Jule teme que el ruido eche para atrás la Colección Polo

J. Monroy
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El artista señala casos como el de Colonia, en los que el desembarco de una colección similar dinamizó la vida cultural de una ciudad. Espera que sea positivo para los fondos del Santa Cruz

Jule teme que el ruido eche para atrás la Colección Polo - Foto: ï»Óscar Huertas Fraile

El ruido que se está escuchando en Toledo con motivo de la llegada de la colección Polo ya le suena al artista Jule: es muy similar a la que en los años sesenta impidió que Zóbel instalara en la ciudad su museo de Arte Abstracto. Al final este acabó en Cuenca, y no sólo ha supuesto una dinamización de su vida cultural, sino que es un referente en la misma y ha influido mucho, por ejemplo, en la llegada de la facultad de Bellas Artes.

El empresario cubano residente en Estados Unidos Roberto Polo ha estado invirtiendo su dinero en comprar obras de arte contemporánea. Toledo y Cuenca van a acoger aproximadamente la mitad de la misma, unas 450. Son obras, apunta el artista toledano, de un gran valor. Sin embargo, parece que en Toledo vuelve a sonar la misma canción de rechazo que ya sonara cuando Zóbel planteó su museo, «Toledo está todavía en los años sesenta», hay una parte de la sociedad «que no tiene capacidad para ver el arte contemporáneo, y se cree que Toledo se acabó con el Greco».

Las obras que van a llegar a la ciudad todavía se desconocen, pero Jule advierte que puede ser más importante que la de Zóbel, y pide que al menos se espere a ver si es positiva y enriquece Toledo, o no es así, «¿por qué no va a encajar en el Santa Cruz?». Como principio, quiere poner una pica en Flandes, dado que «una colección contemporánea en Toledo me parece que muy importante, que pasemos del Greco a ser contemporáneos, que la ciudad despierte y que despierte la cultura contemporánea». Además, puede dar pie a que, si el Gobierno de Castilla-La Mancha se preocupa y así se lo exige a Madrid, puedan ponerse en marcha todas las salas del Santa Cruz y sacar todos sus fondos a la luz.

Sala Mudéjar. Porque uno de los argumentos que se han puesto sobre la mesa para rechazar desde algunos sectores de la ciudad la llegada de la colección contemporánea es que los almacenes del Santa Cruz ya atesoran muchos fondos que no salen a la luz. Jule no niega la importancia de todos estos fondos, todo lo contrario. Pero «lo desagradable de este caso es que nos acordamos ahora de los fondos que tiene el museo cuando aparece un señor que trae una colección. ¿Por qué no nos acordamos ayer de la colección del Santa Cruz? ¿Por qué no han divulgado esta colección? ¿Por qué no la han sacado a la luz? ¿Por qué no han adecentado las salas que están vacías?».

No oyó las voces que hoy dicen que «nos han robado el Santa Cruz» cuando llegó la colección de cerámica. Tampoco ha escuchado Jule a nadie reivindicar, hasta ahora, la apertura de salas que en su día se montaron en el museo y que a día de hoy permanecen cerradas. Salas como la que, justo al lado del crucero, recoge una muestra de obras mudéjares. Recuerda el pintor que Alfonso Caballero la proyectó y montó sobre el año 2014. Pero cuatro años después, permanece cerrada, por motivos que se le escapan. «Porque, la verdad, es una sala meritoria, con mucha cerámica mudéjar, mucha madera, muy digna», apunta.

Hay fondos del Santa Cruz, apunta el artista, que se almacenan en sus sótanos, cogiendo polvo y humedad, degradándose en ocasiones. Necesitan de un punto de inflexión que facilite que, de una u otra forma, salgan a la luz y ocupen los muchos espacios inutilizados en el Santa Cruz, Santa Fe y espacios de la antigua Biblioteca de Toledo. Un punto de inflexión que, para lo bueno o para lo malo, puede ser esta colección Polo.

Ejemplo alemán. Jule advierte que el Santa Cruz tiene espacio suficiente para sacar a la luz todos sus fondos y albergar la colección Polo, «lo que hace falta es voluntad y dinero». El problema es que el museo depende del Ministerio de Cultura, no de la Junta de Comunidades. Y parece que la Dirección General de Museos «no dispone de dinero más que para el Prado», mientras que no invierte lo que debería en el Santa Cruz.

Si la colección Polo es el revulsivo que se espera, y aún hablando de hipótesis, dado que se desconocen las obras concretas que llegarán a la ciudad, Jule apunta que puede dar pie a que el Gobierno regional pueda exigir a Cultura para que se pongan en marcha todas las salas cerradas, y se exhiban todos los fondos guardados. Aún en el caso de que no fuera así se podría retirar la colección y utilizar las salas que se van a poner ahora en marcha para sacar los fondos que están acumulando polvo.

Recuerda Jule el ejemplo del museo Ludwig en Colonia. Como Polo, Ludwig fue un empresario (en este caso chocolatero) que invirtió su dinero en obras de arte contemporáneas. Colonia le llamó y le hizo un museo de cristal, nada menos que a los pies de la catedral. Durante las excavaciones, salieron restos romanos, incluido un guerrero de bronce. La parte inferior del museo recoge estos restos, y la superior, el museo Ludwig. Aquisgrán, ciudad natal del coleccionista, entró en cólera, y este donó obras para un segundo museo, en una antigua fábrica de paraguas, que también se ha convertido en referente. Ambas ciudades han crecido culturalmente. ¿Por qué no se puede repetir el caso en Toledo?, se pregunta Jule.