Naturaleza en estado puro y fascinantes templos. Una combinación perfecta. La esmeralda de Indonesia no deja indiferente a nadie. Escenarios únicos, nunca antes vistos. 

Tras más de 12 horas de vuelo con escala incluida, aterrizo en un auténtico paraíso, Bali. Me alojo en Ubud, en el corazón de la isla. Y de inmediato, la amabilidad de su gente me conquista, algo que rivaliza con una belleza sublime natural. 

Diez días me esperan de aventuras, de nuevas sensaciones, de conquistas... y para ello opto por alquilar un ciclomotor, a mi parecer la mejor forma de moverte por la isla, eso sí con cierta precaución (dos euros al día y necesidad de tener el permiso internacional de conducir).

No hay tiempo que perder. Comienzo recorriendo los Arrozales de Jatiluwih, declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Me adentro en sus numerosos pasillos envuelto en un verde intenso. Cientos de terrazas escalonadas crean una postal idílica.

El camino continúa, y llego hasta el Templo Pura Ulun Danu Bratan, un hermoso recinto dedicado al dios del lago. Su exuberante emplazamiento, rodeado de agua, es razón de peso para visitarlo.