Sólo quien escucha puede aprender

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Melodías que son la voz de los pueblos. En este espectáculo, los alumnos visionan los ritmos, los valores y las tradiciones de los pueblos africanos.

Sólo quien escucha puede aprender - Foto: David Pérez

El Rojas vibró, y lo hizo sin concesiones. El espectáculo ‘Teranga. El legado de los griots de Senegal’ reunió en su primera invitación -esta mañana repiten con dos sesiones más- a una parte de los más de 1.300 alumnos de 17 centros participantes en la iniciativa ofertada por la Obra Social ‘la Caixa’.

Enmarcado dentro del programa dedicado a las músicas del mundo, esta propuesta participada por el Ayuntamiento de Toledo pretende evidenciar que la música sirve de vehículo para acercar diferentes realidades -en este caso la del Senegal- y, al mismo tiempo, para generar una serie de actividades interdisciplinarias para los alumnos.

Por ello, y sabiendo que la visita al teatro iba a ser irrepetible, los escolares no ocultaron su entusiasmo ante la efervescente entrada de los integrantes del  grupo ‘Djilandiang’. Involucrados en cada una de las peticiones llegadas desde la escena, y acertados en las ‘pruebas’ de ritmo que los niños de Senegal aprueban con sobresaliente, los jóvenes espectadores respondieron a la perfección a un montaje que no paró ni un segundo.

Porque los tambores son instrumentos que hablan y que cuentan historias, leyendas y vivencias conservadas en las palabras de los muertos que se mantiene vivas gracias a la tradición y a la preservación de las tradiciones. Y de ahí a las melodías que escucha la tierra seca necesitada de lluvia, a las canciones con las que las mujeres animan las jornadas en las que lavan la ropa, y a los usos y costumbres en los casamientos, esos que dicen que «si quieres casarte conmigo tendrás que traerme vacas».

Pero además de los ritmos nacidos por y para la tierra y del amor que ella nos dispensa como «un regalo», los alumnos escucharon a los griots o personas encargadas de transmitir el legado de los antepasados, la historia y los valores de cada pueblo a través de los poemas, las canciones y las músicas que han aprendido.

Por eso la necesidad de escuchar para aprender, y la importancia de conservar para no perder. Con este espectáculo dinámico y lleno de energía, los pequeños se instalan en un mundo diferente al suyo visitando, por fortuna, valores que esta parte del planeta han perdido. Conceptos tan arraigados como la necesidad de vivir en armonía con la naturaleza, de escuchar sus ritmos y sus latidos.

Estas realidades, desprovistas de materialismos y complementos, se contemplan gracias a las voces y las danzas de un grupo de jóvenes senegaleses que viven en Cataluña y que velan por mantener viva la tradición cultural de su país.

La otra cara de África. Entre las muchas cosas que los pequeños aprenden en el Senegal, están todos los valores morales que debe tener una buena persona. Entre estos valores, destaca por encima de muchos otros lo que denominan teranga: la hospitalidad de la gente del Senegal.

Esta pieza subida a las tablas del Rojas  pretende, además, ayudar a entender mejor un África subsahariana estereotipada en  imágenes que relatan enfermedades y miserias. Pues bien, en ‘Teranga’ se acercan valores como la tolerancia, el respeto, la libertad, la igualdad, la disciplina, la justicia, la fidelidad, o la prudencia, y todo a través de la música, las canciones, la danza, la alegría, los colores y los ritmos.