Vega Baja: discrepancias en su tratamiento y su coste

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Los alcaldes del siglo pasado no entienden «cómo es posible ser tan negligentes» para que Toledo esté, a día de hoy y desconocen hasta cuando, sin planeamiento urbanístico general actualizado

Vega Baja: discrepancias en su tratamiento y su coste - Foto: David Pérez

Cuenta Joaquín Sánchez Garrido que cuando estaba en discusión la capital regional habló con el Rey y con Bono y les dijo que la entregaran a Cuenca, que él prefería que a Toledo le dieran la Universidad. ¿Por qué? Se extrañaron, y explica que Toledo iba a seguir siendo el mayor polo de atracción con o sin capitalidad mientras que la Universidad traería el valor añadido del «talento» que es el gancho para que vengan empresas.

Los (ex) alcaldes de Toledo Juan Ignacio de Mesa, Joaquín Sánchez Garrido y Agustín Conde debatieron sobre ‘¿Qué Toledo queremos?’. Uno de los asuntos que exaspera a todos es que Toledo capital no tenga en vigor un plan general urbano actualizado. A Sánchez Garrido no le cabe en la cabeza «cómo es posible que podamos ser tan negligentes» y recalca, entre las consecuencias negativas, la falta de suelo para implantar empresas de manera que la ciudad queda «cerrada a las inversiones».

Conde también considera «inadmisible» la falta de un POM e incide en que es un fenómeno que se repite cada vez que España inicia un ciclo económico positivo. Por lo tanto, Toledo esta abocado a perder otra oportunidad de desarrollo.

Por otro lado advierte que un POM no es (no debe ser) solo clasificar suelo para construir viviendas a mansalva sino un instrumento para llevar a la práctica un modelo de ciudad (el que reclama De Mesa). Por ejemplo, para crear un parque tecnológico que genere empleo, fije la población (o la aumente) y garantice un alto nivel de renta media.

A Conde, en general, aunque falten unas cosas y sobren otras, le gusta la ciudad como está y la calidad de vida que ofrece a sus vecinos. Desde luego abomina de políticos como aquel (no da nombres) que desearían alcanzar los 250.000 habitantes.

 Joaquín Sánchez Garrido opina que para definir el tipo de ciudad deseado lo primero es saber el censo real. A su entender, el dato de 83.000 habitantes del padrón oficial es «falso» y calcula que la cifra supera los 100.000 habitantes. Como a Conde, la demografía le «preocupa bastante».

Curiosamente ve que otras ciudades más grandes (tipo Valladolid) son más «rentables» y cómodas, por lo que reclama una financiación adecuada, aunque también subraya que las penurias de sus tiempos han pasado de largo y «ahora, el Ayuntamiento de Toledo tiene dinero».

Entre los asuntos concretos que se debatieron destaca la Vega Baja donde Sánchez Garrido querría sabe cuánto dinero se ha gastado y quién se lo ha embolsado para que aquello siga siendo un terrizo «infecto» en los aledaños del Campus de la Fábrica de Armas. Sus datos eran «quinientos millones de pesetas» malgastados pero en la reunión le puntualizan que la cifra es de diez millones de euros, por lo menos.

De Mesa indica que antes de hacer nada en la Vega Baja hace falta un plan director que lleva años comprometido pero nadie presenta. Mientras tanto, la ficha urbana mantiene allí derechos para construir 1.300 pisos.

Conde no comprende     que la cuidad tenga 120 hectáreas vacantes en pleno centro y está en completo desacuerdo con los defensores de dejar aquello yermo para preservar «el paisaje».

Aparte, en todos hay cierto grado de consenso sobre la certeza de existencia de un Circo Romano en el que nadie gasta un euro frente a la incertidumbre de la Vega Baja presuntamente visigoda donde se han enterrado millones para nada.

La peatonalización del Casco es donde se produce mayor coincidencia. Los tres están a favor, sin matices, y llevándola al máximo. De Mesa aboga por limpiar el padrón de «falsos residentes». Sánchez Garrido rememora sus intentos de peatonalizar y la oposición que encontró desde la Cámara de Comercio que le montaba una manifestación tras otra. Conde hace hincapié en que el Casco Histórico lleva «14 años de parálisis», desde que se terminó el Palacio de Congresos (y su remonte), y avisa que sobre este barrio pende como una espada de Damocles el cierre de los conventos (por falta de vocaciones), su previsible deterioro y derrumbe. De ocurrir, «el 20%» de la superficie del Casco quedaría asolado.