Un cambio que no contenta a todos

I. G. Villota
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La calle Banderas de Castilla ha pasado a denominarse calle Rigoberta Menchú.

Si reside en la calle Unificación, en la zona de Corea, debe saber que cambiará de nombre en próximas fechas. La Junta de Gobierno Local del Ayuntamiento de Toledo ha aprobado esta semana suprimirla del callejero. Con Capitán Cortés ocurrirá lo mismo. El objetivo: cumplir con la ley de Memoria Histórica. Actualmente, se está estudiando como llamarlas para que los vecinos se familiaricen rápidamente con el cambio. Son las últimas calles que entran en el acuerdo del equipo de Gobierno municipal con Izquierda Unida para borrar la memoria del franquismo de las vías públicas. Con este cambio no quedará rastro en Toledo de la Guerra Civil y del régimen posterior a ella. Y es que, el cumplimiento de la ley de Memoria Histórica ha sido una de las exigencias de la coalición de izquierdas en la negociación con el PSOE de García-Page de los presupuestos municipales de los últimos años. 
Hace unas semanas, la Junta de Gobierno aprobó nombrar Rosa Parks a la calle denominada hasta entonces División Azul; Clara Campoamor a la calle Voluntarios de Toledo; y Martin Luther King a la plaza Antonio Rivera. Todas en Palomarejos. Este verano, los concejales de Izquierda Unida, Aurelio San Emeterio y Carmen Jiménez, junto con un grupo de militantes, sustituyeron por su cuenta la placa que identificaba a la calle 18 de julio por la que se refiere a Nelson Mandela, nuevo nombre de la vía urbana. Lo hicieron saltándose las normas municipales y criticando con su gesto -cuyas fotos se publicaron en las redes sociales- el incumplimiento del PSOE de los acuerdos del Pleno. Pocos días después, el Ayuntamiento procedía a cambiar el nombre ‘legalmente’. 
Banderas de Castilla también cambió su nombre, en este caso por el de la premio nobel Rigoberta Menchú, y Tercio del Alcázar por el de la poetisa Gabriela Mistral. La eliminación de la simbología franquista, que acaba con el ‘borrado’ de las calles Unificación y Capitán Cortés, empezó la pasada legislatura con la sustitución de Alféreces Provisiones por calle de la Paz y de General Moscardó por Cuesta de los Capuchinos. 
 
opiniones enfrentadas. Ha pasado un tiempo prudencial desde esos primeros cambios y las opiniones sobre su idoneidad son muy variadas. Nunca llueve a gusto de todos y las críticas de algunos vecinos no se han hecho esperar. 
José Vega Martín pone cara, según explica, a un grupo de residentes de Palomarejos. Lleva más de medio siglo viviendo en Banderas de Castilla. Para él, su calle siempre tendrá ese nombre, por mucho que cambie la placa. Critica las «molestias» que supone el cambio de nomenclatura: cambio del DNI, de las domiciliaciones del agua, gas o luz, de la tarjeta sanitaria, además de problemas con el cartero, que «no se han producido porque viene el de siempre, cuando lo cambien no sabemos qué va a pasar». 
José tiene claro que pesan más en la balanza las molestias. Duda de que alguien no sepa situar en Toledo Banderas de Castilla o División Azul, mientras que a él mismo le cuesta pronunciar el nombre de su nueva calle, Rigoberta Menchú. «La mayoría de los vecinos somos personas mayores y para nosotros ahora es complicado realizar todos los trámites administrativos» derivados del cambio de nomenclatura, explica. 
Además, considera que las «prioridades» municipales deberían ser otras. «En Palomarejos tenemos muchos problemas de aparcamiento y los toledanos pagamos unos impuestos altísimos. Creo que deberían preocuparse de eso», lamenta. 
 
sin consultar. También censura la ausencia  de consulta. «¿Con quién han contado. Es un ordeno y mando en toda regla. Lo ha propuesto IU y el PSOE ha tenido que tragar. No creo que Page quisiera y tampoco han preguntado a los vecinos de la zona», advierte, añadiendo que, por otro lado, «la dejadez del Ayuntamiento en el barrio es total. En la calle Cuenca me caí el otro día porque están las aceras levantadas y por aquí nadie viene a podar, por ejemplo. Podían hacer más caso de estas necesidades reales, que afectan a la vida cotidiana de los ciudadanos». 
Eduardo González también reside en la extinta Banderas de Castilla. Es historiador y no le parece bien el cambio. «Creo que se debe respetar la Historia y tampoco considero adecuado que en las calles se ponga el nombre de personas que no tienen ninguna relación con Toledo. Hay toledanos ilustres y de eso nadie se ha acordado», critica. 
En cualquier caso, explica que la mayoría de las cartas siguen llegando a su casa con la dirección Banderas de Castilla. «No he tenido problemas reales porque los carteros se conocen el callejero», añade. «Yo, por si acaso, pongo los dos nombres, para no pillarme los dedos». 
José Luis García reside en la misma calle que José y Eduardo. Pero tiene una opinión radicalmente opuesta a ambos. «¿Molestias? A mí lo que realmente me molestaba era vivir en una calle cuyo nombre destilaba un tufo franquista horrible», manifiesta.
 
más contras que pros. Alféreces Provisionales y General Moscardó, en las inmediaciones del Alcázar, fueron las primeras en cambiar de nomenclatura. Comerciantes y empresarios del barrio ven más inconvenientes que beneficios para sus negocios y hacen referencia a lo «práctico» y no tanto a lo «ideológico». 
Valle del Cojo es la propietaria del bar-restaurante ‘Entrecalles’, situado en la antigua Alféreces Provisionales, ahora calle de la Paz. Tenía editados unos 10.000 fyers y más de 5.000 tarjetas con su antigua dirección cuando se produjo el cambio. «No las he tirado y sigo repartiéndolas. Hacer unas nuevas sería un nuevo gasto importante. Hay muchos clientes que nos llaman porque no nos encuentran y otros directamente ni siquiera llegarán. Los perderemos por el camino, por el lío generado con el cambio de calle», lamenta. 
Lo curioso, explica, es que el Ayuntamiento «continúa remitiéndome las cartas del establecimiento a la calle Alféreces Provisionales y no a la calle de la Paz. «Es absolutamente surrealista», concluye, añadiendo que «las prioridades de la ciudad son otras».