El Greco que pudo ser de Talavera

Francisco J. Rodríguez
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El 1603 el vicario de la villa firma un contrato con el hijo del pintor para hacer un retablo en la ermita del Prado del que responderá «en su persona y bienes» el propio Greco

 
 
Un retablo, las voluntades enfrentadas de un alcalde y un vicario y el apellido «Teotocopuli» de por medio. Es la síntesis de lo que pudo ser una obra del Greco para la villa de Talavera y los retazos que hoy en día quedan de esas negociaciones. Corría el año 1603 y el vicario y visitador de la villa, Juan de Avellaneda Manrique, tenía más que claro que quería la impronta del artista cretense vecino de Toledo para decorar la ermita de Nuestra Señora del Prado. Por contra, desde el Ayuntamiento, y amparados en el patronazgo que ejercían sobre el edificio, tenían en mente la participación de artistas locales como Esteban Angelino, Bernardino del Agua y Andrés Martínez, hombres de valía pero muy alejados de la impronta universal del Greco que ya Juan de Avellaneda había atisbado y de la que quería dejar constancia en Talavera.
Desoyendo las presiones ejercidas desde las Casas Consistoriales, el vicario de la villa realizó los preparativos para que el Greco se encargara de la construcción del retablo. Jorge Manuel Teotocopuli, hijo del cretense, fue el encargado de trasladarse a Talavera para rubricar el encargo, tal y como deja constancia el escribano de la villa Juan López de Aro en escritura fechada el 16 de abril de 1603.
En ella se puede leer cómo Juan de Avellaneda encarga a Jorge Manuel «hacer el retablo para la iglesia de la ermita de Nuestra Señora del Prado, lo que es la pintura, dorado y estofado del dicho retablo». El hijo del Greco, pintor y arquitecto, ejercía en aquellos años de representante de su padre en la firma de los contratos, procediendo posteriormente el propio Doménico Teotocopuli «a hacer suya la deuda ajena» ejerciendo como «fiador» de su hijo y obligándose «con su persona y bienes» a cumplir todo lo firmado por Jorge Manuel.
Prueba de ello es el documento adjunto y transcrito en esta misma página, fechado el 3 de julio de 1603 por el escribano del número Juan Sánchez de Soria en la ciudad de Toledo. Un poder notarial que une a Doménico Teotocopuli -como también pasa ese mismo año con los retablos de la Caridad de Illescas- con los trabajos de construcción del conjunto artístico de la ermita del Prado.
Con todo, que se dejara constancia constancia por escrito del encargo no quiere decir que el retablo fuera finalmente obra del Greco.
Posteriormente, en una carta del vicario de Talavera fechada en 1610 y recogida ya en nuestros días por el profesor Pedro Antonio López de Gayarre, el religioso venía a confirmar que tenía encargado el retablo «al pintor Dominico Greco y al escultor Toribio González conforme a cierta traza y en precio de 2.000 ducados»; unos datos que corroboran que siete años después de la firma del contrato la pieza seguía sin estar acabada, pero sí vinculada al nombre del Greco.
No será hasta 1620 cuando se vuelva a tener constancia escrita de las obras del retablo de la ermita del Prado, cuando el 9 de octubre llega un escrito del escultor Toribio González al Consistorio talaverano en el que afirma que «tiene casi hecho el retablo que este ayuntamiento hace para la ermita de Nuestra Señora del Prado de esta villa y que sólo falta por acabar tres o cuatro figuras», que se atreve a afirmar listas mediados del próximo mes de noviembre. La obra seguía en pie, pero ya sin el Greco.
¿Qué pasó? Es imposible saberlo sin ningún documento, pero lo cierto y verdad es que Doménico Teotocopuli no llega a dejar su impronta en Talavera; o al menos no como a él le hubiera gustado y en los términos fijados por escrito ante escribano del número.
¿Por qué? Otro misterio, aunque a buen seguro que los problemas entre Ayuntamiento y vicario jugaron un papel importante a la hora de retrasar los trabajos hasta llegar al triste fallecimiento del pintor el 7 de abril de 1614.
A partir de ahí, está claro que El Greco se desvincula de la obra, pudiendo replantearse el proyecto hasta quedar éste bajo la dirección de Toribio González, que a su vez confió las pinturas a otro artista menos afamado que el cretense y hasta hoy totalmente desconocido; una hipótesis recogida por Gutiérrez García-Brazales en 1982 en su libro ‘Artistas y artífices barrocos en el Arzobispado de Toledo’.
Para comprobar que los trazos del Greco no están hoy en Talavera no se puede terminar sin apreciar el propio retablo de la ermita del Prado. El conjunto artístico fue terminado en 1620, pero no se conserva en el lugar para el que fue construido.
El historiador del arte Antonio José Díaz Fernández se ha encargado recientemente de documentar que ése retablo encargado por el vicario Juan de Avellaneda Manrique se encuentra actualmente en la iglesia de San Francisco, también en la Ciudad de la Cerámica.
Para ello, realiza un meticuloso estudio de los pasos que dio la obra, que a finales del siglo XVII fue trasladado a la parroquia de San Pedro (también en Talavera) y que al desaparecer ésta fue nuevamente instalado en la actual iglesia de San Francisco una vez que en 1821 los franciscanos habían abandonado su convento e iglesia por la exclaustración.
Para sustentar su estudio, Díaz Fernández sigue el rastro del retablo y sus transformaciones, pasando de estar dedicado a la Virgen en sus inicios a terminar luciendo una escultura de San Francisco en su zona central que nada tiene que ver con su diseño original.
Por último, para cerrar el debate con otra voz autorizada, cabe cerrar las hipótesis de la autoría del Greco con la apreciación de Antonio Ponz Piquer, el ‘abate Ponz’, un historiador ilustrado y viajero español que a su paso por la villa de Talavera allá por 1778 en su camino para inspeccionar los bienes artísticos para ilustrar su obra ‘Viaje de España’ (1787), afirma al ver el retablo que es «de muy buena arquitectura, acompañada de diferentes pinturas razonables, que, a mi entender, son de algún discípulo del Greco; pero no tienen las extravagancias que suele haber en las de este». Juicio escueto, pero concreto, que a día de hoy elimina la posible huella del Greco en Talavera.