Ascendente Apostolado Rojas

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Paco Rojas presentó, frente al Museo del Greco, una obra escultórica que reinterpreta la serie creada por el cretense rescatando la idea de que «se refirió al conjunto a modo de Última Cena

Ascendente Apostolado Rojas - Foto: Víctor Ballesteros

Lo anunció y lo ha conseguido. Paco Rojas, pintor declarado seguido del Greco desde sus comienzos artísticos, relató a este periódico el verano pasado su intención de homenajear al venido de Creta con una reinterpretación personal de su Apostolado. Pues bien, coincidiendo esta presentación con el día de fallecimiento del Greco y acompañado por el alcalde de la ciudad, el creador toledano ha exhibido su aportación a esta conmemoración con mimo y detalle.

Especialista en no dejar ningún cabo suelto y en imprimir a sus composiciones una suerte de sello imperturbable, los doce personajes recogen el idea de que el Greco se refirió al conjunto a modo de Última Cena. De ahí que desde un tratamiento elevado y, por ello, sumamente elegante y apenas apabullante, haya optado -en el apartado estético- por articularlos en torno a un agrupamiento a izquierda y derecha ya que, afirmó, cree que los retratos del Greco «están colocados de forma que van girando para mirar al salvador que está en el centro». Esta concepción, muy de la Italia de la época y que «posiblemente conoció el Greco durante su estancia allí», parte de la idea gestada por Leonardo que «representa a los santos en esta dirección».

Recupera, en esta nueva propuesta, el conjunto a través de la creación de doce torsos de figuras esquematizadas íntimamente relacionadas, claro está, con la idea de que el Greco «era el manierista más genuino que ha dado la historia». Y puesto que lo que hace son «elevaciones de santos y de grande personajes que miran hacia la gloria y que levantan los brazos al cielo», Rojas acomete una suerte de revisión contemporánea centrada en el alargamiento y la dinámica. Todo gracias a un ritmo de inclinaciones que no son nunca verticales, y que exhiben lo que se visiona con brazos lanzandos en ascensión hacia el cielo, «hacia la gloria celestial».

Técnicamente, apreció, son composiciones que se unen entre sí formando «el concepto volumétrico» y saliendo de un pedestal muy esbelto que, una vez más, recoge la línea ascendente que el Greco cultivó «en su última etapa» pictórica. Porque no existe mejor emplazamiento para concluir con éxito su plan, Paco Rojas apostó por ubicar su conjunto escultórico frente a la que tradicionalmente se ha conocido como «su casa» y es, ahora, su Museo. Para conseguir el efecto adecuado, el autor lleva meses articulando la mejor de las instalaciones conocedor de que, para que la degustación sea completa, le requieren distancias justas y equilibrios tendentes a la contemplación de la individualidad sin perder el efecto colectivo.

Sin embargo, y pese a que esta obra fue concebida para este espacio concreto, no opuso resistencia, Rojas, a la intención anunciada por el alcalde de adquirir esta serie escultórica para reubicarla en un otro espacio de la ciudad. No quiso, Emiliano García-Page desvelar el lugar elegido, pero el pintor aludió a la posibilidad de que este Apostolado se instale frente a la entrada de la Biblioteca regional.