¿Es ecofeminista su San Valentín?

L.G.E.
-

Aparte de los reparos que tiene con lo que llama «consumo romántico», la responsable de Consumo de Ecologistas en Acción recuerda que detrás de un ramo de flores puede haber mujeres colombianas trabajando en túneles de plástico

Charo Morán avisa de que es imposible ser coherente al 100% en este contexto consumista, pero que se puede ir haciendo cosas poco a poco. - Foto: Ví­ctor Ballesteros

Hoy es San Valentín, uno de los días más consumistas del año. Quizá haya regalado, quizá le hayan regalado o quizá haya deseado tener a alguien a quien regalar. ¿Pero esos regalos son ecofeministas? Un día antes al 14 de febrero la responsable de Consumo de Ecologistas en Acción, Charo Morán, dio una charla para ver el consumo desde un punto de vista ecofeminista y explicar así por qué hay que hacer una huelga de consumo el 8 de marzo. Se trata de una iniciativa  de la Plataforma 8 de marzo de Toledo, que va a dedicar cada semana de febrero a uno de los ejes de la huelga.

Morán contó que puede haber un lado oscuro en «algo tan bonito como que nos regalen un ramo de flores». Señaló que el principal productor de flores del mundo es Colombia y que es fácil que muchas de las que se venden en España vengan de allí. El problema está en que se cultivan en invernaderos en los que la mayoría de mano de obra son «mujeres que trabajan en túneles de plástico». Avisó de las condiciones precarias en las que trabajan porque además ese techo de plástico incide en la concentración de pesticidas. Además desveló que  «los terrenos más fértiles y ricos para producción de alimentos para el mercado local, lo compran las grandes multinacionales para flor cortada».

Ese fue uno de los ejemplos para tomar conciencia de en qué puede afectar el consumo tanto al medio ambiente como a la mujer. En general, Morán mostró sus reparos con lo que denominó «consumo romántico», que además avisó de que es más caro simplemente por tener esa connotación. «De alguna manera mantiene el statu quo de lo que tienen que ser las mujeres frente a los hombres»,  comentó, «te hacen pensar en el príncipe azul, que nos cuidan, nos agasajan, pero es una milonga».  

Tenga una dosis alta o baja de milonga, hay regalos que pueden afectar directamente a la salud de otras mujeres que lo producen. Morán se refirió a la ropa. «Apenas hay producción local», recalcó, «nuestra ropa de las grandes marcas está hecha fundamentalmente por mujeres, con una situación en las que algunas de ellas trabajan incluso con pañal para no tener que ir al baño, trabajan a destajo».

Si el regalo es un viaje, también hay que estar conciencidados de lo que puede haber detrás. Morán se refirió a las ‘kellys’, las mujeres que limpian y hacen las habitaciones. «Hacen un trabajo muy físico, tienen patologías vinculadas a postura y con productos de limpieza con problemas tóxicos y alteradores hormonales», denunció.

Los productos tóxicos les afectan más a ellas. Aparte avisó de que hay muchos componentes tóxicos en alimentos, cosméticos y ropa y que las más perjudicadas son las mujeres. Explicó que hay una razón biológica que hace que ellas sean más vulnerables, por un lado por tener una constitución cíclica en comparación con los hombres y también porque sus cuerpos «acumulan más tejido adiposo donde se acumulan más esos tóxicos».

Aparte del consumo que se puede vincular con San Valentín, Morán también enumeró varios contextos productivos en los que se suelen producir abusos sexuales en las mujeres. Contó que suele ocurrir en las zonas donde hay plantaciones de aceite de palma y también en la extracción de coltán para los móviles. Además añadió un caso que es más cercano geográficamente, el de las trabajadoras de la recolección de fresas.

«Es un sector muy feminizado porque tenemos unas manos más pequeñas y delicadas para recolectar la fresa», expuso. Recalcó que trabajan muchas mujeres de origen magrebí «en situaciones casi de explotación laboral». Denunció que se producen casos de violencia sexual y por su cultura islámica no se atreven a contarlo en las familias y no testifican.

«La explotación de la naturaleza y las mujeres tiene la misma lógica capitalista, la de poner precios a las cosas», comentó, «las que no tienen precios, no interesan y lo que no genera ingresos se invisibiliza».