Cierra el convento de las Capuchinas, el tercero desde 2016

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Sus actuales moradoras, las carmelitas descalzadas que llegaron de Grajal de Campos, se trasladan al convento que fundó Santa Teresa de Jesús en la ciudad, dejando sin monjas uno de los conventos más desconocidos y más ricos del Casco

Cierra el convento de las Capuchinas, el tercero desde 2016 - Foto: ï»David Pérez

Corren malos tiempos para la vida contemplativa. La falta de vocaciones está provocando un constante goteo de cierre de conventos. Una situación preocupante y que se ha convertido en un problema para el Casco histórico de Toledo y no sólo desde el punto de vista patrimonial, que también.

El último convento en echar el cierre -sumándose así a los de Santa Clara y el de Santa Úrsula ‘clausurados’ en 2016-, ha sido el de las Capuchinas, situado en la calle Tendillas. Sus últimas moradoras, veinte carmelitas descalzas ha decidido ‘mudarse’ al convento que su Orden tiene en Toledo, cerca de la puerta del Cambrón. La razón no es otra que  las pocas carmelitas descalzas que hasta ahora lo ocupaban se irán a vivir  a otros conventos debido a su avanzada edad. La mudanza impedirá el cierre de la quinta fundación de Santa Teresa de Jesús.

Toledo, ciudad que ‘vende’ sus conventos como una de sus  señas de identidad, contaba con 23 conventos existentes en el año 1787 Hoy sólo quedan 13 tras el cierre del convento de las Capuchinas en los que viven poco más de 150 religiosas. En el siglo XIX, el censo superaba las 450, según los datos aportados el año pasado por el profesor José Carlos Vizuete.

Las Carmelitas que ‘ocuparon’ el convento de las Capuchinas en Toledo llegaron 2006 procedentes de la localidad leonesa de Grajal de Campos. No fue una llegada pacífica, sino envuelta de polémica porque su marcha de León generó un rosario de pleitos, querellas y manifestaciones en Toledo puesto que se las acusó de traerse a la capital regional tres tallas de gran valor, incluido un Cristo Yacente que procesionaba en Semana Santa de Grajal de Campus. Una Inmaculada y un San José fueron otras de las tallas envueltas en la polémica.

Surge aquí uno de los principales problemas vinculados al cierre o al traslado de órdenes religiosas de unos conventos a otros: el patrimonio que atesoran. «Necesitamos que los conventos cuenten con inventarios aprobados y al día para tener catalogas las piezas que en ellos hay y no puedan salir», explica Jesús Carrobles, director de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, que considera que el cierre del convento de las Capuchinas es «una mala noticia para Toledo, que no debería pasar desapercibida».

«No sabemos si quiera lo que ha pasado con el patrimonio de las Capuchinas. Si sigue en Toledo o está en Granada donde está la sede de la Congregación», explica Carrobles que considera que en este asunto hay fricciones que deberían resolverse entre el derecho canónico y el código civil, que reconocen a las órdenes religiosas la propiedad de los bienes que hay en sus conventos, y la Ley de Patrimonio, que impide que las piezas puedan salir del lugar para el que fueron concebidas.

 «Cuando se cierra un convento se crea un doble vacío: por un lado se queda moradores y, por otro, se pierde parte del patrimonio materia e inmaterial», explica Carrobles.

El convento de las Capuchinas es un gran desconocido, pero es uno de los más ricos de Toledo, ya que cuenta con infinidad de piezas de gran valor, entre ellas un soberbio paño de la Verónica de El Greco, que pudo contemplarse en la exposición ‘El Greco: arte y oficio’, obras de Alejandro Algardi o una Inmaculada Concepción de Claudio Coello.

El cardenal Pascual de Aragón, que fue virrey de Nápoles e inquisidor general mandó su construcción en  1666 y allí se encuentra enterrado. «Habría que saber qué ha pasado con el lote fundacional de Pascual de Aragón», se pregunta Carrobles.

El convento de las Capuchinas es la obra más personal de Bartolomé de Zumbigo y Salcedo, que llegó a ser arquitecto mayor de la Catedral de Toledo.

La obra de la iglesia estaba terminada en 1671. En el centro de su  sobria fachada se colocó una de la joyas del monasterio, la imagen de la Inmaculada Concepción del escultor madrileño-portugués Manuel Pereira realizada en piedra de Colmenar . El interior de la iglesia tiene forma de cruz latina con cúpula en el crucero.

En el presbiterio, frontero al coro de las monjas, se encuentra la capilla del Cristo de la Expiación con un bellísimo retablo de ricos y raros mármoles.

 Aunque de difícil acceso, bajo la iglesia se encuentra la cripta donde reposa el cuerpo de Pascual de Aragón. Junto con el del cardenal se encuentran los restos de Luis Antonio, conde de Teba.

 Pieza única del convento es el pequeño claustro de dos pisos, sostenidos por una serie de arcos. Lo que hace a este claustro único son las pinturas que adornan sus muros encalados. Son figuras de monjes y monjas que se pintaron en las esquinas y que simbolizan las virtudes que debe guardar toda buena religiosa de las que llevan su símbolo en la mano.

 Otras salas especialmente importantes son la Sala Capitular presidida por un retablo de mármol gris, restos de los que se hicieron en la iglesia. Adornan sus muros un sinfín de esculturas y lienzos.