Un 15 de agosto sin toros

Leticia Ortiz (SPC)
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La desrazada y descastada corrida de Santiago Domecq, que solo tuvo fachada, echa por tierra las esperanzas de la terna en la cuarta de abono. Pese a todo, López Simón se llevó una oreja de cada uno de los toros de su lote

Se llena la geografía taurina, de sur a norte y saltando la frontera de Francia, de festejos el 15 de agosto, el día, tradicionalmente, más taurino del año. Todos los festejos, mayores, menores y populares, rinden culto al toro, el uro mítico mediterráneo que ha ido unido a las celebraciones ibéricas desde tiempos inmemoriales. Pero en estos espectáculos, y en la Fiesta en general, hay un problema. Quizá haya quien piensa que es 'el problema', aunque por desgracia hay otros muchos que acechan a esta Fiesta. El propio toro. O mejor dicho, la falta del mismo. Al que debería ser 'dios sagrado' de la Tauromaquia se le está perdiendo el respeto en demasiadas ocasiones. ¿La culpa? Que cada palo aguante su vela, porque no hay un único 'actor' de la Fiesta al que señalar. 

Cinco toros de Salvador Domecq y uno de Toros de la Plata se lidiaron en Málaga en la cuarta de abono. Bien presentados, algo que se está cuidando con esmero en esta Feria y por lo que se debe felicitar a la empresa y a los equipos presidenciales que, sin embargo, no tenían nada dentro. Almas en pena. Universitarios un domingo de resaca. Solo querían que llegase su hora. No daban para más. El simulacro de varas fue eso, un simulacro. Nada nuevo bajo el sol. Pero ni siquiera 'sirvieron', que dirían los taurinos, para la muleta. Iba y venían por inercia, pero sin ninguna cualidad atribuible al ganado bravo, al de lidia, al que llena las plazas, al único que puede garantizar la supervivencia de la Fiesta. Con estos animales, la defensa de la Tauromaquia se vuelve prácticamente imposible. No harán falta, como subrayan siempre los agoreros, antitaurinos para cargarse esta pasión que emociona y encoge el estómago. Se muere sola. ¿Y cómo se hace una crónica de toros si no hay toros? Pues es complicado. Porque esto es no es la Fiesta de la que uno o una, por aquello del lenguaje inclusivo que es políticamente correcto, se enamoró en su día y le contagió ese veneno que corre por las venas y del que no se puede escapar. 

Para las estadísticas quedará que López Simón cortó dos orejas, una y una. Mañana nadie se acordará de sus faenas ante los dos inválidos que le tocaron en suerte o en desgracia, según se mire. Dejó el madrileño algún natural suelto ante el segundo de la tarde y algún derechazo con honda y profunda naturalidad ante el quinto. Poco más. Y con eso consiguió, reglamentariamente porque había pañuelos suficientes, salir de Málaga con dos trofeos en el esportón.

A punto estuvo de llevarse un apéndice también Ginés Marín, pero la Presidencia consideró que no había pañuelos blancos suficientes en los tendidos, por una faena de disposición, pero sin toreo. No tuvo enemigo. En el sexto, más de lo mismo.

Abría el cartel en esta cuarta de Feria El Fandi que dejó dos vibrantes tercios de banderillas, como es costumbre de la casa. Y nada más hay reseñable de su labor, en la que tuvo que ejercer más de enfermero que de torero.

Para el 16 de agosto, otro día taurino por antonomasia, se anuncia uno de los platos fuertes de la Feria malagueña, con el rejoneador Diego Ventura por delante, que lidiará toros de Guiomar, y dos figuras como Enrique Ponce y El Juli, que se enfrentarán a astados del Vellosino.

 

FICHA TÉCNICA

Plaza de toros de Málaga. 15 de agosto. Cuarta de Feria. Media plaza.

Se lidiaron cinco toros de Santiago Domecq, muy bien presentados, pero descastados, desrazados y sin apenas fuerza; y uno, el primero, de Toros de la Plata, bien presentados, noble, pero soso.

El Fandi, de obispo y oro; estocada casi entera tras pinchazo (silencio), estocada caída y pinchazo (ovación con saludos).

López Simón, de azul rey y de oro; estocada entera trasera y tendida (oreja); pinchazo hondo (oreja tras aviso).

Ginés Marín, de sangre de toro y oro; estocada arriba trasera (vuelta tras petición y aviso); estocada entera caída (silencio).