Cebolla limpia sus heridas tras la crecida del arroyo Sangüesa

J. L. M. / Cebolla
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El canal por donde transcurre el regato antes de entrar al casco urbano ha quedado cubierto por el lodo, las ramas y los troncos de árboles arrastrados por el agua

Con el susto aún en el cuerpo por culpa de la riada que se formó tras el desbordamiento el domingo por la tarde del arroyo Sangüesa, los vecinos de la localidad de Cebolla que residen en las calles más afectadas por la inundación trataban ayer de volver a la calma y de retomar la normalidad de su día a día después de horas y horas limpiando el lodo acumulado en la vía publica, así como en negocios y en viviendas particulares.

La calle Real, la más importante del municipio por encontrarse en el centro del mismo y junto a la plaza del Ayuntamiento, concentró buena parte de los esfuerzos de docenas de operarios municipales que, en colaboración con una conocida empresa de limpieza industrial y desatrancos, se afanaban en retirar con mangueras a presión, palas, cepillos y pequeños remolques todo el barro que quedó en el suelo después de la tromba de agua registrada en torno a las seis de la tarde de la jornada dominical.

A pesar de que la mayoría de inmuebles situados en la calle Real cuentan en sus puertas con chapas para evitar la entrada de agua en caso de inundación, la lluvia fue tan intensa que algunas casas sí se vieron afectadas por el liquido elemento. «Llevamos limpiando desde las siete de la mañana y hemos terminado a las doce del medio día», comentó al respecto a este diario un vecino. Menos suerte tuvieron los empleados de la cercana oficina del Banco Santander, que no pudieron abrir al público y que se vieron obligados a cambiar su rutina entre papeles y ordenadores por la obligada limpieza del local. «Esta vez no ha entrado más agua que la última ocasión», indicó resignada una de las trabajadoras de la sucursal.

Sobre este punto, llama la atención el hecho de que una gran cantidad de negocios y viviendas ubicadas en la referida vía tienen sus accesos principales muy por encima del nivel de la calzada e incluso de la acera, que ya de por sí es más alta que en cualquier otro punto de la localidad. Es más, algunos en vez de contar con escalones disponen de pequeñas rampas que se muestran más efectivas para evitar la entrada de agua.

Canalización. Pero estas medidas de protección se antojan insuficientes si la presilla y el canal que regula el paso del arroyo Sangüesa por Cebolla no puede soportar una riada como la del domingo. Al respecto, técnicos de la Diputación de Toledo visitaron el estado en el que ha quedado el dique y la canalización localizados junto al puente que cruza la carretera CM-4002, donde se acumulan grandes cantidades de barro, ramas y troncos arrastrados por la riada.

Varios vecinos apuntaron que todo este material procede de localidades más elevadas como Erustes o Domingo Pérez, y precisaron que el peligro de las inundaciones no desaparecerá hasta que no se efectúen más regulaciones del cauce del arroyo. «El problema no es que llueva mucho en Cebolla, sino todo lo que nos viene luego», concluyó un parroquiano.