Gonzalo Crespí de Valldaura, conde de Orgaz: «Los nobles custodiamos los archivos, pero éstos deben ser accesibles a los ciudadanos»

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El descendiente del señor de Orgaz representado por el Greco en su célebre pintura defendió hace escasos meses una tesis doctoral sobre el señorío medieval de la villa. Tiene previsto compartir próximamente sus conclusiones con el Ayuntamiento

Gonzalo Crespí de Valldaura, conde de Orgaz: «Los nobles custodiamos los archivos, pero éstos deben ser accesibles a los ciudadanos» - Foto: JUAN LAZARO

¿Ha seguido su familia manteniendo contacto con la provincia de Toledo? ¿Y usted?

Yo siempre me he sentido muy unido a Toledo y visito la ciudad y la villa de Orgaz siempre que tengo ocasión, aunque ya mi familia ya no tiene posesiones en ninguno de los dos lugares. En Orgaz lo último que conservamos fue el castillo, que llegó heredado en proindiviso a mi abuelo y sus hermanos. Lo vendieron inmediatamente, así que dejó de ser propiedad de la familia hace alrededor de 115 años. Una rama lateral sí siguió manteniendo relación con Santa Olalla -no olvide que el señorío comprendía tanto Orgaz como esta otra villa- y mantuvo una dehesa allí hasta hace alrededor de veinticinco años. Ah, se me olvidaba que también doy nombre a un vino que se hace allí. Y con respecto a Toledo, es una ciudad con la que siempre he tenido contacto, como es natural.

Lógicamente, algunos de esos contactos estarán en la iglesia de Santo Tomé, en donde se conserva la pintura que representa el entierro de su antepasado...

Sí. Siempre he permanecido muy unido a los párrocos. Tuve un contacto bastante cercano con don Demetrio [Demetrio Fernández, obispo de Córdoba en la actualidad], así como con su sucesor, Juan Miguel Ferrer, a quien me unió también el que fuera capellán de la Orden de Malta, de cuya asamblea española yo fui presidente. Y ahora mantengo la relación con don Gerardo, el párroco actual. Los he visitado a menudo y debo decir que ellos han hecho lo mismo. El año que viene, cuando se celebren en Ávila Las Edades del Hombre coincidiendo con el centenario de Santa Teresa, espero que nos veamos allí.

Por cierto, ¿sabe que el castillo de Orgaz ha sido cedido al municipio después de fallecer su última propietaria?

Lo sé. Me parece una idea magnífica. Y me ha recordado que tengo que pasar próximamente por allí porque hace poco tiempo defendí una tesis doctoral sobre el señorío de Orgaz y quisiera entregar un ejemplar en el Ayuntamiento, así como una reproducción de los documentos de nuestro archivo que se encuentran relacionados con la villa. Siempre he pensado que los señores, o los herederos de los señores de un lugar, somos únicamente usufructuarios de los archivos, pero los documentos pertenecen sin duda a esos lugares, ya que son parte de su historia.

Sin embargo, esa tesis se centra exclusivamente en la época medieval de la familia, ¿no?

Termina cuando a los señores los hicieron condes, en 1529. Paradójicamente, la villa y el titular del condado defendieron líneas divergentes durante la Guerra de las Comunidades, porque a mi antepasado le concedieron el título por apoyar al Emperador pero el pueblo fue netamente comunero. De hecho, su castillo ardió...

¿Con los vecinos dentro?

Nooo, no. Esa historia es más bien propia de Mora. En la villa de Orgaz las cosas no fueron tan terribles, aunque fueron hechos que se dieron en una contienda tan dura y dolorosa como siempre lo es cualquier guerra civil.

¿Y qué conclusiones ha sacado sobre la villa de Orgaz a lo largo de la investigación?

Creo que mi tesis tiene cierto interés porque profundiza en cómo se producían las relaciones entre señores y administrados. Los señoríos eran la fórmula que empleaba el rey para que su ley y orden se mantuvieran en lugares apartados de la corte. Esta relación, por mucho que estemos acostumbrados a pensar en tiranos rigiendo a vasallos, se establecía en unos términos de cierta convivencia. Sería absurdo hablar de democracia, pero sí podríamos señalar un cierto margen de negociación, cierta posibilidad de entendimiento a la hora de concretar el marco económico que afectaba a los habitantes de la villa o quiénes podían ocupar los cargos de responsabilidad. El señor, tras consultar con su administrador, solía aprobar las propuestas realizadas por la villa. A cambio, cobraba sus derechos señoriales, los cuales, por cierto, no eran excesivamente elevados en comparación con los impuestos que ahora pagamos. No hubo, en general, malas relaciones entre señores y vasallos en la zona de Castilla. Hubo algunas revueltas, como en todas partes, pero sería posible hablar de paz social, en este sentido, en Castilla durante la mayor parte de la Edad Moderna.

De vuelta a la ciudad de Toledo, ¿nos recuerda los cargos que ocuparon sus antepasados durante la Baja Edad Media?

Varios de ellos fueron alcaldes mayores de Toledo. El señor de Orgaz que aparece representado por el Greco en su pintura, don Gonzalo Ruiz de Toledo, lo fue, así como alguno de sus antepasados y también de sus descendientes. Estaban especialmente presentes en la vida de la ciudad. La casa de don Gonzalo, que, según la tradición, estaba situada donde tuvo la suya San Ildefonso, pertenecía a la colación de San Juan Bautista. Hoy se correspondería con la iglesia de los Jesuitas.

Nos gustaría preguntarle por el resto de su familia. ¿Ha habido otros condes de Orgaz que hayan sido representados por artistas destacables?

No demasiado. Tengo una gran colección de antepasados, pero la mayoría de sus retratos son de ésos que se hacían prácticamente a tanto el metro cuadrado en el siglo XVIII... Quizá sí podamos destacar a personajes de ramas laterales de la familia, pero no el retrato de ningún otro conde de Orgaz. Bueno, recientemente quizá sí sea posible hablar de nombres de artistas algo más conocidos. A mi abuelo y a mi tío los pintó Sotomayor [el gallego Fernando Álvarez de Sotomayor, que llegaría a ser director del Museo del Prado], y a mí me ha pintado Hernán Cortés Moreno, que es un retratista bastante conocido.

Su familia ha permanecido instalada en Madrid durante los últimos siglos. Sin embargo, sus dos apellidos parecen levantinos...

Crespí de Valldaura es valenciano y Bosch-Labrús es catalán. Es verdad, pero también tenemos raíces vascas, por ejemplo. En familias como la mía vierten aguas procedentes de todos los lugares de España. Con la supresión de los señoríos en el siglo XIX, la mayor parte de las familias nobles perdieron vinculación con sus respectivos territorios. En nuestro caso, no fue una excepción. Quizá las cosas hubieran sido distintas si hace siglos hubiéramos adquirido la costumbre de ser enterrados en Orgaz, pero no era así: nuestros antepasados tenían su tumba en el convento de San Agustín, que fundó el mismo don Gonzalo y que desapareció en el siglo XIX. En la actualidad, en donde estuvo el convento hay un instituto [El IES Sefarad, próximo a la Puerta del Cambrón].

¿Ha encontrado ya dónde concentrar los documentos del archivo familiar, según pretendía hace años?

Me lo llevé a Ávila. Tengo allí una vieja casa que procede de uno de esos entronques familiares. Ávila es un lugar estupendo para conservar un archivo, porque es muy fría y muy seca, condiciones óptimas para la conservación de documentos. Está a disposición de los investigadores que acudan con sus cartas de recomendación y que puedan adaptarse a nuestros horarios. Se han elaborado ya varias tesis doctorales a partir de sus documentos, y bastantes investigaciones de diversa índole. No podemos abrirlo indiscriminadamente, claro. No porque nos asuste la pérdida material en caso de posibles robos, sino la pérdida histórica. Un archivo es una cadena en donde cada parte mantiene relación con el resto. Si rompes la cadena, el daño puede ser irreparable. Esa es la razón de que seamos cautos.

En otro orden de asuntos, ya no está al frente de la asamblea española de la Orden de Malta...

No, porque una sabia regla establece que no debes presentarte a cargos de responsabilidad pasados los setenta y cinco años, y yo tenía setenta y siete cuando se produjo la última reunión electiva, el verano pasado. Como usted sabe, en estos tiempos hay un gran salto generacional y los jóvenes están más preparados que nunca.

Por lo tanto, ha participado en la procesión de la Fiesta del Corpus de Toledo acompañando a los caballeros de Malta...

Claro que sí. Tuve la satisfacción de participar en la procesión, que es una de las ceremonias religiosas más hermosas e importantes de la historia de España, aunque, con nuestros mantos, como se imaginará, a veces resulta muy duro soportar el calor de Toledo en esas fechas. Y no nos olvidemos de otro punto de la provincia del que no hemos hablado, Consuegra, que fue capital del Priorato de Castilla y en donde celebramos capítulo el año pasado, en presencia del arzobispo don Braulio.

Hace años impulsó la creación de la ONG Ayuda en Acción. ¿Sigue vinculado a ella?

Sí, aunque tengo que responderle lo mismo de antes: Siempre he pensado que los expresidentes donde mejor están es en su casa. Siempre he sido muy ejecutivo en los cargos por los que he pasado y nunca he aceptado ser una figura decorativa. A mi edad, lo que toca es permanecer en un segundo plano y ofrecer mi experiencia a quien la necesite.

¿Sigue la programación cultural que se ha organizado en 2014 con motivo del IV centenario de la muerte del Greco?

Recientemente he escrito una carta al marqués de Marañón para felicitarle por el gran éxito que está teniendo la exposición del Museo de Santa Cruz. Lo que he visto hasta ahora es espectacular, aunque aún me falta visitar alguno de esos ‘espacios Greco’. Hace poco me enorgullecí al acudir con un grupo de extranjeros, americanos, que se quedaron estupefactos en Toledo. Y yo también, la verdad, porque no me imaginaba que algunas de esas pinturas se conservaran en tan buen estado y tan bien restauradas.