sutiles y perfectos para resaltar las melodías y la complicidad entre los músicos. Música con direccionalidad, articulación, precisión y determinación. Además, autores del siglo XVII español, cada día más reivindicados como Cabanilles y Correa de Araujo. Con sus tientos, se mostraron las características hispánicas de contraste, cromatismo, y ritmo marcado. La batalla de Ximénez como muestra de la tradición organística española a cargo de los cuatro músicos en referencias a la energía de la lucha fraternal. Registros de trompetería en una obra que resonó en la Catedral.La diversidad como elemento que fortalece y une, espíritu de fraternidad compartiendo y valorando las diferencias que hacen de cada músico un artista único. Berdalonga, Echevarría, los realejos y el órgano del Sagrario, anfitriones de una velada irrepetible. Conciertos que se consolidan como tradición sin perder la novedad en cada edición, haciendo historia y permitiéndonos formar parte de ella.* Ana María Jara, profesora en el Conservatorio Profesional de Música Jacinto Guerrero de Toledo.