Por Mario y por todos sus compañeros

J. M. / Torrijos
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La Junta de Comunidades destina esta partida para la instalación de un ascensor en el IES Alonso de Covarrubias de Torrijos que facilita la libertad de Mario Martín, un alumno en silla de ruedas que ha pasado cinco cursos sin poder subir a la planta

Mario y su madre Ana acompasaban ayer sus lágrimas. También las sonrisas que taponaban los amargos momentos que se repetían día tras día.  Atrás habían quedado los cursos en los que un auxiliar, la progenitora o los compañeros de clase tenían que subir a pulso a este alumno en silla de ruedas del IES Alonso de Covarrubias de Torrijos. Una inversión de 28.600 euros en un ascensor había resuelto un problema que había costado muchos disgustos. «Hoy le cambia la cambia. Va a poder ir con los colegas de clase en clase. Otra vida distinta, con todos, en piña», afirmaba entusiasmada Ana, quien suspiraba porque, por fin, su hijo podía desplazarse «como uno más». «Hay muchos marios», recalcaba sobre la utilidad de partidas de este tipo.

«Le llega a uno muy hondo», comentaba estorbado por la emoción este joven de 17 años sobre la colaboración de sus compañeros. Los estudiantes promovieron a través de una plataforma de internet la iniciativa de recoger firmas a favor de la instalación del ascensor. Al final, se juntaron más de 2.000 adhesiones que aterrizaron en el Ministerio de Educación. Jesús, quien se dejó vencer también por la emoción, ideó publicar en la red la situación de Mario en el instituto para presionar y conseguir la inversión de la administración pública.

No obstante, el camino para estas piernas mecánicas para Mario ha sido tortuoso. Sus primeros cinco cursos, desde el año 2011, han transcurrido transportado en andas por las escaleras del instituto torrijeño. Mario padece ‘Ataxia de Friedreich’, una enfermedad neurodegenerativa que limita su motricidad hasta precisar una silla de rueda. «Tiene un espíritu de lucha increíble y quiere trabajar como uno más. Quiere ser uno más», incidía su madre, quien ha padecido también casi cinco cursos la ausencia del ascensor.

«Estoy muy, muy, muy emocionada», decía nerviosa Ana Ciruelos minutos antes del primer viaje de Mario a la primera planta del IES Covarrubias. Su hijo ambiciona titularse en Física y en Química, aunque de momento debe superar Primero y Segundo de Bachillerato. Sus preferencias científicas convertían en más angustioso el tramo de las escaleras, porque el instituto reserva el aula del laboratorio en la planta superior.

fuera de su alcance. Así que cada vez que había que recurrir al instrumental, un auxiliar, la progenitora o sus propios compañeros de clase transportaban al menor hasta su vocación. La biblioteca también quedaba fuera del alcance del chaval y su silla de ruedas, aunque su aula principal esté en la planta baja. «Se nos quedaba Mario abajo. Veía que toda su clase, su promoción subía y se quedaba haciendo alguna tarea o ejercicios que le mandaban desde arriba. Se quedaba solo y aislado. Hoy se ha roto eso», decía entre lágrimas Ana, probablemente entre una mezcla de rabia y alivio.

El alcalde de Torrijos, Anastasio Arevalillo, se mostraba «muy feliz» acompañado de parte de la Corporación municipal por el beneficio causado directamente a este vecino, merced a la inversión de 28.600 euros en el ascensor. El delegado de la Junta en la provincia, Javier Nicolás, aseguraba que se había logrado un ejemplo de igualdad e integración.

Desde 2011, Mario esperaba el ascensor, mientras la administración le ofrecía sólo trasladarse al cercano IES Juan de Padilla, alejado eso sí de sus amigos de toda la vida. Por lo tanto, cinco años de demora sin una justificación clara, porque la construcción del centro incluyó hace 20 años un hueco para una hipotética instalación del elevador, en caso de necesidad de un alumno. Sin embargo, ha transcurrido un lustro de predicación en el desierto. Por ello, esas lágrimas de alegría. «Se hacían escritos, se hacían peticiones y no llegaban respuestas ni soluciones. Hasta que un compañero, una clase entera, abre una plataforma de firmas, y se volcaron las redes sociales», apuntaba la madre abrumada por la solidaridad despertada, incluso por desconocidos que expresaban su apoyo por esta lucha contra la burocracia.

«Es un camino para todo aquél que tenga ganas de estudiar. Ya está adaptado para todas las personas que, con cualquier dificultad, necesiten un ascensor», aseveraba la madre, orgullosa de que Mario haya vuelto a ganar una batalla más. Y remataba: «Hoy es Mario, pero hay muchos marios».