«A José Ángel le asesinaron y a nosotros nos mataron en vida, no les perdonaré jamás»

Leticia G. Colao
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José de Jesús es el padre del guardia civil talaverano José Ángel de Jesús, asesinado por ETA con apenas 22 años el 20 de agosto del año 2000 con una bomba lapa en Sallent de Gallego.

La banda terrorista ETA forma parte de su vida desde el año 2000. Ya lo hacía antes, al ser él y su hijo agentes de la Guardia Civil, pero no fue hasta el 20 de agosto de ese año cuando los asesinos hicieron añicos a su familia llevándose la vida de su hijo, el guardia civil talaverano José Ángel de Jesús, con apenas 22 años. José de Jesús recibe a La Tribuna en su casa, donde la imagen de su hijo está más que presente. También una fotografía de ambos con el uniforme de la Benemérita, de la que José fue prejubilado a los 46 años, dos después del vil asesinato, por las secuelas médicas y psicológicas que generaron este hecho que les partió la vida. «A José Ángel le asesinaron y a nosotros nos mataron en vida, no les perdonaré jamás».Muy emocionado, José recuerda que eran las 6,10 horas del 20 de agosto de 2000 cuando una bomba-lapa colocada en el coche oficial en Sallent de Gállego (Huesca) explotó sesgando la vida de José Ángel y de su compañera, la asturiana Irene Fernández, de 32 años, primera mujer del Instituto Armado que murió a manos de ETA. La agente se disponía a arrancar el coche, por lo que murió en el acto, mientras que el talaverano falleció mientras era trasladado en ambulancia hasta el Hospital Provincial San Jorge de Huesca, ya que cuando la bomba explotó bordeaba el vehículo para entrar en su interior. El artefacto estaba provisto de un temporizador, un dispositivo antimovimiento y tres kilos de dinamita, lo que trasladó los cuerpos varios metros.A su padre siempre le quedará la amarga sensación de que este atentado se podía haber evitado. Primero, si hubieran conseguido guardar el vehículo oficial -un Nissan Patrol que dormía en la plaza del pueblo-, en un lugar cerrado, «algo que pidieron muchas veces al jefe de la Comandancia de la Guardia Civil y al alcalde, y les denegaban una y otra vez», y segundo, por cómo ocurrieron los hechos.José de Jesús relata que «siempre le decía que miraran el coche», algo que le recordó la última vez que habló con él, la noche anterior, poco antes de irse a acostar. Esa mañana de domingo comenzaban turno a las seis, pero tenían servicio burocrático en la oficina hasta las 9. Sin embargo, cuenta con lágrimas en los ojos, «les reclamaron unos compañeros de un pueblo cercano, en fiestas, por alguna pelea, y les pidieron ayuda, o incluso pudieron ser los mismos terroristas los que llamaron al ver que no salían», dice. Por ello, piensa que pudieron salir corriendo por la premura y «es fácil que no miraran». Tras esto, lamenta la falta de medios como un helicóptero para trasladar a su hijo hasta Huesca, perdiendo dos horas hasta la llegada de la ambulancia y con las dificultades de una carretera del Pirineo montañés. Desde entonces, José de Jesús y Prado Encinas vieron cómo su vida cambiaba por completo. «Dicen que el tiempo todo lo cura, pero no es así, es el día a día, esto es crónico, la muerte de un hijo y de esa manera no se puede olvidar, jamás».El padre del guardia civil asesinado recuerda que, como agentes del Instituto Armado, siempre tenían la posibilidad de ser objetivo de la banda terrorista: «El miedo siempre estaba ahí pero siempre piensas cómo me va a tocar a mi...», explica. No obstante, el municipio de Sallent de Gállego ya fue escenario de otro atentado tres años antes, de menores consecuencias, «pero estaban en una zona propicia para ello». Así, explica que en el acuartelamiento no vivía nadie, porque estaba en ruinas, estaban a escasos 10 kilómetros de la frontera con Francia y el vehículo dormía en la calle. disolución de la banda. Las continuas noticias de ETAdurante los últimos días ante el anuncio del «final de su trayectoria» y el «desmantelamiento total de sus estructuras» han hecho revivir a la familia aquellos días de dolor. Un dolor «crónico» que no acabará con esta declaración que José de Jesús no ve «sincera». En su opinión, «es una nueva pantomima» que responde a una «estrategia» para introducirse en las instituciones y conseguir, ahora a través de los partidos políticos, lo que no han logrado con las armas. Sin embargo, duda de que el cese de la violencia sea completo «cuando no consigan del todo sus objetivos». «Lo primero que tienen que hacer es entregar las armas que no han entregado aún, y en segundo lugar colaborar con la justicia y esclarecer la cantidad de asesinatos que hay sin resolver, más de 300».Considera que el nuevo modelo de ETA seguirá vivo en la política. Así, explica que «Bildu o Sortu son asesinos etarras escondidos tras siglas políticas con las que continuarán su lucha y con la que buscarán conseguir lo que siempre han buscado». A los objetivos puramente territoriales y políticos, ahora le suman el acercamiento de los presos a cárceles del País Vasco, algo que «cada día veo más próximo, aunque ojalá que no». José de Jesús recuerda que los familiares de los terroristas dicen que se tienen que desplazar muchos kilómetros para ver a sus seres queridos; «yo les digo que tengo que ir todos los días al cementerio y no le veo». El atentado de Sallent de Gállego fue ordenado por el entonces máximo responsable del aparato militar de la banda, Javier García Gaztelu, alias Txapote, y ejecutado por Aitor Aguirrebarrena Beldarrain, alias Peio, y Asier Arzalluz Goñi, junto con Guridi Lasa. Todos, se sentaron en el banquillo en abril de 2011, condenándoles la Audiencia Nacional a 75 años de prisión por el asesinato de Irene y José Ángel. El talaverano, no obstante, ve cada vez más cerca su salida, «porque están muy próximos los 20 años», dice.Por todo ello, pide justicia y ninguna concesión ante lo que considera una «pantomima previamente pactada» que no ha venido acompañada de un perdón real ni completo. En su comunicado, únicamente mostraban arrepentimiento por las víctimas que no tenían cargos institucionales, ni eran Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado o políticos, a los que sí mataron con ensañamiento, dice. No piden perdón entonces por la muerte de José Ángel de Jesús, pero aunque lo hubieran hecho, su padre lo tiene claro: «Ni voy a perdonar, ni voy a olvidar, me trae sin cuidado su perdón».En cuanto a «cerrar un ciclo en el conflicto que enfrenta a Euskal Herria con los estados» que ETA dice en su comunicado de disolución, José de Jesús recuerda que «el único conflicto lo aportaron ellos con sus armas y violencia, siempre iban por la espalda como cobardes y asesinos y nosotros poníamos la nuca».Con todo ello aún muy vivo, la familia de José Ángel reclama la paz que desean todas las víctimas, «pero no a cualquier precio».El próximo 20 de agosto se cumplirán 18 años del asesinato de José Ángel de Jesús. El pasado 20 de marzo, él hubiera cumplido 40.