Cinco minutos de adelanto y muchas protestas

Justo Monroy
-

José Luis Rodríguez Zapatero, José María Barreda y Esperanza Aguirre llegaron a Toledo en el viaje inaugural del AVE

Con cinco minutos de adelanto sobre el horario previsto ponía el pie sobre la remodelada estación de Santa Bárbara el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, tras el viaje inaugural del tren de alta velocidad que une Toledo y Madrid. La llegada del AVE a la capital regional (en realidad es un Avant, insisten una y otra vez desde Renfe) se había convertido desde hacía tiempo en uno de esos proyectos de ciudad en los que los partidos mayoritarios habían puesto su empeño. Hoy hace una década, por fin se ponía en marcha de forma oficial, para al día siguiente comenzar a funcionar de forma regular.

Aquel viaje inaugural fue para políticos y prensa. En él estuvieron junto el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero; los ministros de Defensa y Fomento, José Bono y Magdalena Álvarez, respectivamente; el presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, y su homóloga en la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre; y el alcalde de Toledo, José Manuel Molina. El tren lanzadera salió a las 9,40 de la estación de Atocha y llegó a su destino a las 10,10. El primer Avant, por lo tanto, recorrió los 75 kilómetros entre Atocha y Santa Bárbara en justo media hora. Sustituía a aquel tren tradicional que llegaba hasta la capital, vía Aranjuez, desde 1858, y lo hacía no sin críticas por parte de usuarios, que se manifestaban fuera.

En su discurso, Rodríguez Zapatero atribuyó el mayor mérito al actual ministro de Defensa, José Bono, para sólo después mencionar la labor de su sustituto al frente del Gobierno de Castilla-La Mancha, José María Barreda, y del alcalde de Toledo, José Manuel Molina. Como era de esperar, sus palabras no gustaron en absoluto a la presidenta de madrileña Aguirre. El presidente aprovechaba para anunciar que los Presupuestos Generales del Estado de 2006 contemplan un 85 por ciento en las inversiones para Toledo, lo que le situaban como «la tercera  provincia española en la que más han crecido». En relación a los pocos más de 30 minutos que separarán a partir de ahora a Madrid y Toledo, Rodríguez Zapatero habló de «un buen proyecto» en el que «se han superado con éxito algunos problemas y se han mejorado ciertos detalles del planteamiento inicial que puso en marcha el anterior Gobierno». Además, anunció solemnemente que en los siguientes años, la comunidad pasaría de los 400 kilómetros de líneas ferroviarias de Alta Velocidad del momento a contar con algo más de 1.000 kilómetros, y todas las capitales de provincia de la región e importantes comarcas como Talavera o Puertollano estarían conectadas entre sí y con el resto de España mediante esta infraestructura.

Al igual que la mayor parte de los representantes políticos, el presidente regional, José María Barreda, coincidió en calificar el día de «histórico». Considera que infraestructuras como la línea de Alta Velocidad Madrid-Toledo suponían la mejor manera de articular España y de impulsar sus comunicaciones. A partir de ese momento, Castilla-La Mancha, «que siempre ha ocupado el mismo lugar en la Península, pasará a estar mejor comunicada de lo que ha estado nunca». Mientras tanto, la presidente de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, indicaba que en aquel acto de inauguración, «no habría venido mal» que se hubiese reconocido la labor del anterior ministro de Fomento del PP, Francisco Álvarez Cascos.

En el ámbito local, José Manuel Molina, tan dado a hablar del pasado, recordó que aquel momento tenía su antecedente histórico a finales del siglo XIX, con la llegada del primer tren a la ciudad, lo que, en su opinión, supuso una gran reactivación para la localidad. Tras el viaje en AVE, el primer edil puso de manifiesto que el proyecto era una apuesta de futuro para la ciudad. No obstante, para el alcalde lo más importante era que Toledo había avanzado «muchísimo» en los últimos años y, «sin lugar a dudas», recibía un impulso fundamental con una infraestructura nueva «que será completada cuando se abra la autopista de peaje que también nos va a comunicar con la capital del país». Y el presidente de la Diputación provincial de Toledo, José Manuel Tofiño, anunció por su parte que ya se habían visto varios lugares para ubicar el intercambiador del Tren de Alta Velocidad de la zona de La Sagra,  al cual consideraba el «impulso definitivo que la parte norte de la provincia necesita para seguir creciendo».

Protestas. Sin embargo, más allá de la complacencia política, el AVE nació en Toledo con polémica, con mucha polémica y protestas por parte de usuarios, trabajadores, asociaciones de consumidores, grupos políticos, e incluso Artur Mar y José Antonio Labordeta.

La Ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, afirmaba que el precio de los billetes en la nueva línea de Alta Velocidad Madrid-Toledo era «muy asequible y competitivo». Sin embargo, frente a esta versión se posicionaron los usuarios habituales del hasta aquel mismo día servicio regional, cuya opinión difería sensiblemente. La Tribuna los acompañó en su último viaje. Tomaron un autobús hasta Algodor y desde allí el ferrocarril tradicional. Uno de ellos, Fernando (como la mayoría, de la plataforma AVE a Toledo Útil) comentaba que no le convencía el AVE. «Tal y como está diseñado, como mucho me ahorraré diez minutos, y tendré que pagan ochenta euros más», se quejaba. Además, no había horarios de vuelta convenientes para muchos trabajadores, que tendrían que buscarse una alternativa.

En el mismo viaje, acudían a Madrid el alcalde de la ciudad, José Manuel Molina, y el concejal de IU, José Esteban Chozas. Chozas, coincidía en que por el mismo tiempo de viaje los usuarios pagarían una tarifa bastante más alta, ello sin olvidar la pérdida que se produce de la conexión con Aranjuez. Defendía que el AVE no es un tren para la mayoría de los ciudadanos, sino para un colectivo pequeño y que, a partir de aquel momento era hora de empezar a reivindicar el mantenimiento de la línea convencional. Entre sus peticiones también estaban que los usuarios del tren tengan la opción de incorporarse a la red metropolitana de la Comunidad de Madrid.

La plataforma AVE a Toledo útil hubiera querido entregar en persona al presidente de la Junta, José María Barreda, las ochocientas firmas, recogidas en sólo un día, en las que pedía que denunciaban la falta de tacto hacia los usuarios que usan el tren a diario. Tuvieron que conformarse con el subdelegado del Gobierno, Javier Corrochano, y el delegado provincial de Obras Públicas, Félix Ortega.

Al tiempo, los supervisores del AVE amenazaron con huelgas si no se incluían supervisores en el tres, y CCOO protestaba en la estación por el traslado forzoso de siete interventores a Madrid. La cosa no quedó allí. La Unión de Consumidores se planteó denunciar a la concesionaria del aparcamiento, porque al tarifar por hora, estabas vulnerando la legislación vigente. La Asociación de Vecinos Alcántara pidió que el aparcamiento fuera gratis, para evitar así la invasión de coches en Santa Bárbara; volvió a retomar la idea de soterrar el AVE, para eliminar la barreda de las vías y abrir el barrio al Tajo; y se lamentó la eliminación del tren convencional, que comunicaba Toledo con el resto de la región. En el mismo sentido, para el presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Toledo, José Manuel García, «el AVE se podía haber planteado desde una perspectiva distinta, gastándose menos dinero en infraestructura y haber hecho un tren regional».

Como anécdota, destacar las protestas del presidente de CiU, Artur Mas, y del diputado nacional de la Chunta Aragonesista, José Antonio Labordeta. El primero calificó de “escarnio” el hecho de que el AVE llegara antes a Toledo que a Barcelona. El segundo avisó que los precios de este tren son inferior a los que pagaban usuario aragoneses por trayectos similares.