María Ángeles Font: «Se puede salir de la violencia de género. Hay otra vida después»

S.L.H. / Toledo
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La jefa de la Unidad de Coordinación para la Violencia de Género ve «indispensable que en cada provincia haya un juzgado de violencia específico»

María Ángeles Font: «Se puede salir de la violencia de género. Hay otra vida después»

La relación con otras instituciones y organizaciones en un tema tan sensible como la violencia de género es fundamental, ¿no?

Las competencias fundamentales están transferidas. La asistencia a la mujer víctima de violencia de género la tiene la Junta de Comunidades. La de protección es del Estado. Por tanto, hay que coordinarse.

¿En qué punto se encuentra el Plan regional contra la violencia de género para mujeres del mundo rural?

Ya está prácticamente ultimado. Hay que perfilar algunos pequeños detalles como, por ejemplo, delimitar cuál es la zona básica a las que nos tengamos que referir. Son pequeños flecos que se solucionarán rápidamente.

La primera tarea fue elaborar un mapa de los recursos existentes en la comunidad con el fin de organizarlos para que estén mucho más coordinados...

Los mapas estaban prácticamente hechos. La Junta ya tenía delimitado todos los centros salud, hospitales, puestos de la Guardia Civil, centros de la mujer... Nos queda por fijar cuantos recursos destinamos a cada zona en función, por ejemplo, de los centros de salud o de la mujer que haya, de la Guardia Civil, de los casos que se produzcan, etc.

Asimismo, se potenciará el uso de los dispositivos electrónicos, tanto de los teléfonos de emergencia ATEMPRO, como de las pulseras para presos autores de la violencia.

Los dispositivos electrónicos para los maltratadores dependen de si el juez considera oportuno su puesta en funcionamiento. La verdad es que ha aumentado el número de estos dispositivos en 2012. Es una herramienta muy útil para cuando salen de la cárcel por períodos cortos de tiempo. En una distancia de 500 metros, en un pueblo pequeño, por ejemplo, no lo puedes poner porque estaría saltando constantemente si el individuo tuviera su domicilio en el mismo pueblo que la víctima. En una ciudad grande 500 metros no son nada y puede ponerse perfectamente. Los jueces entonces determinan, según la gravedad del caso, cuando sí y cuando no deben de poner estos dispositivos electrónicos. El teléfono de ATEMPRO sirve para que las mujeres pulsen un botón de alarma si han visto que el maltratador está cerca o creen que ha entrado en su casa o bien, se sienten amenazadas.

¿Dice que ha aumentado el número de dispositivos electrónicos para los maltratadores?

A 31 de diciembre eran 33 los que habían en Castilla-La Mancha. Había subido un 1,4%.

¿Este incremento cómo se puede traducir?

Para mí es una buena impresión. Los jueces al principio eran reacios a utilizarlos porque daban problemas. Por ejemplo, si el maltratador ingresa en prisión, hay que quitarlo porque actúa de inhibidor. Cuando sale de la cárcel hay que volverlo a poner. Si se quitan las pilas, salta... Había una serie de problemas que, con el tiempo, se han ido subsanando y los jueces son ahora más proclives a su instalación.

¿Ha aumentado el número de denuncias por malos tratos en 2012?

No. Las denuncias durante el pasado año han disminuido con respecto a 2011. También ha bajado el número de víctimas. Eso puede tener muchas lecturas. La crisis ha hecho que muchas personas volvieran a sus países de origen y, por tanto, el número ha disminuido. Otra, es que la crisis hace que sean menos las mujeres que quieren separarse de sus maridos porque económicamente no pueden mantenerse por sí solas. La independencia con el maltratador llega a muchos niveles, también la económica, porque muchas no trabajan y el único modo de vida para ella y sus hijos es el dinero que ingresa el marido o la pareja. Entonces muchas no se atreven a denunciar porque si se separan no saben de qué manera van a dar de comer a sus hijos. Otro factor importante es la labor que se está haciendo desde el Instituto de la Mujer y desde las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para poner en marcha programas de prevención y de educación en los colegios y en otros ámbitos. Eso está calando y ya no se exculpa tanto al maltratador. Antes la gente miraba a otro lado.

¿Cuesta hacer entender a las mujeres víctimas de malos tratos que no dependen económicamente del hombre, que pueden salir solas de esa situación?

Cada caso es especial. No existe ni un patrón, ni un perfil de mujer maltratada ni de maltratador. Afecta a todas las clases sociales. Sí es cierto que se da más en un determinado grupo de mujeres que tienen dependencia económica del hombre y que no suelen tener un nivel cultural elevado. También se da más en el medio rural que en las grandes capitales donde tienen más acceso a los medios de comunicación, más asociaciones, etc. En el mundo rural el sentido patriarcal está más acentuado, por el que dirán... Tienen una serie de complejos y necesidades que no se dan tanto en las ciudades. El maltrato es un mundo muy complejo. Hay mujeres que aguantan a sus maltratadores porque, a lo mejor, en su casa su padre maltrataba a su madre, lo han vivido desde pequeñas; y el maltratador hace lo mismo. Veía que su padre maltrataba a su madre y piensa que es lo normal. Hay otro concepto importante que es el tema económico. Hay mujeres que dependen económicamente de sus parejas. Luego está el maltrato psíquico que mina poco a poco. Llega un momento en el que quedan anuladas y se sienten incapaces de abandonarle. Cada mujer lo vive de una manera distinta, dependiendo de su carácter. Ayudarles a salir de ese ambiente cuesta todavía mucho. Sobre todo cuando es maltrato psicológico, pues tienen una dependencia bestial con el maltratador, de tal manera que muchas veces son ellas las que rompen las ordenes de alejamiento y buscan otra vez al maltratador. Muchas veces no se ratifican ante el juez una vez presentada la denuncia. Se niegan a denunciar al marido, a declarar en contra de él por todos estos componentes.

¿Cómo de duro es el camino de una mujer cuando decide dar el paso de denunciar?

Cuando dan el paso para presentar la denuncia es que han sufrido muchos maltratos, físicos y psíquicos. Acuden, por lo general, a la Guardia Civil por maltrato físico o amenazas de muerte. En los centros de la mujer y en los centros sociales hay abogados y psicólogos que trabajan con ellas para que sean conscientes de lo que van a hacer, de lo que se pueden encontrar al día siguiente de presentar la denuncia. A parte de ser una desgracia enorme para ellas, también supone un coste económico importantísimo. En ocasiones el maltratador ve las orejillas al lobo pero, en otras ocasiones no es así: «Tú me has denunciado, ahora te vas a enterar. Ya verás como no se te ocurre volver a hacerlo». En el caso de que se observe que la amenaza de muerte es real, lo primero que se hace es trasladarlas a una casa de acogida hasta que pase todo el proceso.

Una salida es buscarles trabajo para que sean económicamente independientes, ¿no?

Si no lo tienen, se les intenta buscar. Otras lo tienen. A veces es difícil trasladarlas a otra ciudad, aunque es lo más indicado. Hay empresas a nivel nacional que han firmado un convenio con el Ministerio para facilitarles la búsqueda de empleo. No se les reserva plazas exclusivamente para ellas, pero sí tienen preferencia.

¿Qué opinión tiene sobre la polémica que hubo con el cierre de algunos centros de la mujer en la región?

No se ha cerrado ningún centro. De todas formas, hay que optimizar los recursos. No sé si son necesarios tantos. No es competencia mía y no tengo las bases para hablar de ello, pero la verdad es que no se ha cerrado ningún centro de la mujer, ni ninguna casa de acogida en Castilla-La Mancha. Lo que sí creo es que hay que ver cómo están planteados estos centros. Pero el rumor que lanzó el PSOE no fue cierto. No se cerró ningún centro de la mujer ni ninguna casa de acogida en la comunidad autónoma.

¿Cómo se podría reestructurar este mapa para optimizar los recursos?

Posiblemente se tenga que valorar los servicios que se prestan y a las mujeres que atienden. En algunos sitios habrá que incrementar los recursos y en otros no. Además, gracias a Dios muchas asociaciones se implican en esta labor y eso también ayuda.

¿Qué le parece el convenio que la Junta ha firmado con el Colegio regional de Abogados para asistir a las mujeres víctimas de malos tratos?

Es un buen convenio. Da solvencia a todo lo que se realiza desde la abogacía hacia las mujeres víctimas de maltrato. Todo lo que sea sumar, en lugar de restar, lo valoro positivamente.

Cospedal defiende que haya un juzgado de violencia de género en cada provincia, ¿qué le parece?

Llevamos mucho tiempo pidiendo que haya juzgados contra los malos tratos en todas las provincias. Por ahora solo existe en Albacete. La crisis económica no nos permite hacer todo lo que quisiéramos hacer. Es indispensable que en cada provincia haya un juzgado de Violencia específico. Esta crisis no va a durar cien años y es posible que, en poco tiempo, se puedan nombrar jueces y crear juzgados de violencia de género en todas las provincias de la región.

La Junta sigue personándose en los casos de malos tratos con resultado de muerte, ¿no?

Sí, la Junta se persona en todos los casos en lo que hay muerte por violencia de género. En los que no, la mujer es libre de interponer la denuncia si lo considera oportuno. Pero es casos de muerte a manos de un maltratador la Junta se persona siempre.

Me gustaría que lanzara un mensaje de esperanza a aquellas mujeres que están siendo agredidas por sus parejas y no se atreven a hacerlo público. ¿Les diría que se puede salir de ese infierno?

Sé que es difícil tomar una decisión así, pero que no se arrepientan nunca de dar ese paso, de denunciar a la persona que supuestamente la tiene que querer y proteger. Todo lo contrario, que la hunde, la humilla, la somete a vejaciones, al maltrato físico y psicológico. Eso no es amor. Por ello, no tiene por que estar sufriendo. Se puede salir de la violencia de género. Hay otra vida después de esto, sin miedo a que venga el marido a casa, sin que la peguen, sin que la humillen y donde puede vivir libremente con sus hijos, si los tiene, o ella sola. No tiene que consentir que nadie decida por ella. Que sepa que todo el mundo las apoyamos, que estamos ahí y que se puede salir de esto. Hay otra vida después de esto.