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El museo de Santa Cruz finalizará en breve la restauración de la parte inferior de la lápida de Frei Luis de Guzmán, recientemente dañada. Posiblemente durante la próxima semana vuelva a estar completa en el claustro museístico. Así lo ha confirmado el director del Santa Cruz, Alfonso Caballero, quien desconocía que el estado de la losa estaba siendo motivo de polémica en las redes sociales, algo que le ha sorprendido.
Fue en la página Facebook del Museo Arqueológico Virtual de Toledo (Mavit) donde surgió la voz de alarma sobre la posible desaparición de una parte de esta lápida del siglo XV. Hace aproximadamente una semana, se publicó en su muro una sucesión de tres fotografías, en la que se mostraba la lápida completa con fecha de 15 de febrero, la misma sin la parte inferior de alabastro (2 de marzo) y finalmente una madera tapando la parte desaparecida (20 de julio), y se preguntaba si es que se había producido algún accidente. Varios comentarios lamentaban la pérdida y alguno criticaba incluso la conservación de las piezas en el museo.
Desde el mismo, Caballero ha explicado que, efectivamente, todo se debe a un accidente, pero la pieza estará restaurada en su lugar posiblemente la próxima semana, una vez haga efecto la silicona. La lápida se rompió por sí misma una noche, sobre las tres de la madrugada. Cuando los vigilantes acudieron, se la encontraron rota en dos o tres fragmentos, por circunstancias ajenas a cualquier ser humano. De inmediato, el museo procedió a su restauración.
Se de la circunstancia de que este accidente se produjo sólo unos días antes de la apertura de la muestra El Griego de Toledo, que tuvo su salida por el claustro donde estaba ubicada la lápida. En consecuencia, el museo optó por retirar los fragmentos rotos para su restauración y tapar la parte de la lápida que faltaba con una madera.
La Lápida. Según la información de Mavit, la lápida funeraria de Frei Luis de Guzmán, Comendador de Creta y caballero de la Orden de Calatrava, fallecido en 1495, está realizada en mármol y pizarra. Aunque se halla expuesta en uno de los muros del claustro del Museo de Santa Cruz, su emplazamiento primitivo fue la Sinagoga del Tránsito. La parte externa, de pizarra, está decorada con tallos vegetales y, en cada uno de los ángulos, existe el hueco que contenía los escudos heráldicos. En la pieza central se ofrecen dos blasones rodeados de cardinas y, en el borde, la inscripción que identificaba al difunto: el blasón inferior presenta trece círculos, mientras que el superior ofrece dos calderas jaqueladas y asas de serpientes en sus extremos.