Juan Ignacio de Mesa: «No se quiere un modelo de ciudad porque evitaría la discrecionalidad, y sin ella no hay poder»

Cristina Martínez
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El presidente de la Real Fundación entiende que «es penoso que el Plan Estratégico de la ciudad se realice sin dotarle de medios porque nadie se lo cree»

Juan Ignacio de Mesa: «No se quiere un modelo de ciudad porque evitaría la discrecionalidad, y sin ella no hay poder» - Foto: Javier Pozo

Elegido por unanimidad presidente de la Real Fundación de Toledo, Juan Ignacio desea hacer de Roca Tarpeya «un foro de ideas de todos los expertos en patrimonio de la ciudad». Eso sí, optimizando los recursos porque «en un momento de crisis y de recortes, la unión hace la fuerza».

¿Cuál es el camino que va a tomar la Real Fundación?

Hay menos recursos y las demandas son cada vez más altas, sobre todo en un momento con demandas sociales a las que hay que dar prioridad. Entendemos que aún siendo un privilegio el poder contar con proyectos del ámbito cultural, somos conscientes que hay que dar prioridad a las demandas de familias y colectivos. Nuestra obligación moral es cumplir con nuestro objeto esencial pero optimizando los recursos escasos.

¿Cómo?

Con ideas y sinergias con otras entidades. En ese sentido apostamos por un modelo de fundación que se tiene que adecuar a las circunstancias presentes. Lo que ya veníamos haciendo al tomar la decisión de que no nos podíamos permitir desperdiciar un sólo euro.

¿Cuál es, por tanto, el proyecto global que la Fundación debe cumplir?

Ser un foro de debate del que surjan ideas que permitan enfrentarse a los cada vez más acuciantes problemas de conservación de patrimonio y de hacer ciudad que, en su conjunto, es lo que una ciudad como Toledo precisa. Tenemos que ser conscientes de que tenemos que mantener un privilegio de pasado que nos han dejado las generaciones anteriores y que tenemos la obligación de ceder a las generaciones venideras. Ese sentido de responsabilidad nos obliga a tener muy claro lo que no se debe hacer que atente contra ese patrimonio.

Pero sigue sin superarse el debate desarrollo-protección.

Es que la conservación del patrimonio es desarrollo, partimos de ese error y se pone en evidencia con el tiempo. Por ejemplo, el debate paisaje y cigarrales se saca fuera de contexto cuando se ve lo que se ha hecho por no dar prioridad al paisaje.

¿Hay vuelta atrás?

El paisaje se destruye con una facilidad pasmosa, y es muy difícil recuperarlo. Por lo tanto una mala medida tiene unas consecuencias, a medio largo plazo, que son un atentado brutal. Tenemos que ser conscientes de que la defensa del patrimonio no es un conservadurismo a ultranza, es ser lo más avanzado posible en criterios de desarrollo económico y patrimonial.

Sobre todo en una ciudad como Toledo.

A Toledo no le da ninguna industria más dinero que la industria cultural, los visitantes vienen por ser una ciudad con patrimonio y paisaje. Si no somos conscientes de que lo tenemos que conservar, estaremos cometiendo un error.

¿Cómo abordar el desarrollo?

El desarrollo está en función de las personas que van a poder vivir de él. El ejemplo está muy claro, el desarrollismo de la primera década del siglo XXI ha producido una mala adecuación de medidas que, en estos momentos, están condicionando el futuro de muchas zonas de la ciudad, y lo están condicionando a mal. Hemos creado un instrumento que no es el adecuado para la ciudad.

¿Por qué?

Porque se planifica a corto plazo, porque no se tiene un modelo de ciudad. Hay un cortoplacismo impresionante en las personas que tienen responsabilidad sobre las decisiones que afectan a la ciudad.

Pero los modelos se repiten una y otra vez.

Sí, pero la opción está inventada en muchos lugares de mundo, y nos han enseñado muchísimo. Es penoso que el Plan Estratégico de la ciudad que realice sin dotarle de medios porque nadie se lo cree. Y tengo que hablar en primera persona porque fui uno de los encargados del mismo, junto con Ángel Felpeto, y la experiencia pone de manifiesto que no se lo creía nadie, nadie apoyaba el Plan Estratégico.

Si nadie apoya el Plan Estratégico, ¿por qué se encargó?

Nadie se lo creyó porque definir lo que es un modelo de ciudad implica comprometerse, y eso evita la discrecionalidad a la hora de tomar decisiones, y al no haberla ya no hay poder. Es la única explicación por la que creo que no se quiere definir un modelo.

Así que el Plan está olvidado.

El Plan estratégico que tenía el horizonte de 2020 todavía no está vigente al 100%, y se inició hace cuatro años. Se plantea un escenario de 12 años como mínimo para permitir que todo se vaya adecuando a él, pero cuando sea efectivo ese horizonte va a ser a seis años. Lo que era un proyecto a largo plazo lo estamos dejando a medio plazo, y como sigamos así a corto plazo. Con lo que el modelo tampoco sirve y tendremos que empezar a discutir de nuevo qué modelo queremos de ciudad.

A lo mejor soñamos con una ciudad maravillosa y luego no tenemos recursos, pues al menos no hagamos nada que vaya en contra de esa ciudad, al menos eliminemos todo atentado respecto a esa línea de gestión. Si todos sabemos claramente cuál es el modelo y queremos funcionar, poco a poco lo iremos alcanzando.

También hace falta cierta sensibilidad política.

Claro, un ejemplo es la definición, en el Plan Especial del Casco Histórico, de unos criterios de señalización y de mobiliario urbano. Pues lo que se contempla es vergonzoso, y eso no es problema de dinero porque lo mismo que se gasta con mal gusto, se puede gastar con buen gusto. Cómo podemos tener en 2013 esa mediocridad en la señalización, en la ocupación de vías públicas cuando haya ciudades (como Burgos, Soria, Ávila o Vitoria) que sí lo han logrado.

¿Cómo es posible?

Esa es la pregunta, por qué no hemos logrado ni hacer cumplir una simple ordenanza regulada en el Plan del Casco Histórico. Discrecionalidad.

Pasa algo parecido con el asunto de la zanja única.

Hay un proyecto de la Real Fundación del 92 en el que se pusieron de acuerdo todos los implicados, y ese proyecto está recogido y matizado en el Plan Especial del Casco. Pues cada vez que se habla de esto es como si descubriésemos otra vez la desembocadura del Orinoco, aquí todo lo hacemos mucho más difícil.

¿Se solucionará algún día este comportamiento puramente toledano?

Hay que realizar una importante labor de pedagogía. A veces creo que las cosas se hacen así porque ni siquiera se es consciente de que las cosas se pueden hacer bien.

La disculpa suele ser la falta de recursos públicos.

Para eso están las prioridades. Duela o no duela, guste o no guste, la prioridad es la recuperación  de elementos patrimoniales en unas circunstancias concretas, y para ello hay que buscar un cambio en la mentalidad del ciudadano. Creo que eso se ha logrado, a pesar de que hay sectores que todavía se conservan inasequibles al desaliento.

Sobre la gestión patrimonial  y arqueológica ¿no cree que el ocultismo está muy instalado en la administración?

Tiene que haber un cambio en la forma de enfrentarse a este tipo de problemas por parte de algunos sectores de la administración. La información y la transparencia es buenísima en todo y para todos. Tendremos que seguir haciendo pedagogía para demostrar que el hecho de encontrarse con una yesería o un resto visigodo es algo que imprime carácter y del que se puede estar orgulloso. Eso es algo que está en la sensibilidad, la educación y en la disposición de medios para que eso se conserve.

Parece mentira que esto siga ocurriendo.

La gente ha cambiado, hay una receptividad mayor. El patrimonio de Toledo es de todos, en la parte que nos toque nos viene bien y nos beneficiamos más directamente nosotros. Hay una determinada sensibilidad en el toledano de adopción que mejora en mucho al toledano de nacencia. Y eso es algo que tenemos que valorar.

La Real Fundación ha solicitado un cambio en el Plan de Cigarrales. ¿Qué les preocupa del texto?

Nos preocupa mucho este tipo de picoteos que llevan implícito la realización de actuaciones puntuales que dan lugar, otra vez, a criterios de discrecionalidad.

¿Qué va a pasar con esas actuaciones puntuales?

Que lo hoy ya es una monstruosidad, en lugar de corregirlo y no volver a repetirlo, lo continúo. Da miedo porque hablamos de 104 viviendas nuevas de edificación en altura con el 100 por cien de ocupación de parcela.

La zona presenta viviendas inacabadas con carteles de venta y alquiler.

Somos conscientes de que hemos cometido un error en la carretera de Piedrabuena, nos damos cuenta además de que la crisis ha producido que el 50 por ciento de la nueva construcción no se ha vendido, no está ni siquiera terminado o están en concurso de acreedores los promotores, por lo tanto es un fracaso de oferta, el mercado no lo absorbe en este momento porque se han equivocado al dar esas licencias. Y de repente vamos a hacer más de lo mismo, si ya hemos hecho lo que hemos hecho y eso no tiene solución, no insistamos en el error.

¿En qué piensa el Consistorio?

Es un problema de caja, el Ayuntamiento necesita licencias y las busca en lo más tonto. Son ingresos a corto que destruyen a largo.

Otra de las asignaturas pendientes de la ciudad es el Circo romano ¿Cree que la ciudad puede permitir está situación?

Tenemos un cruce de fusibles permanente. Manolo Fernández Miranda, al que no le pararía nadie si viviera, cuando era director de Bellas Artes tenía las ideas muy claras. Pensó en eliminar los árboles del perímetro del Circo, cerrar la Avenida de Carlos II -mediante un desvío por la entrada al puente de la Cava-, recuperar la espina y expropiar Venta de Aires y toda la zona del lateral. De hecho hubo una oportunidad en su día para hacer una permuta, que hubieran aceptado los afectados, antes de dar la licencia para la ampliación en los años 90. Y sobre todo no dar ni una licencia, eso era una obviedad, por ser zona de influencia de un BIC. Poco a poco se podía haber recuperado el Circo con el perímetro más grande de la península.

Pues a pesar de su valor está más que abandonado

Lo tenemos ahí y no lo damos importancia. Aquí entra, de nuevo, la necesidad de tener un modelo de ciudad que priorice actuaciones.

Lo más insultante es la cantidad de dinero invertido supuestamente para adecuar el Circo y que, al final, se ha utilizado para mejorar el entorno.

Es lo de siempre, a lo mejor el Circo no le van a ver mis nietos, pero es obvio que haciendo lo que se está haciendo ahora probablemente no lo vean ni mis biznietos, porque ya no quede. Insisto en que hay que definir qué proyecto queremos y fijar prioridades para el próximo lustro.