El censo de viviendas en Toledo capital es de 37.924 y su evolución ha sido acorde con el crecimiento de población de las últimas décadas estable, moderado y constante. Hace veinte años eran 22.164, en 2001 subieron a 30.082 y el dato de 2011 era de 37.880. Teniendo en cuenta que hoy existe capacidad para construir más de 16.000 sobre terreno consolidado o en el que hay aprobados programas de actuación urbanizadora se cubre de sobra la proyección de necesidades. Son algunos datos de la documentación que el Ayuntamiento de Toledo ha entregado a sus concejales para empezar la redacción de un nuevo Plan de Ordenación Municipal (POM)

Pero las cosas, según se explicó ayer, no son tan sencillas. El crecimiento de unas 800 viviendas por año se mantiene, incluso con la crisis. Los número fríos también dicen que en Toledo se cuentan 2,19 habitantes por vivienda y que si se mantiene el crecimiento de población actual (en torno al 2%) habría una necesidad de entre nueve mil y catorce mil viviendas durante los doce años de vigencia del nuevo Plan de Ordenación Municipal. Sin embargo los técnicos recomiendan aplicar un porcentaje «de holgura» y elevar la cifra a una horquilla entre 23.000 y 33.000 viviendas.

De cara al próximo crecimiento urbano y de infraestructuras una de las afecciones menos conocida es la de los derechos mineros (canteras) que en el término municipal es importante con la peculiaridad de que empezar una excavación no requiere mucha burocracia y podría obligar a desviar una carretera que estuviera proyectada en la zona. Otro inconveniente son las grandes «bolsas» de terreno declarado área prevención arqueológica que hoy tiene que clasificarse rústico de protección y modificaría el planeamiento actual porque incluye alguna zona urbanizable.