Soliss reconoce a Julio Pascual, fundador y artesano de la forja

J. Guayerbas
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La compañía presentó ayer en la Real Academia una publicación temática sobre la obra y vida del artista dirigida por Renate Takkenberg-Krohn y textos de Pilar Fernández Vinuesa

La obra ‘Hierros artísticos. Julio Pascual’ se presentó ayer en la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas. - Foto: Víctor Ballesteros

El sonido del cincel y el yunque permanecen hoy en la que fue la casa-taller de Julio Pascual en el número 10 de la calle San Juan de la Penitencia. Tan sólo basta con detenerse un instante frente al portón para sentir parte de la historia del arte toledano en mayúsculas. Ahora, casi medio siglo después de su último adiós, la compañía de la que fue fundador, Soliss Seguros, rinde un merecido homenaje en formato libro a uno de los impulsores de las artes en la ciudad del Tajo.

Durante dos décadas director de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas, Julio Pascual fue algo más que un maestro del hierro y la forja. Su obra se encuentra dispersa no sólo por Toledo y otras ciudades españolas, Estados Unidos conocer, y bien, el valor de las piezas de orfebrería, rejas, lámparas y faroles que salieron del taller de este toledano que incluso recibió en sus instalaciones al rey Alfonso XIII en 1928 y el título de ‘Artesano ejemplar’ de las manos de Francisco Franco en 1963, entre otras condecoraciones.

Ayer, en la Real Academia, se presentó la edición ‘Hierros artísticos. Julio Pascual’ de Renate Takkenberg-Krohn y textos de Pilar Fernández Vinuesa. Una recopilación de artículos y reportajes de la época en los que ya se ponía de manifiesto que Toledo asistía a la recuperación de las técnicas ancestrales de la forja y del hierro.

El máximo exponente de la producción de Julio Pascual se encuentra en la Catedral Primada. La reja artística de la capilla Mozárabe está considerada una de las mejores obras del toledano que tuvo el privilegio de montar tras los sucesos del 36 la Custodia de Enrique de Arfe guardada en siete cajones para preservarla del conflicto bélico, así como la recuperación de la talla en madera policromada de ‘Jesús Resucitado’ del Greco en el Hospital Tavera, cuyos trocitos reunió para su posterior restauración.

Enrique Lafuente, Tomás Sierra Bueno, Cecilio Mariano Guerrero Malagón o Fernando Espejo fueron algunos de los coetáneos a Julio Pascual, que aprendió dibujo, pintura y reproducción de yesos en escayola, además de ser discípulo del ceramista Sebastián Aguado y aprendiz en el taller de metalistería artística de Vicente González.

Su obra. La edición que presentó ayer Soliss es un completo catálogo que recoge toda la obra documentada y conocida hasta la fecha del artista local a través de la fotografía. Los bocetos y los dibujos dan paso a la orfebrería y a los esmaltes, a las rejas, ventanas, balcones y barandillas, así como a otras piezas repujadas, lámparas, faroles y candeleros.

Julio Pascual trabajó para algunas de las hermandades más importantes de la ciudad, como la Virgen de la Esperanza de San Cipriano, que cuenta con una corona de imperiales realizada en los talleres del artesano, mientras que la Hermandad de la Virgen de la Estrella, como recoge el catálogo, mantiene en propiedad dos candeleros de pie con la firma Pascual.

Más allá de Toledo, donde es fácil encontrar forja del taller de San Juan de la Penitencia en casas palaciegas y en la misma Seo Metropolitana o en la Estación del Tren, Julio Pascual realizó para la Iglesia Prioral del Castillo Nuestra Señora del Mayor Dolor del municipio onubense de Aracena un conjunto de rejas artísticas, encargo del conde de las Torres Miguel Sánchez-Dalp, que siguen el modelo historicista de estilo de transición al Renacimiento de estructura medieval con un conjunto escultórico en chapa recortada y repujada en el que representa la Natividad de Jesús, tal y como cataloga Pilar Fernández Vinuesa.

Tras una de estas rejas, hoy, se conserva, como se aprecia en las fotografías de la publicación, el palio de plata obra de Francesc de Paula Isaura hacia 1881 que labró para la Esperanza Macarena de Sevilla y que en el siglo XX llegó a Aracena para dar cobijo a la Virgen del Mayor Dolor de la Hermandad de la Vera Cruz de la localidad serrana.

Con este libro, Soliss y Toledo reconocen al que fue el último rejero europeo. El último artista de la forja y el hierro que dejó un legado desconocido, hoy, recuperado.