El acusado del 'crimen del taburete' se hunde en contradicciones al exponer el ataque como un acto de defensa propia

J.A.J./Toledo
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Jorge N. afirma que golpeó a Juan Carlos Leo cuando éste iba a acometerle. Pero la forma en que dice que le atacó no se corresponde con las mortales lesiones sufridas por la víctima. Los testigos desmontan su versión en la primera jornada del juicio

Jorge N. acusado de asesinato tras matar con un taburete de hierro al ingeniero Juan Carlos Leo y herir a otra persona en un pub de La Puebla de Almoradiel el 27 de octubre de 2013, ha naufragado en un mar de contradicciones al exponer su versión de los hechos. Hay que señalar que su propia defensa asume su culpabilidad por la muerte, aunque intenta reducir lo ocurrido a una calificación de lesiones graves con resultado de muerte, por lo que podría aceptar una pena de en torno a siete años y medio de prisión. Mientras, la Fiscalía y la Acusación Particular presentada por la familia del fallecido elevan la petición de pena a unos 24 años de cárcel. Así ha arrancado el juicio por Jurado de este crimen en la Audiencia Provincial.

N., conocido con el sobrenombre de ‘Galindo’, hizo un relato confuso  de lo ocurrido aquella fatídica madrugada, en el que sobresale su explicación de cómo se produjo la mortal agresión. El acusado insistió en que esgrimió el taburete como mecanismo de defensa al ver que iba a acometerle Leo, con quien dijo haber  mantenido una discusión previa. Pero mantuvo que cogió la silla de 72 centímetros de alto y cuatro kilos de peso con una sola mano, como quien maneja un bate de béisbol, y con ella golpeó a la víctima en la cabeza.

Las acusaciones pudieron coordinarse en el interrogatorio al acusado para desmontar su relato. El fiscal Juan Luis Ortega hizo notar la dificultad de que pudiera efectuar con una sola mano el empleo de la silla como maza, a la vista de los daños mortales que el golpe causó en el cráneo de Leo. Por su parte, la abogada de la acusación particular, Gema Villanueva, hizo notar el hecho de que la víctima media unos dos metros mientras el agresor rondaba los 1,70 metros. O sea, resulta muy complicado que, siendo más bajo, N. consiguiera alcanzar la cabeza de la víctima empuñando el taburete con una sola mano y teniéndolo de frente, tal y como dijo.

La versión del ataque que mantienen las acusaciones es que el procesado empuñó el taburete con las dos manos, para dar el máximo posible de fuerza a su ataque, y alzándolo para atrás para imprimir impulso sobre la cabeza del acusado. Éste no pudo ver la agresión, que resultó completamente sorpresiva.

Este relato que incrimina al procesado como autor de un asesinato fue corroborado por los distintos testigos del suceso en el juicio. Da idea de la fuerza hacia atrás que imprimió N. al taburete antes de propinar su mazazo el golpe que se llevó en ese momento un joven, J.V.V., que sufrió una brecha en la frente que necesitó siete puntos de sutura.

 

«Si me entrego, no veré la luz del sol».

Durante el interrogatorio, el acusado también intentó negar que pretendiera huir tras la mortal agresión, pretextando que se fue del pub pensando que tendría consecuencias menos graves para la víctima. Pero el agente de la Guardia Civil que investigó el caso desmintió esto durante la vista. Este guardia, a través de la hermana del acusado, logró contactar telefónicamente con éste cuando le buscaban horas después del crimen. Cuando le ofreció recogerle donde le dijera, el acusado respondió que «si me entrego, no veré la luz del sol». Poco después, fue capturado cuando intentaba escapar de los guardias saltando sobre tapias de corrales.

Denuncian que el acusado cometió el ataque a los 40 días de quedar en libertad condicional.

En sus alegatos iniciales, todas las partes coincidieron en la culpabilidad del acusado aunque la defensa llevada por el abogado Álvaro Sánchez de la Morena intentará reducir los hechos a algo asimilable a un homicidio imprudente. Esto no lo comparte la letrada de la acusación particular, que remarcó los antecedentes del acusado al recordar que, cuando cometió el crimen, llevaba sólo 40 días en libertad condicional tras cometer otro delito violento.

La abogada Cristina Villanueva se refería así a la participación de Jorge N. en una serie de peleas ocurridas durante la  Fiesta de las Calderetas de La Puebla de Almoradiel en 2009. El procesado expresó su conformidad en el juicio por aquella reyerta a recibir una condena de  dos años de cárcel con lesiones, al  aceptársele la atenuante de arrepentimiento. Pudo pedir la suspensión de la pena por carecer de antecedentes. Tras esto, Villanueva remarcó la intencionalidad con que el acusado le propinó el golpe a la víctima, ya que «le vació la masa craneal».

Por su parte, el fiscal Ortega  recordó al Jurado que tendrá que valorar, según las pruebas que aparezcan en la vista, si la víctima pudo tener alguna capacidad de reacción o respuesta y el agresor golpeó con ánimo de matar. De la respuesta a  estas preguntas depende que se impongan las condenas reclamadas por las acusaciones.

La pareja de la víctima rompe a llorar y denuncia que el acusado «me ha destrozado la vida».

Tras la declaración del procesado, durante el día de ayer se tomó declaración a los distintos testigos convocados por las partes. Entre ellos, los padres y la pareja de la víctima, que fueron recibidos a la entrada de la Audiencia con un sentido aplauso de paisanos suyos que siguieron la vista como público.

La mujer de Leo, Quintina Palomino, fue clara al señalar que  la muerte de su pareja, de la que le tocó ser testigo ya que ambos estaban con unos amigos en el pub tras disfrutar de una cena, «me ha destrozado la vida» De hecho, no pudo evitar llorar al revivir lo ocurrido durante su declaración. No sólo en el sentido sentimental del término, ya que la pareja llevaba 15 años de relación y estaba efectuando tratamientos de fertilidad para tener un hijo, sino en el económico, ya que Leo era el principal sostén económico de esta unidad familiar.

Por su parte, la madre del fallecido,  Gloria Arellano, reclamó para su hijo «justicia, eso es lo que pido, y lo que se le ponga -al acusado- que lo cumpla».

El padre de Leo, Manuel, remarcó lo injusto de lo ocurrido a su vástago. «Mi hijo no ha tenido  más que amigos, estudios, trabajo y familia. Esa ha sido su vida», declaró

Bordea el falso testimonio.

El testigo y amigo del acusado, Jorge T., tuvo que ser avisado por el presidente del tribunal de que podía cometer un delito de falso testimonio si no solventaba sus contradicciones sobre si hubo o no una fuerte discusión entre acusado y víctima, que fueron  denunciadas por el fiscal.