Guerrero Malagón, bienvenido a casa

J. Guayerbas
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El día esperado y merecido. El Museo del Greco expone hasta el 11 de enero tres lienzos de Cecilio Mariano Guerrero Malagón. Un homenaje póstumo y un regreso al museo que le vio crecer.

El director del Museo del Greco, Juan Antonio García Castro, ayer, junto al hijo del pintor urdeño, Mariano Guerrero Corrales. - Foto: Víctor Ballesteros

Cecilio Mariano Guerrero Malagón regresó ayer a los museos. La expectación estaba servida. Ningún medio de comunicación quiso perderse este acontecimiento histórico con el que el Museo del Greco rinde su particular homenaje póstumo a la figura del pintor de Urda que con 14 años y alentado por los pintores Vera llegaba a Toledo para comenzar su carrera. Atrás quedaban la sierra y el pastoreo. Guerrero Malagón crece como artista.

Este es el inicio de la historia de un gran hombre. Emocionado, con lágrimas en los ojos y la mirada cómplice de su esposa Angelines, Mariano Guerrero Corrales, hijo del artista urdeño, agradecía al director del Museo del Greco un sueño hecho realidad. «Nunca se me había pasado por la imaginación que un cuadro de mi padre iba a estar junto a un Greco, José Antonio es el único que se ha acordado mi padre en Toledo», sentenciaba un hijo enamorado de un artista y de un padre.

«Para mí la Casa Museo del Greco es muy importante por muchas razones. Se me agolpan las ideas en la cabeza, yo he pasado aquí horas y horas junto a mi padre, mi padre copiando al Greco y yo junto al caballete», recordaba Mariano en la apertura de la exposición que el museo del Paseo del Tránsito dedica a Guerrero Malagón hasta el 11 de enero en la que se muestran tres lienzos de grandes dimensiones de la colección familiar del pintor fallecido en agosto de 1996.

«Al traer los cuadros el otro día me emocioné como estoy emocionado ahora recordando aquellos momentos cuando yo era un niño», compartía Mariano con los periodistas. «Siempre ha habido algún cuadro de mi padre aquí, en la portería, porque se vendían para turistas», apuntaba Mariano aún con el recuerdo vivo de Guerrero Malagón.

Como ya avanzaba este diario, la exposición tiene su detonante en el V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús y un lienzo en el que Guerrero Malagón representa la muerte o entierro de la Santa Ávila. A su vez, y gracias a la colaboración de los hijos del artista, el Museo del Greco expone otros dos cuadros: ‘La noche de los tiempos’ y ‘Semana Santa en Toledo’.

La vida de Guerrero Malagón se centró en el Greco. ‘Puedo asegurar que todos mis pasos los he andado cogido de la estrecha mano del cretense’ son las palabras que el pintor pronunciaba en la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas para abrir el curso 1982-1983. Y es que como ayer recordaba Mariano fueron numerosas las ocasiones en las que su madre y esposa del artista le decía ‘quieres más al Greco que a nosotros’.

«Mi padre llega en 1924 con 14 años del pueblo a Toledo, era pastor, y al llegar a Toledo, no conocía a ningún pintor,  pintaba con sus carbones, pero el pintor con el que se impacta fue el Greco», explicaba Mariano junto al director del museo, ambos agradecidos. «Me imagino a mi padre delante de unGreco, cuando se ponía delante de ‘El Expolio’ o de ‘San Bernardino’ le tenía que decir ‘padre vámonos’ porque era otro mundo para él, se olvidaba de todo con el Greco», indicaba Mariano.

El futuro de la colección familiar de Guerrero Malagón está en el aire, aunque la voluntad del artista era legar sus lienzos a la ciudad y a su pueblo, donde ya cuenta con un museo. «Él quería dejar un patrimonio a Toledo, porque él amó mucho a Toledo. Podría haberse abierto camino, le decían ‘deja Toledo, deja Toledo’ pero mi padre jamás quiso dejar Toledo hasta su muerte», apuntaba emocionado su hijo.

Por su parte, Juan Antonio García Castro, director del Museo del Greco, destacó la iniciativa cultural ‘... en la estela del Greco’ con la que el museo pretende exponer a aquellos artistas que de alguna manera se han visto influenciados por el candiota. «Guerrero Malagón, a parte de tener su mundo pictórico perfectamente definido, fue un grandísimo admirador del Greco y vivió de alguna manera en la famosa estela que dejó el afamado pintor cretense», comentaba el responsable de la casa-museo.