La Escuela de Traductores se reivindica como centro formador y difusor de conocimiento

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Luis Miguel Pérez Cañada destacó que el centro continúa «traduciendo como en los siglos XII y XIII» y, claro está, divulgando lo recogido con la publicación, en estos 20 años, de unos 100 libros

La Escuela de Traductores se reivindica como centro formador y difusor de conocimiento - Foto: Víctor Ballesteros

La Escuela de Traductores celebró su 20 cumpleaños con la intención de «cumplir 20 años más estando tan jóvenes y teniendo tanta energía y proyectos como ahora». A través de unas jornada de puertas abiertas -que incluyeron un taller de escritura en árabe y hebreo a cargo de Bader Abd El-Khalik, una mesa redonda y una conferencia sobre traducción en la ONU-, Luis Miguel Pérez Cañada destacó la vitalidad de una casa que ha labrado esta cualidad «fundamentalmente con ilusión y con pocos recursos».

Una deriva, indicó el director, «que cada vez nos ha llevado a tener menos recursos pero, quizá, más voluntad e imaginación para buscar fuera el sostén para seguir haciendo el trabajo que nos ha sido encomendado».

Labor iniciada por Miguel Hernando de Larramendi y Gonzalo Fernández Parrilla -directores-fundadores de la nueva Escuela de Traductores de Toledo que estuvieron presentes en la celebración-, y continuada ahora con dobles y triples objetivos.

Porque además de servir a la ciudad a través de docencia de lenguas que no están implantadas aquí -como el árabe, el hebreo, el turco y el sefardí-, «que en estos años ha reunido a más de 400 alumnos vecinos de al ciudad» y de dinamizar el ambiento cultural de la misma, la Escuela de Traductores no ha descuidado su empeño investigador» participando en proyectos europeos gestados a través de una red de instituciones europeas creadas en los últimos años».

En este punto, recordó Pérez Cañada  la firma de «más de 15 convenios que siguen activos con todo tipo de entidades». Todo para «seguir traduciendo como se tradujo aquí en los siglos XII y XIII» y, claro está, para continuar difundiendo este conocimiento, no en vano en estos 20 años se han publicado «aproximadamente unas 100 obras traducidas del árabe».

Con esa vocación intacta, y agradeciendo «el esfuerzo a todas las personas que han hecho posible este largo y apasionante viaje», el director de la Escuela apuntó el importante trabajo desarrollado en torno a una suerte de retroalimentación cultural.

doble trasvase. Esto es, a diferencia de la Edad Media en la que el movimiento de traducciones era de trasvase del saber del Oriente al Occidente, «del saber griego, clásico, persa e indio que había sido traducido en Bagdad en el siglo IX al árabe, y que en Toledo se tradujo al latín», la misión actual «es doble».

Por un lado, la Escuela traduce «toda la producción intelectual, que no es poca, de la Cuenca Mediterránea -en árabe o en hebreo- al castellano, para servir de vector para introducirla en el mercado editorial español». Por otro, también impulsa el conocimiento de la literatura española traduciéndola al árabe. Uno de los ejemplos más significativos fue la traducción de la Constitución Española al árabe -a petición del Ministerio de Exteriores- como «colaboración en este movimiento de despertar que están viviendo algunos países árabes».

Y puesto que las cifras, en ocasiones, indican objetivamente las labores realizadas, sólo anotar que por la nueva Escuela de Traductores han pasado en estos 20 años «más de 1.800 alumnos de postgrado en el único curso de traducción árabe-español que existe en España, formándose más de 400 estudiantes de la ciudad en los cursos iniciación a la lengua árabe».

Además, y por si fuera poco, la institución tiene a gala como seña de identidad  la elaboración de cursos a la carta «para instituciones públicas o privadas que necesitan formación específica en estos ámbitos de nuestra especialidad».