Un día de campo, una jornada de romería

J. L. M. / Talavera
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Cientos de talaveranos volvieron a congregarse un año más en la ermita de Santa Polonia para disfrutar de una jornada campestre a poco más de 5 kilómetros del casco urbano

En pleno invierno hay que andarse con mucho ojo si uno quiere disfrutar de una jornada campestre, ya que durante la estación invernal la climatología suele jugar malas pasadas en forma de días lluviosos, nublados o sencillamente con las lógicas temperaturas bajas. Por este motivo, la celebración en Talavera de la tradicional romería en honor a Santa Apolonia, que desde hace unos años ha vuelto a convertirse en una festividad más dentro del calendario de festejos locales, depende muy mucho de los caprichos del tiempo y de tener más o menos suerte de dar con un día en el que se esté cómodo al aire libre en pleno campo.

La conmemoración de este año no pintaba bien a tenor de lo ocurrido el sábado, debido a que la jornada sabatina estuvo marcada por las lluvias y todo hacía pensar que el domingo iba a ocurrir lo mismo. No obstante, el último día del fin de semana amaneció despejado, con un cielo azul muy luminoso y con un sol que aplacaba el frío viento de febrero. Esta conjunción climatológica fue muy propicia para que cientos de talaveranos se animaran ayer a cubrir a pie los poco más de 5 kilómetros que hay entre el casco urbano de la ciudad y el pequeño templo en el que se encuentra la imagen de San Apolonia, ubicado concretamente en una finca de propiedad particular emplazada en la antigua comarca de El Berrocal, donde a su vez se encontraba la desaparecida aldea de Peña del Cuervo.

Además, para gratificar la peregrinación hasta la ermita de Santa Apolonia el Ayuntamiento preparó 300 bastones para los 300 primeros romeros inscritos en la caminata. Eso sí, todos tuvieron que arrancar su particular recorrido entre las 10 y las 11 de la mañana desde la plaza de los Tres Olivos y, sobre todo, tuvieron que sellar su carné de romero en tres puntos de control: junto al huerto de placas solares que hay al lado del camino por donde transcurre la romería, en el Canal Bajo del Alberche y frente al capilla de la santa.

De esta forma, al mediodía las inmediaciones de la pequeña iglesia eran un hervidero de gente entre aquellos que esperaban la entrega de su bastón y los que hacían tiempo hasta que diera comienzo el oficio religioso en honor de la también patrona de los odontólogos y virgen que se invoca para aplacar los dolores de muelas. Entre este gentío también se encontraban numerosos representantes políticos de la ciudad con el alcalde, Jaime Ramos, a la cabeza, que estuvo acompañado por varios integrantes de su equipo de Gobierno en el Ayuntamiento. Tampoco faltó el delegado de la Junta en la ciudad, David Gómez, ni concejales del PSOE.

Otros medios. Pero para tomar parte activa de la romería de Santa Apolonia no es condición expresa acudir hasta la ermita a pie, ya que el trayecto se puede cubrir igualmente a caballo, en calesa, en bicicleta, en autobús urbano o en coche particular. Los que se decantaron por este último medio de transporte contaron con numerosas plazas de aparcamientos situadas a poco más de un kilómetro del cerro donde se encuentra el templo, vigiladas en todo momento por voluntarios de Protección Civil y por efectivos de la Policía Local. Mientras, los que prefirieron el bus dispusieron de convoyes habilitados por el Consistorio a las 11 y a las 11:30 para cubrir el camino de ida, al igual que a las 15 y a las 15:30 horas para volver a la ciudad.

En cuanto a los que efectuaron la ruta a caballo o en calesas, fueron los que más miradas centraron entre el resto de asistentes, ya que el que más o el que menos preparó a su montura con las mejores galas. No obstante, en esta ocasión hubo menos equinos que en convocatorias anteriores, aunque los que acudieron contribuyeron a enriquecer el ambiente de una jornada de campo que pretendía ser además un encuentro cultural, de ocio y de recuperación de las tradiciones locales.

Respecto a la comida, muchos optaron por cargarse a la mochila un bocadillo, algo de fruta y alguna bebida, y otros se decantaron por llevar en neveras un variedad mayor de viandas, que luego asaron en parrillas para deleite olfativo del resto de la concurrencia. Y para aquellos romeros que se presentaron de vacío y sin nada que llevarse al estómago, se repartieron cerca de 700 raciones de migas, plato contundente donde los haya para reponer fuerzas.