Memoria sísmica de España

J. Monroy | TOLEDO
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El observatorio toledano almacena y clasifica todas las mediciones sismográficas realizadas en España desde principios del siglo XX

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El Observatorio Geofísico de Toledo se creó en 1909 en los sótanos de la Diputación. Desde entonces, ha venido registrando la actividad sísmica con distintos instrumentos, hasta que en los años ochenta Madrid asume este papel, y la instrumentación de Toledo se traslada a San Pablo de los Montes. Ahora en Toledo se controlan esta estación y la de Sonseca, y al tiempo se guarda y cataloga toda la información sobre terremotos que los distintos observatorios públicos de España han ido produciendo desde principios del siglo XX.

En junio de 1909 el proyecto de organización del Servicio Nacional de Sismología diseñado en 1906 por el llamado entonces Instituto Geográfico y Estadístico creó el Observatorio de Toledo. Sus primeros equipos de sismología se instalaron en 1909 en los sótanos de la Diputación Provincial.

Contemporáneos al Observatorio de Toledo, también nacieron otros centros similares dentro de la red del Instituto Geográfico y Estadístico Nacional (IGN) en Alicante, Almería y Málaga. Después se unen los de Logroño y Santiago. Los Jesuitas crearon otros en Roquetas y Cartuja. En Cádiz nació el Real Observatorio de la Armada. Toda la información del IGN se centralizó en Toledo, centro que tenía la misión de dar los avisos cuando se producían los terremotos.

Con el paso del tiempo, la instrumentación para detectar terremotos se fue desarrollando, y estar en el interior de la ciudad alteraba las mediciones. Por esa razón, en 1933 Observatorio de Toledo se traslada a su actual ubicación, en la actual avenida de Adolfo Suárez, a unos terrenos cedidos por el conde de Romanones. El Observatorio llegó a constituirse casi como un pequeño núcleo de población, alejado unos kilómetros de la ciudad. Unas quince o veinte familias de los trabajadores vivían en su interior. Cada vez que había un terremoto importante, sonaba la sirena, y todo el mundo se ponía a trabajar, fuera la hora que fuera.

Fue en los años ochenta cuando desaparece el concepto de observatorio, y aparece la Red Sísmica Nacional. El crecimiento de las ciudades y los ferrocarriles dificultan el trabajo y la instrumentación, cada vez más sensible, se satura con su ruido. La Red Sísmica comienza a instalar estaciones por toda la península alejada de los centros de población, centralizadas en el centro de recepción de datos de Madrid. Eran entonces estaciones analógicas unidas por teléfono. Es a partir de 2000 cuando se crea la red moderna, que transmite los datos de los sensores vía satélite hasta Madrid, donde se vigila la actividad sísmica las veinticuatro horas al día para dar las posibles alertas, misión que ya no se hace desde Toledo.

De hecho, en los años ochenta las mediciones dejan de hacerse en la capital, y se comienza a realizar en San Pablo de los Montes. Para Toledo queda la coordinación y la administración. Al tiempo, también hay otro centro de medición en Sonseca, que nació en los años sesenta como base de los Estados Unidos para detectar explosiones nucleares en el marco de los convenios de no proliferación de armas en la guerra fría. Se trata de una red de sensores en espiral que se extiende alrededor del pueblo hasta quince o veinte kilómetros. Los americanos finalmente se fueron y ahora la Red Sísmica Nacional lo utiliza por un lado para localizar terremotos rápidamente, y por otro para aportar datos de explosiones nucleares a organismos internacionales.

Coordinación y archivo. En la actualidad el Observatorio de Toledo es geofísico. No sólo trabaja en la sismología, sino también en geomagnetismo. De esta forma, estudia el campo magnético de la Tierra, monitoriza los movimientos de los polos magnéticos.

Además, en Toledo se ha instalado el Archivo Nacional de Datos Geofísicos, en el que se están concentrando toda la documentación histórica de sismología y geomagnetismo de todos los observatorios públicos de España, desde que comenzaron a funcionar a principios del siglo XX. Allí están las bandas de papel en las que hasta los años noventa se registraban los movimientos sísmicos, más de un millón de documentos. Se han juntado todos los registros y se están catalogando y archivando, para ponerlos a disposición de los científicos que necesiten los datos. Al tiempo, se están digitalizando los registros, las aproximadamente cien mil bandas en las que se detectaron terremotos. Este año serán treinta y cinco mil.

En el mismo edificio del archivo, poco a poco se está recuperando la instrumentación histórica del observatorio toledano y otros. Existen dos salas en las que se exhiben estas máquinas para visitas escolares o de quienes quieran conocerlas.