Tutankamón en Toledo

F. Rodríguez
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Hace 94 años, un 27 de noviembre de 1924, Howard Carter pasó el día en Toledo en compañía del duque de Alba. Los cuadros del Greco llamaron la atención del británico. El catedrático toledano Ángel Vegue y Goldoni hizo de guía en esta singular visita

El 22 de noviembre de 1922 el británico Howard Carter pasó a la posteridad como el autor del descubrimiento arqueológico del siglo. Su conversación con Lord Carnavon, amigo y mecenas,  mientras escrutaba por un orificio la hasta entonces sellada tumba del faraón Tutankamón ha pasado a la historia como perfecta síntesis de los tesoros que pudo contemplar y las sensaciones que recorrieron su cuerpo. «Carter, ¿ve usted algo? Sí, cosas maravillosas».

Habían descubierto la tumba casi intacta del Faraón Niño, la mejor conservada de todo el Valle de los Reyes, un hito histórico que aún hoy en día no tiene parangón.

La vida de Howard Carter cambió por completo tras el hallazgo de la tumba. Llevaba años trabajando en Egipto, tras arribar allí en 1891 con 17 años y escasa formación. Su habilidad dibujando -principalmente jeroglíficos, sin necesidad de calcarlos- fue lo que le llevó a ser reclutado por una sociedad de egiptología para iniciar un trabajo que le apasionaría y del que pasaría a ser una de sus mayores figuras.

Hombre de pocos amigos debido a su fuerte carácter, terminó chocando con las autoridades egipcias sobre cómo se debía realizar la catalogación y traslado de los tesoros de la tumba. Tanto que, en 1923 una polémica por una estatuilla encontrada entre sus pertenencias y que no constaba en el inventario le llevó a presentar su renuncia al frente de la excavación.

El arrebato de dignidad, fundado o no, sirvió para que Carter se dedicara en los meses sucesivos a viajar por toda Europa realizando conferencias sobre su descubrimiento.

Ahí entró en juego una figura que también tiene una especial vinculación con Toledo, el entonces duque de Alba, Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó. El padre de Cayetana contactó por primera vez con el arqueólogo en el Cairo a comienzos de 1923 y a finales de ese mismo año tramitó una invitación formal para que el inglés viniera a España a hablar de su descubrimiento.

El 5 de noviembre de 1924 ambos se reunieron en Londres para cerrar los detalles de la visita, que correría a cuenta del Comité Hispano-Inglés que el duque presidía.

Todos los gastos pagados, más 80 libras esterlinas por dos conferencias, cerraron el acuerdo. Además, Carter traería un lote de diapositivas y cintas cinematográficas sobre la tumba, que luego se quedarían en España y circularían entre un buen número de instituciones; algunas de ellas de la provincia.

El 24 de noviembre llegó Howard Carter a Madrid. A las seis de la tarde de ese mismo día ofreció en la Residencia de Estudiantes la primera de las dos conferencias que tenían planificadas y que, debido al gran éxito de publico, tuvo que trasldarse a un mayor aforo.

El título de su exposición era ‘El descubrimiento de la tumba de tut-ankh-amen’. La labor de la primera época (1923-1924)’. A ella acudieron innumerables personalidades de la cultura, como el pensador José Ortega y Gasset o el poeta Manuel Machado.

La prensa de la época cubrió extensamente el acontecimiento. Gracias a esas crónicas (principalmente las publicadas en el diario ABC, La Libertad, El Liberal o El Heraldo de Madrid) se puede reconstruir el paso de Carter por España.

La primera jornada de la visita arqueólogo se cerró con una cena que el duque de Alba dio en su honor en el Palacio de Liria.

El día 25 Carter visitó el Museo Arqueológico Nacional y, posteriormente, el Museo del Prado. Era hijo de pintor, tenía cualidades para el dibujo y siempre reconocía abiertamente que era una de sus pasiones.

El día 26 fue recibido por el rey Alfonso XIII en el Palacio Real y, posteriormente, ofreció su segunda conferencia, a la que asistieron los monarcas. Las diapositivas y trozos de película que se proyectaron dejaron asombrados a todos los presentes.

La jornada más curiosa de todas la protagonizó el 27 de noviembre de 1924. Tal día como hoy hace 94 años, el duque de Alba ofreció por la mañana a Howard Carter la posibilidad de visitar la cercana ciudad de Toledo, a la que Jacobo Fitz-James Stuart estaba muy unido cultural y familiarmente.

Además, en Toledo se conservaban algunos de los mejores cuadros del Greco, lo que fue una oferta irrechazable para el pintor frustrado y arqueólogo brillante.

Las crónicas de la época destacan que Carter visitó «los edificios más emblemáticos de Toledo», pero sin especificar. En esa época, por citar algunos posibles, sin duda paseó por el Alcázar, la Catedral, la Casa del Greco, alguna de sus sinagogas y, sin duda, la iglesia de Santo Tomé y su Entierro del Conde de Orgaz.

En esa visita, el duque de Alba y su amigo contaron con un cicerone de excepción. El catedrático de Arte Ángel Vegue y Goldoni, toledano de pura cepa, fue el guía de la jornada. Todo un lujo para Carter. «Persona muy culta», reseña a Vegue el periódico La Vanguardia.

No quedan testimonios exactos de lo que hizo Carter en Toledo, tampoco fotografías, pero lo cierto es que estuvo todo el día en la ciudad hasta que por la noche regresó a Madrid, en donde celebraron una nueva cena en su honor en el Hotel Ritz.

Al término de la misma, Carter pronunció unas palabras de agradecimiento que fueron registradas por el diario ABC. En ellas elogió, por encima de todo, «al Museo del Prado y a Toledo»; que causaron una grata impresión en el arqueólogo.

Aunque estaba previsto que visitara también Ávila y Segovia, finalmente Carter se marchó de España el 29 de noviembre. Una carta que se conserva en los archivos de la Fundación Casa de Alba al propio duque lo demuestra, y en ella se recoge además que para Carter esos días habían sido «la mejor semana de mi vida y que nunca la olvidaré».

Exageración, verdad o formalismo, lo cierto es que Madrid y Toledo dejaron huella en el británico, que se marchó del país siendo propuesto como miembro de la Real Academia de la Historia (fue elegido el 5 de diciembre de ese año).

La repercusión de su visita se dejó notar en los meses posteriores. Innumerables asociaciones, universidades e institutos de toda España se pusieron en contacto con el Comité Hispano-Inglés para pedir que les fueran enviadas las diapositivas que el arqueólogo había cedido y la película de sus conferencias. En total, según consta en la documentación de la Casa de Alba, se realizaron 66 préstamos, dos de ellos en la ciudad de Toledo. Valdepeñas y Ciudad Real fueron los otros dos municipios castellano-manchegos que disfrutaron del material.

Así se cerró la primera visita de Howard Carter a España, y la única conocida a Toledo. Entre el 20 y el 22 de mayo de 1928 volvería a España, de nuevo a Madrid y la Residencia de Estudiantes, pero esta vez no paseó por las mismas calles que su amado Greco. Como él mismo dijo en una entrevista con Rafael Villaseca publicada en el ABC del 5 de diciembre de 1924: «Toledo me ha proporcionado ratos inolvidables».