La doña Jimena retratada por Gala celebra el Día Mundial del Teatro

c.m. | TOLEDO
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La compañía Benavente sube a la escena del Rojas, mañana a las 20,00 horas, la obra 'Anillos para una dama' escrita por Antonio Gala y estrenada en septiembre de 1973

La obra ‘Anillos para una dama’ se estrenó en el Teatro Eslava de Madrid en septiembre de 1973 y fue María Asquerino la encargada de encarnar a una mujer, doña Jimena, ya viuda del Cid, que dos años después de la muerte de su esposo decide rehacer su vida junto a uno de los caballeros del Cid del que siempre ha estado enamorada, Minaya Álvar Fáñez.

Antonio Gala es el autor de una pieza, con la que obtuvo el Premio del Espectador y la Crítica, que la compañía Teatro Benavente ha decidido revisar sobre la escena, mañana a las 20,00 horas, del Teatro de Rojas.

Dirigida por Luis Miguel Romero e interpretada, entre otros, por Arturo Acero y Aurora Romero, el montaje elegido para representar el Día Mundial del Teatro es el «buque insignia» de una compañía con 50 años de trayectoria que, para la ocasión, camina de la mano de «uno de los grandes autores españoles» que «aborda un problema del pasado adaptado al futuro».

Porque la protagonista pone en tela de juicio «algunos de los mitos de la Historia» reivindicando «el papel de las grandes mujeres» que, como ella, se atrevieron a probar suerte a pesar de los tiempos, los honores y las tradiciones. Lo hizo solicitando permiso al rey Alfonso VI para que autorizase su matrimonio con el hombre que amaba, a lo que el monarca se negó por considerarlo una tradición a la figura del mito de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid.

De ahí que tanto Romero como Acero destacasen la importancia de una mujer que debe resignarse a ser la viuda del héroe pero que se niega a callar. Es por ello por lo que Gala se puso en la piel de Jimena para contar, en alto, «lo que debió sentir» olvidando «la losa de la Historia». Además, y con «maestría» más que confirmada del autor, la pieza rompe con los mitos implícitos a un guerrero que «frente al amor se derrumba».

Todo ello a través de «la palabra» escrita por quien se precia de ser ameno, divertido y satírico. Quizá por ello sea adecuado revisar a un autor aplaudido por la mayoría que, sin embargo y por suerte, nunca ha rehuido la batalla y la polémica.

Con una estética minimalista porque «lo importante es el texto y la palabra», Luis Miguel Romero respondió a la crisis del teatro asegurando que hoy como ayer «el teatro sobrevive porque sigue interesando a la gente» y porque, apreció Acero, «siempre habrá quien pronuncie palabras sobre un escenario».

Sobre el momento actual de esta disciplina, y sabedor de que «durante las crisis el teatro siempre va a más», el director consideró que la profesión «ahora está viviendo un momento crítico en el que el teatro debe encontrar nuevos caminos y metas». Así, apuntó que este es «un periodo de transición en el que encontrar la ubicación perfecta para el teatro».

Eso a pesar «del IVA cultural» y de los obstáculos que durante toda la Historia ha tenido que sortear un oficio para el que «hay que estar un poco loco».