El Ateneo ensalza la obra literaria de Santa Teresa en el marco toledano

J. Guayerbas
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José Vicente Rodríguez, carmelita descalzo, impartió ayer una conferencia sobre la Santa de Ávila para destacar la importancia de esta mujer en la ciudad donde fundó en mayo de 1569

Juan José Fernández, presidente del Ateneo, ayer, junto al padre José Vicente Rodríguez que destacó la relación de Santa Teresa con Toledo. - Foto: Víctor Ballesteros

Santa Teresa de Jesús y su vinculación con Toledo quedó ayer más que testada a través de la conferencia que el padre José Vicente Rodríguez de la comunidad de Carmelitas Descalzos impartió invitado por el Ateneo Científico y Literario. En el claustro del monasterio carmelitano, este sacerdote experto y estudioso de la vida y obra de San Juan de la Cruz y de Santa Teresa esbozó en una línea temporal la historia y la relación de la Santa de Ávila con la ciudad imperial.

«Aquí escribió una primera redacción del libro de la vida y una primera parte del libro de las fundaciones, además de 122 cartas, algunas de ellas de gran extensión», comentaba el ponente para afirmar que a la Santa le gustaba Toledo y fijar su primera estancia en la ciudad en enero de 1562 enviada por el provincial de Castilla para acompañar a doña Luisa de la Cerda ‘que estaba muy afligida a causa de habérsele muerto su marido’, como escribe la propia Santa Teresa.

«De Granada se ha dicho que era el escritorio de San Juan de la Cruz, decir de Toledo que era el escritorio de la Santa es también verdad», indicaba el padre José Vicente para enumerar las obras que la Santa escribió o inició en sus estancias en Toledo. «En el prólogo de Las Moradas ya dice que comenzó a escribirlo aquí y creo que las Exclamaciones también fueron en Toledo en 1569 y por orden del padre Jerónimo Gracián escribió ‘El modo de visitar los conventos’», explicaba ayer el ponente, además de asociar a la producción literaria de la Santa en la ciudad el conocido escrito ‘El Vejamen’ y nueve de las llamadas ‘Cuentas de Conciencia’.

El padre José Vicente incidía también en la importancia de las reuniones a las que asistió Santa Teresa en estos seis primeros meses de 1562. «La casa de doña Luisa se iba convirtiendo en algo así como un cenáculo de gente ilustre en torno a Teresa de Jesús», explicaba, para destacar una serie de personajes como el dominico García de Toledo, San Pedro de Alcántara o María de Jesús Yepes que había sido monja en las carmelitas calzadas de Granada y emprendió un viaje a Roma donde logró un Breve para fundar un convento de carmelitas reformado.

La relación de ésta religiosa con la Santa, argumentaba el padre José Vicente en la conferencia, dio como resultado la fundación en Alcalá de Henares en septiembre de 1562 de un convento que persiste y en el que estuvo de priora una hermana de Miguel de Cervantes. Ésta sería la primera fundación de María de Jesús Yepes tras analizar con Santa Teresa el verdadero espíritu de la vida contemplativa y conventual.

Otras estancias. Tendrían que pasar seis años para que la Santa regresase a la capital. El 30 de marzo de 1568 firmaba en la ciudad las escrituras para la fundación de Malagón. El 2 de abril, tal y como apuntaba Rodríguez, llegó a esta localidad ciudadrealeña para inaugurar el convento el día 11.
La fama de santidad de Teresa a su regreso a Toledo era notable. «Todo el mundo acudía a verla y a saludarla y la rectora del Colegio de Doncellas le envió un montón de regalos», indicaba el padre José Vicente antes de profundizar en la fundación de las Madres Carmelitas Descalzas en Toledo en mayo de 1569.

Con esta ponencia el Ateneo Científico y Literario se suma a los actos conmemorativos del IV Centenario de la Beatificación de la Santa, que se celebrará el próximo 24 de abril. «Esto fue todo un acontecimiento en la época, en la Iglesia de San Hermenegildo de Madrid Lope de Vega y Cervantes dedicaron poemas a la nueva beata», puntualizaba Rodríguez.

La fundación en Toledo cuajó en unas casas de alquiler en la zona de Santo Tomé, en las llamadas casas de doña Cecilia. «Ahí estuvieron un año hasta que comprar las dependencias de la calle Núñez de Arce donde se estableció la comunidad hasta 1584, ahí llegó a refugiarse San Juan de la Cruz cuando escapó de la cárcel», comentaba el padre José Vicente para enlazar con la última estancia de la Madre en la ciudad, de junio de 1576 a julio de 1577.