Los conejos "desangran" las cepas

J. A. J. / V. de Alcardete
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Al roer las ramas para alcanzar la savia de las viñas, acaban provocando que se sequen. Esto provoca la pérdida de miles de cepas en municipios como Villanueva de Alcardete

Los conejos "desangran" las cepas - Foto: Yolanda Redondo

Igual que un animal necesita que la sangre recorra su cuerpo para vivir, una planta precisa que por su interior se mueva un líquido llamado savia que mueve los nutirientes que capta por su raiz a hacia las ramas para mantenerse lozano.  Esta lección que algunos recuerdan de su paso por el colegio ayuda a entender las quejas de los agricultores afectados por las crecientes correrías de los conejos por sus cultivos. Y es que el daño que pueden provocar estos animales va más allá de una simple pérdida de una cosecha. «Empiezan a roer hasta alcanzar la savia, y entonces la cepa se seca», comenta José Morata, agricultor de Villanueva de Alcardete y miembro de la directiva de Asaja Toledo, mientras muestra una cepa que en su base ha perdido la corteza por las dentelladas del conejo. El resultado es una planta muerta, que antaño aseguró de media seis kilos de uva al año. Morata remarca que así se encuentran miles de cepas por La Mancha, presentando como botón de muestra un plantel prácticamente perdido junto al casco urbano alcardeteño. Y al coste de una nueva plantación se suma la espera hasta que pueda empezar a prouducir, unos cuatro años.

El problema ha llevado a generalizar el uso de protectores en las cepas, con el consiguiente incremento de costes en un cultivo como la vid, en los que cada vez en menos campañas se perciben precios que permitan compensar los costes de producción. Pero es que estas prácticas protectoras también se han tenido que extender al olivar, ya que el conejo es capaz también de atacar las plantas de este cultivo aunque sean más grandes. El  animal es capaz de alcanzar con sus mordeduras, aunque sea haciendo equilibrios,  ramas situadas a 40 centímetros del suelo. El vallado de fincas, con alambradas situadas también  bajo el nivel del terreno, ha sido la respuesta más expeditiva para proteger las plantaciones de olivos, según muestra Morata y otro agricultor de la localidad, Miguel Santiago.

La convivencia con los animales silvestres y su búsqueda de comida ha sido tradicionalmente un gaje del oficio de labrador, a la altura de otros como el mal tiempo. Sin embargo, Morata remarca que, de sde hace unos años, la presencia del conejo en los campos manchegos ha alcanzado dimensiones de plaga por su capacidad destructora de las finca y su legendaria capaz de reproducción, que no se ve mermada como en el pasado por enfermedades como la mixomatosis. No hace falta ver al animal, que rehuye el contacto con el hombre, para comprobarlo. La multiplicación de madrigueras en cualquier talud atestigua la extensión del conejo a la vera de los sembrados.

Y es que el instinto de supervivencia ha asegurado que el animal sea «muy listo», como define gráficamente Morata, a la hora de minar el tereno con sus refugios. Se pueden ver junto a las tierras de labor, y de hecho se adivina su presencia a lo lejos sólo con ver las calvas que deja su voracidad en fincas de cereal, con la consiguiente merma de producción.

Pero el conejo también ha percibido las zonas en las que la disposiciones medioambientaleslimitan la acción del hombre para usarlas de santuario. Un ejemplo son los cauces de los ríos, minados de agujeros excavados en la zona de policía marcada por la CHT.  Otro ejemplo se da  en los taludes de infraestructuras como las carreteras o las vías del tren, donde también la caza está limitada. «Aunque se hagan con piedras, los conejos se apañan para  hacer túneles y se quedan ahí muy a gusto», explica el agricultor.

Morata señala como ejemplo de la dimensión de la plaga que, en un día, se ha llegado a cazar en Villanueva 500 conejos, sin que se vea que la población de esta especie haya retrocedido. Por ello, sólo ve como unica salida la caza libre fuera de la campaña, mientras se espera que las enfermedades vuelvan a poner coto a la extensión del conejo. «Este conejo no tiene los hábitos de antes, no se le ve por el monte pero le encanta bajar al término», afirma el agricultor resaltando la cercanía de las madrigueras a las tierras agrícolas y a las zonas habitadas.

¿De dónde viene? Es sabido que, en este año, una de las polémicas que ha surgido en torno a la plaga de conejos es si se está enfrentando una nueva variedad del animal, diferente al clásico conejo de monte. Esto ha llevado a hablar de conejos ‘híbridos’ o ‘australianos’, recordando la terrorífica voracidad con que el conejo de Australia ha devastado la vegetación en aquel lejano continente. Morata, en base a sus 50 años de experiencia como agricultor y ganador, es de los que afirma que el conejo que ataca estos cultivos no tiene nada que ver con el tradicional, que ha desaparecido, y procede de fuera de España. «No sólo tiene menos enfermedades sino que cría más deprisa, a los cuatro meses», describe hablando de un animal más grande y con una carne más basta que el que se cazaba hace unos años. «Hasta hay conejos negros», comenta su compañero Santiago para resaltar la anormalidad que supone ver en el campo un conejo de piel oscura.