El acto de colocación de la primera piedra de ‘Puy du Fou’ estuvo cargado de simbolismo. La compañía francesa no deja nada a la improvisación y ayer, en el día grande de la puesta en escena de su gran proyecto de expansión, no cesaron de caer guiños para ambos lados de los Pirineos.

Aunque España y su historia, con Toledo como magnífico marco, fueron las referencias más utilizadas, no se olvidaron los orígenes galos del proyecto. Tampoco el compromiso que la compañía tiene con el medio ambiente.

Por ello, la colocación de la primera piedra fue sustituida por la plantación de un árbol. Y no cualquier ejemplar, ya que para la ocasión se optó por una encina o, como se la conoce mejor por esas dehesas lindando con Guadamur, un chaparro.

Tierra francesa para un chaparro toledano - Foto: David PérezLa zona donde se va a levantar el parque temático de ‘Puy du Fou España’ está salpicada de ellas. Son el último recuerdo de un bosque que desapareció en época romana y que se extendía desde la actual Cobisa, pasando por Argés, para terminar rodeando Toledo.

No existe ejemplar más autóctono y milenario. ‘Puy du Fuo’ nunca olvida la historia. Por eso mismo también se optó por plantar un árbol. Lo explicó el presidente de la empresa, Nicolas de Villiers, al referirse al «parque  de las raíces», por aquello de que su temática ahondará sobre el pasado de España.

Los de Villiers tampoco olvidan su historia. Por eso quisieron completar el simbólico acto de plantar una encina con una referencia a sus orígenes. A los orígenes de ‘Puy du Fou’.

Cinco saquitos con tierra de Les Epesses, el municipio donde se levanta el parque temático original de la empresa francesa, fueron vertidos por el fundador de ‘Puy du Fuo’, Philippe de Villiers, su hijo y presidente de la empresa, Nicolas de Villiers, Jesús Sainz, vicepresidente de ‘Puy du Fou España’, la alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón, y el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page. Tierra francesa para enraizar el proyecto toledano, cerrando así la comunión perfecta entre ambas partes.

La mañana aún reservaba una sorpresa a los asistentes, y el colofón final se puso con la irrupción de cinco jinetes, actores del espectáculo francés que mostraron ayer un adelanto de lo que está por venir. Representaban a Don Quijote, al rey Alfonso VI, al califa Al-Mamún, a una bandolera y un soldado de los tercios de Flandes. Cada uno de ellos portaba una lanza con bandera. El efecto visual fue tremendo. La única lástima fue el error de equipar a Alfonso VI con la  bandera de los viejos tercios de España y cruz de borgoña que emplearía siglos después el emperador Carlos V y que debería haber llevado el soldado de los austrias. Gajes del oficio.