Aguafiestas según la Real Academia Española significa aquella persona que turba cualquier diversión o regocijo. Seguro que eso lo dicen porque no conocen la guerra del agua de Azucaica. Eso sí que son fiestas, y del agua. Que nadie lo malinterprete, allí sí que existen verdaderos “aguafiestas” en el buen sentido, sin turbar ninguna diversión ni nada parecido. Ayer a las 5 de la tarde lo único que se turbó fueron las altas temperaturas porque los vecinos del lugar disfrutaron de lo lindo echándose agua unos a otros entre risas y buen ambiente. Aunque algunos ya practicaban con cubos particulares antes de que llegara la cisterna, alrededor de las 5 en punto comenzó una auténtica batalla por ver quién refrescaba más al prójimo.

La guerra del agua no es algo nuevo, y ni mucho menos en Azucaica, pues los más melancólicos del barrio recordarán esta batalla como una de las tradiciones más divertidas de la ciudad. Lo que empezó con bromas de vecinos allá por la primeras fiestas del barrio, se ha convertido en algo habitual cada mes de julio. Ni hombres, ni mujeres, ni niños están a salvo si acuden sobre las 5 de la tarde por la Plaza de Azucaica, porque acabarán mojados. Y como es mejor prevenir que curar, el bañador en la tarde del domingo fue el uniforme oficial para la mayoría de los presentes, alrededor de un centenar de vecinos que disfrutaron como si estuvieran bailando bajo la lluvia.

Como acostumbran, toda esta energía para mojar al compañero más cercano no habría sido posible sin la tradicional paella del mediodía. Unas pocas horas antes de la batalla, los vecinos de Azucaica se movilizaron hacia la Plaza para degustar el plato y así coger fuerzas. Si de verdad todos los “aguafiestas” son así, que turben muchas más en el futuro.