Cortejo fúnebre de penitentes y sepultureros de ajusticiados

Francisco J. Rodríguez
-

Jorge Manuel registró los costes del entierro de su padre y gracias a ello se conoce que El Greco fue escoltado hasta su tumba por hermanos de las Angustias y de la Santa Caridad

Penitente de las Angustias - Foto: Yolanda Lancha

La fe sin hechos no es suficiente para salvarse. Era una idea que El Greco compartió en vida y que su hijo, quizás cumpliendo instrucciones, ejecutó con un funeral del que no hay testimonio alguno, pero que se puede bosquejar a tenor del inventario de gastos que el propio Jorge Manuel Theotocópuli  registró en un protocolo del escribano Álvaro de Aguilar el 20 de enero de 1616, recogido por el historiador Francisco de Borja San Román; un documento que es el testamento oficial del Greco.

Jorge Manuel redactó el documento casi dos años después de su muerte, pero El Greco le concedió en vida un poder para hacerlo (fechado el 31 de marzo de 1614) en el que detalló todos los bienes que le dejaba en herencia y en el que, curiosamente, reconocía, frente a los autores que dudan de su religiosidad, «vivir y morir como buen fiel católico cristiano».

Así, dejando atado y bien atado el destino de sus bienes a su muerte, tampoco es de extrañar que adoctrinara a su hijo en la forma de proceder para su funeral, pero nada de eso quedó por escrito en el citado poder.

El Greco falleció el 7 de abril de 1614 a los 73 años y, como él mismo detalla en el protocolo de Álvaro de Aguilar, estaba «enfermo de enfermedad» y «echado en una cama», pero con «buen seso juicio y entendimiento natural». Otorga poder a su hijo para «hacer e ordenar» todas las «mandas y legados píos y graciosos que le pareciese», así como designar a sus albaceas (Dos Luis de Castilla, deán de Cuenca y a fray Domingo Banegas, profesor del monasterio de San Pedro Mártir) encargados de sepultar su cuerpo «en el lugar que les pareciera». A la postre Santo Domingo el Antiguo.

Sin poder demostrarse que El Greco diera instrucciones concretas para su funeral, lo único concreto se obtiene del análisis de los gastos detallados por Jorge Manuel.

En primer lugar destaca el hecho de que su hijo no encargara misas por su padre, algo muy extraño en una época donde era frecuente dejar algunos cientos para la salvación del alma y que acrecienta las teorías de su posible agnosticismo o creencias ortodoxas.

Sea como fuere su posición religiosa, lo cierto es que a pesar de no encargar misas por su alma, el féretro procesionó por las calles de la ciudad, desde la Judería hasta el monasterio de San Domingo el Antiguo, y que ese recorrido por las calles no pasó inadvertido, por el cortejo y por el personaje, cuya gran valía artística ya era reconocida en la época.

El Greco se hizo acompañar en el camino a la sepultura por dos cofradías de la ciudad, y su hijo pagó con la herencia el coste de dicho cortejo. La designación de ambas no parece fruto del azar.

En primer lugar se requirió la presencia de los hermanos de la Santa Caridad, fundada en 1085 tras la conquista de la ciudad por parte de Alfonso VI y constituida con la misión de dar sepultura a los ahogados en el río, muertos en combate y ajusticiados .

En segundo lugar se hizo acompañar por una cofradía que se ha mantenido intacta hasta nuestros días, la de las Angustias, que ya por aquel entonces era una cofradía penitencial y procesionaba con flagelantes lacerándose las espaldas.

Cargado de simbolismo, buscado u ocasional, El Greco se despidió de la ciudad que le dio la fama rodeado de vecinos y curiosos que, sin duda, no quisieron perderse el último adiós del griego de Toledo.

Testamento: De un cazo a un San Francisco, lo que del Greco se quedó su hijo

Un catre, media cama de nogal, cuatro colchones, otras tantas sábanas y almohadas, ocho servilletas, dos pares de medias de lino, dos cazos, dos sartenes... es el comienzo del inventario de bienes del Greco realizado por su hijo Jorge Manuel tras la muerte del pintor, una lista de objetos comunes de la que quería dejar constancia legal y entre la que se encuentran una lista de 30 libros en griego, otros 30 en italiano y, lo que es más importante, 107 de sus cuadros terminados y nombrados con lo que en ellos se representa, 150 dibujos de la mano del Greco, 30 trazas, 30 modelos de barro, 20 de yeso, 15 cuadros bosquejados y un cuadro de San Francisco a tamaño grande empezado y otro de la Virgen, San José y Santa Isabel también empezado. Un legado que hoy en día no tendría precio.

¿Qué motivo a Jorge Manuel a hacer un inventario? La causa última es un misterio, pero de esta forma, dejándolo por escrito, garantizaba la herencia para su hijo Gabriel y, desgraciadamente para él, los bienes que el alguacil de Toledo le pudo llegar a reclamar en 1622 a petición del Hospital de Tavera por un litigio entre ambos por una tasación. Embargo que se levantó el 16 de octubre de 1624 previo depósito de una fianza.