Javier Sierra y el poder de las palabras

F. Rodríguez
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El autor del Premio Planeta desgranó ayer en Toledo la investigación que le llevó a escribir su novela más profunda y filosófica

A menudo subestimamos el poder de las palabras. Javier Sierra vino ayer a Toledo a recordarlo. No en vano esa afirmación es la primera frase de su última novela, ‘El Fuego Invisible’, ganadora del Premio Planeta 2017 y, sin duda, el enfoque más original dado en los últimos tiempo al mito griálico sin ser ese ni mucho menos el argumento de su trabajo.

La sala de conferencias de la Biblioteca de Castilla-La Mancha se llenó ayer para escuchar al escritor turolense, que se encargó así de abrir por todo lo alto los actos del XX aniversario de la biblioteca del Alcázar.

Curiosamente, hace también 20 años que Javier Sierra publicó su primera novela, ‘La dama azul’. Pero el escritor aragonés no cree en las casualidades ni en las coincidencias maravillosas. «Creo en los detalles que nos dicen cosas importantes», apuntilló tras la presentación realizada por la directora de la biblioteca regional, Carmen Morales, y, especialmente, tras la intervención de su particular cicerone en el día de ayer, el profesor, investigador y escritor toledano Luis Rodríguez Bausá.

Amigos desde hace años, Bausá sorprendió a todos con una serie de diapositivas de Sierra desde su infancia. Las imágenes demostraron que lo de escribir le viene desde siempre, así como su pasión por el ‘Más allá’ o por la ‘Otra dimensión’.

La trayectoria de Sierra avala su trabajo. Pero sin duda, el elemento que Bausá destacó del flamante Premio Planeta es «que siempre que se le necesita acude». Algo muy difícil en estos tiempos.

Con todo, una vez superada la jugarreta de ver fotos suyas cuando aún lucía acné, llegó el turno del autor de ‘El Fuego Invisible’.

Javier Sierra expuso a los asistentes los elementos que le llevaron a construir la novela. Cuatro años de investigación en los que reconoce «momentos de gran desaliento». Y es que la misión no era fácil. Trabajar con el poder de las palabras que se inventan no es tarea fácil. Y mucho menos demostrar que se trata de eso, palabras inventadas.

Ahí llegamos al grial. Sí, porque no hay que olvidar que ‘El Fuego Invisible’ es una actualización del mito. Mejor dicho, del símbolo que lo genera.

Las referencias al grial son antiguas; pero menos de lo que se cree. Ni los evangelios, ni las cartas del apóstol de los gentiles a los Corintios hablan de un grial concreto, pero sí de un cáliz cualquiera, como otros muchos.

El cuento del grial surge hacia finales del siglo XII con la obra ‘Perceval ou le Conte du Graal’, de Chrétien de Troyes. Se cita unas 25 veces en mil páginas, pero nunca dice que sea una copa, un cáliz ni nada parecido; ni que fuera usado por Jesús en su última cena.

Fue años más tarde cuando otros autores cogieron el testigo y terminaron una historia que su creador dejó incompleta; seguramente tras fallecer Chrétien de Troyes.

Así surgió ‘Parzival’, un poema épico medieval germano, de Wolfram von Eschenbach, en el que se completa la historia y se comienza a hablar del cáliz de Cristo como el Grial, de la espada Excálibur o de la Lanza de Longinos.

Sierra, en su investigación, descubrió referencias anteriores a esa misteriosa copa en una serie de iglesias románicas, y se puso a indagar cuándo surge la palabra y cuándo la leyenda, apuntando a que el mito del Grial se acuñó durante la formación del reino de Aragón. Pero todo ello sin pasar por alto la referencia al árabe Flegetanis y su afirmación de que el Grial estaba en Toledo. El guiño era obligado.

«La palabra Grial cambió la mentalidad de Europa», señaló el autor para volver al argumento de su obra. Y es que, Javier Sierra ha construido su obra más profunda y ‘filosófica’ (etimológicamente  ‘amor a la sabiduría’) incidiendo en el poder de las palabras que se inventan en un momento dado para no salir jamás de nuestro vocabulario.

¿De dónde surgen la ideas? ¿Existe ese ‘Fuego Mágico’ del que brota la inspiración? Si no saben la respuesta, lean a Sierra y saquen sus propias conclusiones.