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Si a la mejor compañía y cocina se le añaden unas vistas increíbles de la ciudad se alcanza la perfección. Ese es el objetivo de los hosteleros toledanos que abren sus áticos y terrazas como un nuevo espacio para disfrutar en familia o con los amigos de la cocina tradicional marcada por la vanguardia y las mejores vistas de la ciudad histórica.
Las terrazas de hoteles y restaurantes se convierten en una nueva opción de ocio y turismo. Una ruta gastronómica que comienza a escasos metros de la Catedral, en uno de los restaurantes insignia dirigido por el jareño Adolfo Muñoz.
Restaurante Adolfo, una panorámica única
En el número 7 de la calle Hombre de Palo se encuentra el restaurante que desde hace décadas regenta el chef Adolfo Muñoz. En pleno Casco Histórico de la ciudad, junto a la Catedral Primada, se encuentra también la nueva casa urbana de Adolfo, un nuevo concepto de alojamiento en una antigua casa rehabilitada de ambiente íntimo y privado emplazado en un lugar tan céntrico que desde su terraza permite contemplar la mejor panorámica de ese Toledo patrimonial con siglos de historia.
La atención y la calidad que definen al restaurante Adolfo se conjugan en un lugar para enamorarse de la comida, de los artesonados y de los vinos, sin olvidarse de los cielos de Toledo, los mismos que pintó el Greco y que ahora, desde la terraza del restaurante y casa urbana de Adolfo, pueden sentirse muy cerca.
Una cena con la Catedral y el Alcázar de fondo, o las torres de San Ildefonso y los tejados de San Marcos, solo es posible en este emplazamiento único en pleno centro histórico de la ciudad milenaria.
‘La Maruxiña’, otra visión de la judería
El ático de ‘La Maruxiña’ se ha convertido en un nuevo espacio con vistas abiertas a la Judería, la Casa del Greco, la Sinagoga del Tránsito, San Juan de los Reyes y, por supuesto, a la puesta de sol tras los famosos Cigarrales.
Entrada la noche, la terraza-ático es el lugar idóneo para disfrutar de los mejores cocktails y destilados. Las noches de verano son el complemento perfecto para este espacio en el que las madrugadas tienen otro color en un entorno inigualable en la Travesía de los Descalzos, número 1.
Maruxiña Lounge es un proyecto gastronómico, social y de ocio que se aleja de convencionalismos para ofrecer algo más. De hecho, los visitantes encontrarán un local vivo y dinámico que mueve su luz, su visión y su sonido del mismo modo en que el día lo hace con sus colores, su luz y sus silencios.
La oferta de este local es amplia. Se puede disfrutar de una comida, sorprender con una cena o degustar unas vanguardistas tapas y raciones. Los productos de la zona son la base de una cocina cuidada para los paladares más exquisitos.
Mercado de San Agustín, un concepto gourmet
En la cuesta del Águila, número 3, a escasos metros de la plaza de Zocodover, abre sus puertas el Mercado de San Agustín. Un complejo gastronómico con una terraza para disfrutar de la coctelería con propuestas clásicas como Dry Martini, Manhattan, Cosmopolitan, o un dulce Mojito, a otras más innovadoras, a base de los mejores ingredientes.
Junto a la coctelería, uno de los espacios más imponentes del Mercado de San Agustín es la terraza, abierta sobre los tejados de Toledo y bajo una enorme instalación artística del colectivo Boa Mistura. La intervención está inspirada en tres elementos: un gran jardín vertical -que recorre el patio interior del mercado-, su ubicación -en la terraza de la planta alta- y la geometría de la imagen arquitectónica desarrollada por AMA Estudio de Arquitectura.
Carlos V, miradas hacia la Catedral
Entre la Catedral y el Alcázar se alza el Hotel Carlos V, en cuya azotea el visitante encontrará miradas sobre los tejados que al caer la noche simulan un desierto de tejas con dos puntos monumentales de luz. La torre de la Primada y los torreones del Alcázar invitan a disfrutar de las noches en el Carlos V bien con una copa, o con una degustación de su variada cocina.
La música y la iluminación juegan a favor de esta terraza a la que se accede desde uno de los ascensores en el recibidor del hotel. Con dos espacios diferenciados, uno para cenas y otro para coctelería, el Hotel Carlos V abre su mayor ventanal a la ciudad patrimonio cada noche hasta la madrugada.