La catedral llora a Ramón Gonzálvez

Á. de la Paz
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El deán Juan Miguel Ferrer preside la ceremonia eucarística en la seo primada, desgrana la carrera sacerdotal del presbítero fallecido y alude a la fe del archivero emérito

La catedral despide a Ramón Gonzálvez - Foto: Yolanda Lancha

El sacerdote, investigador y archivero emérito de la catedral de Toledo, Ramón Gonzálvez, recibió ayer el último adiós de familiares y allegados durante la misa corpore insepulto celebrada en la seo primada y en su posterior sepultura en el cementerio municipal de la ciudad. El historiador, fallecido en la madrugada del lunes al martes, fue despedido por muchos de quienes le acompañaron a lo largo de una vida dedicada a la fe y la divulgación.

A las 11.30 horas, el cortejo procesional de sacerdotes se dirigió hasta la Puerta Llana de la catedral. El féretro con los restos mortales de Gonzálvez atravesó el umbral y fue conducido por dos trabajadores de la empresa funeraria hasta el altar de la Capilla Mayor. Varias decenas de presbíteros precedieron al ataúd durante su breve discurrir por el interior de la seo. El deán de la catedral, Juan Miguel Ferrer, presidió la ceremonia religiosa.

Entre los concelebrantes estuvieron los miembros del Colegio Catedralicio, párrocos que ejercen en la provincia eclesiástica de Toledo e incluso sacerdotes llegados desde otras diócesis españolas. Ferrer enumeró las diferentes etapas de la vida de Gonzálvez en el seno de la Iglesia católica y se unió al pesar por la pérdida humana. «Cuando un hombre muere, cuando se separa de nosotros, sentimos un gran vacío. Es natural que nos salgan lágrimas en los ojos», aseguró el deán durante la homilía.

Ferrer habló de la preparación que Gonzálvez llevó de cara a su final terrenal. El sacerdote padecía desde hace meses una grave enfermedad que acercaba su desenlace conforme pasaba el tiempo. «En esta etapa para bien morir lo comprendió y asumió lleno de fe y esperanza», dijo el celebrante sobre el difunto. El deán contó que el fallecido le llamó «hace menos de una semana» y que durante la conversación que mantuvieron volvió a ofrecerle «instrucciones precisas para su entierro».

Ferrer contó durante la celebración póstuma que en esa última llamada Gonzálvez depositó sobre su persona su agradecimiento para toda la Iglesia. «Estaba enamorado del ministerio que había ejercido a lo largo de tantos años». Durante la misa previa a la sepultura, se valoró la figura del malogrado pastor de la Iglesia y se le definió como siervo «que siempre respondió a la llamada del Señor, con entrega y entusiasmo».

A la ceremonia corpore insepulto acudieron los académicos Mario Arellano, Juan Estanislao López Gómez, Eduardo Sánchez Butragueño, Adolfo de Mingo y Félix Del Valle. Este último es expresidente de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo. En los bancos de la Capilla Mayor se sentaron antiguos seminaristas alumnos de Gonzálvez, profesionales de los archivos y estudiosos dedicados a la historia. También acudió a las exequias la candidata del PP a la alcaldía de Toledo, Claudia Alonso.

Finalizada la celebración eucarística, la comitiva partió hacia la Puerta Llana para despedir los restos mortales del difunto. Su féretro fue portado a hombros en ese tránsito postrero por el interior de la catedral. Su pérdida es la de un enamorado de Toledo y su historia. Nacido en la localidad pacense de Puebla de Alcocer en 1928, se ordenó sacerdote en 1952. Su labor docente comenzó en 1964 en el Seminario Mayor y fue nombrado canónigo de la catedral, asumiendo la labor de archivero, en 1976. La dedicación ininterrumpida a esta última tarea en las últimas cuatro décadas marcó gran parte de su periplo vital. 

Gonzálvez ha fallecido nonagenario. Su cuerpo descansa en el cementerio municipal, en una tumba contigua a las de sus padres.