Un carnaval de atletas

Sergio Miguel
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La San Silvestre Toledana volvió a ofrecer un gran desfile de disfraces que no impidieron a sus portadores correr los ocho kilómetros de la prueba

Un carnaval de atletas

Los hay que corren la San Silvestre con el objetivo de ganarla. Otros aspiran a mejorar su puesto o su marca del año anterior. Muchos se enfrentan a ella con el reto de terminarla. Pero hay una subespecie, cada campaña más numerosa, que la disputa con la firme intención de sacarle una sonrisa al resto mientras consiguen acabarla sin caídas a pesar de sus enrevesados atuendos. Son todos los deportistas que se ponen las zapatillas después de su disfraz y que convierten a la última competición del año en un anárquico desfile de carnaval.

Los hay de todos los tipos y colores, aunque son los más chillones los que acaban captando más la atención de los espectadores. Así, hubo algunos que no dudaron en enfundarse uno de pájaro para entrar en la meta aleteando, mientras que otros se colocaron la camiseta del equipo de fútbol de Los Yébenes con un gorro de waterpolista. Incluso, algunos tiraron del repertorio de Disney para, a pesar del bigote, hacerse pasar por Blancanieves.

Que nadie dude que el curso que viene estará acompañada por Mudito, Gruñón y los demás, puesto que la tendencia de las últimas campañas va encaminada a completar carrera en grupo y con un disfraz a juego. Por ejemplo, los Picapiedra son un clásico que nunca falla, mientras que los Reyes Magos son una opción válida si se quiere estar al pie del cañón con la actualidad de estas fechas.

Como es lógico, aquellos que le roban su atuendo a Papá Noel son los que más abundan, así como todos los que, fruto de la improvisación, se hacen de forma apresurada con una peluca deslumbrante que no suele resultar demasiado cómoda cuando se empieza a remontar el Casco Histórico.  

No debe sobrarles, puesto que todos procuran acabar la prueba lo mejor compuestos que pueden, aunque a veces resulta inevitable que algunas partes del disfraz acaben diseminadas por el recorrido. Además, muchos encuentran en su atuendo un aliado para combatir las bajas temperaturas que se registran en estas fechas del año. Tal vez en ello pensó la pareja de pingüinos con pajarita a la hora de escoger indumentaria para su última carrera del año.

Dudas quedan sobre qué se les pasó por la cabeza a los que decidieron ponerse un traje de abuela de mediados de siglo, con unas zapatillas de ‘running’ chillonas, unas gafas de sol  y una vara. Un cuadro. Quizás, el garrote tuvo como función ‘atizarle’ al tío del mazo si osaba presentarse o apoyarse en él en caso de que las fuerzas flaqueasen.

Con ‘performance’. Pero como todo evoluciona, también esta subespecie de carnavalescos atletas siguen dando pasos al frente en sus innovaciones para despedir el año a la carrera. Por ejemplo, un grupo de presos, se desconocen por el momento sus delitos cometidos, aprovechó el tercer grado penitenciario para cruzar con las manos en alto la meta apremiados por una intachable pareja de policías.

Sin embargo, la más ‘currada’ fue la de unas deportistas que cambiaron por un día de disciplina. A las Águilas del Club Rugby Toledo sólo les faltó el balón oval en su perfecto ensayo sobre la meta del paseo de la Vega.