LA ACUARELA HABITA EN AR+51

latribunadetoledo.es
-

Társila Jiménez y Belinda Washington ofrecen un recorrido fácil, cercano y ensoñado muy del gusto de los que gusten de exposiciones sencillas sin demasiadas pretensiones

lt | TOLEDO

redacciontoledo@diariolatribuna.com

Esta vez le ha tocado el turno a la acuarela. La Galería de Arte ‘Ar+51’ acoge una muestra -‘A dos aguas’- muy del gusto de la mayoría al reunir las composiciones de dos mujeres cercanas en contenidos y en formas de hacer. El espacio expositivo está compartido por Társila Jiménez y Belinda Washington, amigas desde que se conocieron allá por 2013 en la exposición de Társila ‘la realidad soñada’ instalada en Leganés. De ahí, aseguran, fue surgiendo una amistad con un vínculo común de la acuarela, de ahí que este recorrido sea el «fruto de la amistad, la pasión y la complicidad con este medio» de expresión.

Sobre esta propuesta conjunta, decir que se complementan a la perfección porque, salvo en la mayor consistencia de la primera, la temática y la técnica es casi idéntica. De hecho ambas optan por los paisajes y las gamas cromáticas evocativas, por ambientes ensoñados y por los trazos ágiles. Para el ‘consumidor’ de acualera, este paseo va a ser propicio e instigador porque es sencillo, cercano y carente de ningún tipo de connotación provocadora.

En cuanto a las autoras, decir que Társila Jiménez, autodidacta en sus comienzos, tuvo la suerte de crecer entre versos y pinceles siendo su padre Diego Jesús Jiménez, poeta y pintor, quien le transmitió la sensibilidad requerida para esta disciplina. Con la técnica de la acuarela trabaja desde los 18 años, sintiendo una gran pasión por esta forma de trabajar, «siempre viva y en continuo diálogo con el agua y el pigmento».

Por su parte, más conocida en el mundo del famoseo es Belinda Washington, la presentadora y actriz que descubrió en las artes plásticas «otra forma de expresión». De conocida espiritualidad y energía, apunta que «la pintura siempre me pareció un medio para explorar el alma, para abrir los sentidos y para fluir. Me enamoré de la acuarela hace unos 3 años y empecé a alimentar mi avidez con mil cursos con grandes maestros».

La sensación de pintar, asegura, «me daba paz, nada contaba, nada importaba, todo estaba bien», no en vano aprecia que para ella «pintar es un viaje que me hace feliz, es una aventura en la que el camino es lo importante independientemente del resultado final». Cada «paso con color», afirma, «y la emoción son suficientemente satisfactorios como para alegrar el momento de pintar. Luego viene mirar que salió, qué quedó plasmado en el lienzo y en el papel, si ese algo transmite, conmueve».

La actriz destaca que «buscar la luz es una máxima en mi vida, la busco en la gente, en los ojos, en las calles, en los cuadros. Y sin sombras no hay luz y sin luz no hay sombras. La luz es muy importante, es lo que nos hace ver, mirar en ese viaje eterno en ese despertar».