La concesionaria del hospital acabará la obra en abril

F. J. Rodríguez
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Los trabajos de construcción afrontan la recta final y desde la UTE se confirman los plazos fijados. Una vez se entregue la obra habrá un periodo de prueba de seis meses, hasta octubre, momento en el que comenzará el equipamiento del edificio.

La concesionaria del hospital acabará la obra en abril - Foto: Yolanda Lancha

La obra más esperada de la provincia de Toledo afronta su recta final. Restan cinco meses, hasta el próximo abril, para que los trabajos de construcción del nuevo hospital de Toledo se den por concluidos. Así al menos lo confirman desde la concesionaria encargada de levantar el macrocentro sanitario y así lo corroboran desde el equipo de arquitectos que desde hace meses trabaja a destajo para poder cumplir una fecha marcada en rojo en el calendario.

Esta vez no habrá retrasos, salvo catástrofe de envergadura. Y es que, el próximo 26 de mayo se celebran elecciones autonómicas y municipales y la foto de entrega de las obras es más que obligada.

Emiliano García-Page está en disposición de cumplir su promesa y dejar terminada una obra que ya ha pasado a la historia, por sus dimensiones, sus costes y por los avatares que ha tenido que superar.

Con todo, eso no quiere decir que en abril ya puedan acudir los ciudadanos a las nuevas instalaciones. La recepción de la obra por parte del Sescam llevará aparejada un nuevo periodo de espera, seis meses, en concreto, de prueba para que todo esté como se había planteado y que las instalaciones funcionan como debieran.

Ese segundo plazo llegará hasta octubre, y una vez allí se procederá al equipamiento de un hospital que ocupa 223.266 metros cuadrados. Después de que todo esté instalado llegará el momento de dar entrada al personal médico, y que estos se vayan familiarizando con su nuevo espacio de trabajo.

Así, la posible fecha de entrada en servicio del nuevo hospital quedaría fijada a principios de 2020, un periodo indeterminado pero que cumpliría con los tiempos marcados desde el actual Gobierno de Castilla-La Mancha.

En total, habrán transcurrido unos 20 años desde que se pensó en la posibilidad de ‘jubilar’ el actual Virgen de la Salud y dotar a Toledo y su provincia con un nuevo hospital de referencia.

La historia de esta obra aparentemente sin fin arranca en el 2000, cuando el entonces consejero de Sanidad, Fernando Lamata, advirtió la necesidad de un nuevo hospital para la capital y pidió al Insalud su construcción. Aún no estaban transferidas las competencias sanitarias, por lo que el proceso se activó desde Madrid. El 20 de enero de 2000, el director territorial del Insalud en Castilla-La Mancha, Alfonso Javier Noblejas, confirmó que en los Presupuestos Generales del Estado de ese año se habían consignado cantidades plurianuales para la construcción del nuevo hospital. Era la primera vez que aparecía formalmente en los papeles.

La idea fue aceptada con júbilo en el Ayuntamiento de la ciudad, tanto que apenas nueve días después del anuncio se estudiaron ubicaciones para su construcción. Desde un primer momento se tenía muy claro que iban a hacer un gran proyecto, y buscaron un terreno con al menos 300.000 metros cuadrados.

El 27 de diciembre de 2001 Castilla-La Mancha recibió las funciones y servicios del Instituto Nacional de Salud. La transferencia sanitaria era al fin una realidad y el proyecto comenzó a ser entonces gestionado desde la región.

En junio de 2002, un grupo de profesionales del Sescam visitó el Hospital George Pompidou de París para conocer sus instalaciones y tomarlo como modelo de cara a la redacción del Plan Funcional del nuevo hospital. Un mes después ese documento ya estaba encima de la mesa, y el 26 de julio de 2002 la Junta estaba en disposición de ceder una parcela para su construcción. Estaba en la llamada Fase V del Polígono, y superaba con creces los 300.000 m2.

Hubo que esperar casi tres años para que, un 29 de marzo de 2005, se produjera la primera presentación del hospital. El entonces presidente regional José María Barreda apostó por un proyecto de 364.142 metros cuadrados, 377 millones de euros y 774 habitaciones.

El 14 de septiembre de 2006 se produjo la primera adjudicación. Fue a la UTE de Acciona, Ferrovial y Contratas La Mancha, por un importe de casi 300 millones de euros. Se fija una duración de las obras de 40 meses. Pura ilusión.

El 25 abril 2008, con los trabajos de construcción ya iniciados, la obra se encuentra con su primer inconveniente. Aparece una roca granítica de enormes dimensiones que obliga a su voladura con dinamita y retrasa todo el proyecto.

La roca, sumada a la crisis, empezaron a pasar factura al nuevo hospital. En junio de 2010 comienzan las protestas públicas por lo que era un secreto a voces, no hay liquidez y no se están pagando las obras del hospital. Los trabajadores se manifiestan.

En mitad del maremoto económico se produce un cambio de gobierno. María Dolores Cospedal gana las autonómicas y en agosto de 2011 el Sescam revisa todo el procedimiento administrativo del hospital ante posibles irregularidades.

El  2 noviembre 2011 Cospedal comparece públicamente para señalar que el hospital es inviable «tal y como está estructurado». Comienza un periodo de reajuste y «redimensionamiento».

El 26 enero 2012 la Junta rescindió el contrato a la UTE por incumplimiento, de plazos y modificados de obra. Un año más tarde comienzan a filtrase los ‘lujos’ del proyecto original, obra del portugués Álvaro Siza con el apoyo del arquitecto toledano Antonio Sánchez-Horneros. Inodoros a 600 euros la unidad, platos de ducha de 348 euros, o azulejos portugueses a 183 euros el m2, fueron algunos de los elementos denunciados y que llevaron a muchos arquitectos españoles a catalogar el futuro hospital como pura «pornografía arquitectónica».

El 20 agosto de 2013 salió a información pública el nuevo anteproyecto y su estudio de viabilidad. Los sindicatos alertaron de la privatización del centro, y comenzaron las protestas.

El 25 julio de 2014 se aprobaron los nuevos pliegos del hospital, iban a utilizar el 80% de la estructura construida. Un mes más tarde el Sescam publicó el nuevo contrato de obra y gestión a 30 años por 1.750 millones de euros (IVA no incluido). La adjudicataria no cobraría hasta el fin de las obras.

El 28 de enero de 2015, el Sescam firmó la resolución de la concesión del hospital a la única oferta presentada, la de la UTE compuesta por Acciona, OHL y ACS.

Ese mismo año se produciría un nuevo cambio de gobierno en la Junta. Emiliano García-Page tomó las riendas con la firme intención de terminar el proyecto que tanto sufrió como alcalde; pero eso sí, con un modelo de gestión puramente público.

Para no dilatar el proceso con una rescisión y un nuevo concurso público, se llegó a un acuerdo con la UTE para marcar nuevos criterios.

El 11 de febrero de 2016 Page presentó el tercer proyecto del hospital. Un total de 300 millones de euros por terminar el edificio.

Tras varios tira y afloja, ese mismo año se fija el comienzo de las obras, pero la actividad en el recinto es más bien insignificante hasta que en 2017 se da un gran impulso al proyecto.

Focos nocturnos, más grúas y el cubrimiento de las zonas de ladrillo y hormigón demuestran que esta vez las obras van en serio. La mayor parte del trabajo ya está hecha, ahora hay que pulir detalles para que en abril de 2019 se puedan entrar al Sescam las llaves de su flamante nuevo juguete. Será la joya de la corona del actual sistema sanitario español a la espera que La Paz y el Gregorio Marañón se den un buen lavado de cara.