Orgaz reabre su plazacon triunfos

Dominguín
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Los tres actuantes abandonaron el coso a hombros.El público llenó los tendidos hasta completar el aforo de la remozada plaza de toros orgaceña

Siempre es una alegría el hablar de la inauguración de algo nuevo, pero más aún cuando se vuelve a dar uso a algo que estaba a punto de caer en el abandono y la ruina. Este es el caso de la plaza de toros de Orgaz, que, tras hacerse con la titularidad pública por parte del Ayuntamiento, se propuso recuperarla para que se volviesen a dar toros en ella.

Con un proyecto ilusionante y cuidado se ha remozado y arreglado en su integridad, quedando en perfectas condiciones para darle un uso como coso taurino con características peculiares. La plaza, que data de 1904, es pequeña de aforo y no cuenta con callejón, como la mayoría de las de su época, y así se ha querido que se quede y sea un símbolo de la arquitectura civil de principios del siglo pasado.

Antes de hacer el paseíllo, Álvaro Gutiérrez, presidente de la Diputación, junto con el alcalde, Tomás Villarrubia, y su corporación municipal cortaron la cinta con la que se daba la apertura al nuevo uso de la vetusta edificación taurina.

El rejoneador local Rubén Marín fue el primero en pisar el albero, quien demostró ganas y valentía con sus equinos, tras cuya faena le concedieron las dos orejas. En su segundo oponente volvió a demostrar las cualidades a caballo ante el toro, pero el fallo a espadas le privó de tocar pelo.

Manuel Díaz ‘El Cordobés’ piso la arena de Orgaz con un público entregado e incondicional a su peculiar toreo. Tiene una tauromaquia muy peculiar, pero llega con facilidad al respetable, que se volvió loco tras sus faenas. Cortó una oreja en su primero y dos al que hizo quinto del festejo.

Cerraba cartel David Fandila ‘El Fandi’, un portento de facultades que desplegó el capote para recibir a su primer toro por verónicas, rematando las tandas de manera vistosa. Luego llegó el alboroto a la plaza, pues con los garapullos no hay quien le gane al granadino. Está como pez en el agua y pone las banderillas de poder a poder, al violín y al cuarteo, regalando al público el cuarto par. Con la pañosa puso disposición en sus tandas con la diestra y buscando siempre agradar al público. Tras la muerte del tercero de la tarde le concedieron las dos orejas.

Para recibir al que cerraba el festejo no dudó en ponerse de rodillas y recetarle varias largas cambiadas que calentaron a los asistentes para su faena. La buena condición del toro de Murube, que fue a más, le propició embestidas claras y por bajo toreando despacio por ambos pitones. El final de faena estuvo animado con molinetes, tras lo cual enterró el acero en el toro, siéndole concedidas las dos orejas y el rabo, que paseó tras vuelta al ruedo del animal.

Al final los tres toreros a hombros con el mayoral ante el clamor de los orgaceños, que vivieron toda la tarde con emoción, alegría y entrega por su nueva plaza de toros.