Una bomba adosada a un autobús mata a 12 guardias del presidente

AGENCIAS
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El artefacto, que estaba colocado en la parte inferior de un vehículo oficial, fue accionado por control remoto cuando pasaba por la sede del antiguo partido del derrocado dictador Ben Ali

 
El terror volvió a golpear ayerTúnez, después de que al menos 12 miembros de la guardia presidencial murieran y otros 16 resultaran heridos en un atentado perpetrado en la capital, que las autoridades no dudan en atribuir al Estado Islámico (EI) y que es el tercero que sufre el país en 2015.
El ataque se llevó a cabo al caer la tarde en la céntrica avenida Mohamed V, una de las principales arterias de la ciudad, lo que obligó al Gobierno tunecino a decretar el estado de emergencia en todo el país. 
Por su parte, el presidente de Túnez, Beji Caid Essebsi, canceló su inminente viaje a Europa y confirmó la imposición de un toque de queda en la capital. Los movimientos estarán limitados hasta las 5,00 (hora local) de hoy. Además, el Ejecutivo ordenó reforzar la seguridad en torno al aeropuerto internacional de Túnez-Cartago, que permanece abierto, e intensificar los controles en las zonas turísticas. 
El asalto supone un cambio en la estrategia del grupo yihadista en la zona que, tras hundir la industria de turismo, apunta ahora contra las Fuerzas de Seguridad. «Fue una bomba adosada a la parte inferior del vehículo oficial o dejada en la calzada, y probablemente accionada por control remoto al pasar por aquí», explicó una fuente de l Gobierno tunecino.
«Había muchos cadáveres por el suelo, algunos mutilados, y el autobús ha quedado destrozado. Completamente destruido», aseguró por su parte un testigo.
 
UN LUGAR SIMBÓLICO. La zona del ataque es, además, un lugar considerado altamente simbólica: el vehículo explotó frente a la sede del antiguo partido del derrocado dictador Zinedin el Abedin Ben Ali y a escasos 200 metros de la Plaza del 14 de enero, fecha en la que fue destituido del poder dicho exmandatario. 
Se trata de un amplio espacio presidido por un enorme reloj de hierro en forma de pirámide, que une el bulevar Habib Bourguiba, corazón comercial de la ciudad, y la avenida Mohamed V, centro de negocios y lugar donde se concentran varios edificios oficiales.
«No son musulmanes. Son gente sin corazón que nos ataca, que no quiere la libertad y la democracia, igual que pasó hace una semana en París», aseveró al Hadadi, una mujer de unos 30 años que, junto a varias personas más, inicio una protesta silenciosa con velas en el centro de la plaza.
«No representan a los musulmanes, son una vergüenza para nuestra religión y nuestro país. Que nadie piense que los tunecinos somos así, por favor», suplicó final mente esta joven.