La vendimia: la reina de La Mancha

J.M.
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Los campos de La Mancha toledana han iniciado la recogida de la uva. Cooperativas como Nuestra Señora de la Piedad de Quintanarde la Orden reciben cantidades ingentes; más de 30 millones de kilos en su caso

El campo de Quintanar de la Orden se parece estos días al norte de España. Por lo menos, a ojos de Isidoro Vela, quien enfila la AP-36 para llegar a su parcela de ocho hectáreas de uva. Se trata de uno entre el millar de cooperativistas de este municipio manchego que ha comenzado la vendimia. «Es todo verde, parece Galicia», afirma mientras se acerca a su propiedad, cubierta de la variedad autóctona airén, una de las de «toda la vida» en la zona, junto con la garnacha y la cencibel. A unos pocos kilómetros, en el núcleo urbano, los remolques se suceden en la cooperativa Nuestra Señora de la Piedad para la descarga de la uva en el primer día de la campaña. Es el día 21 y prevén 1.200.000 kilos.

La vendimia se extenderá hasta mediados de octubre, gracias a que el tiempo de 2018 ha devuelto el inicio de la temporada a finales de septiembre. Las lluvias postreras del invierno han favorecido una campaña a su tiempo, al contrario de los últimos años con el desconcierto de las temperaturas y precipitaciones atribuidas al cambio climático. Así tal cual lo explica Isidoro, agricultor a tiempo completo que gobierna otras 32 hectáreas reservadas a otros cultivos. «Hacía tres o cuatro años que no llovía como este año», detalla el agricultor sobre una de las claves de su modus vivendi.

Las ocho hectáreas de su propiedad están divididas a partes iguales entre el vaso, el modo tradicional, y el emparrado, que facilita el paso de la máquinas que recogen el fruto. Todas, eso sí, pertenecientes a la Denominación de Origen de La Mancha, un valor añadido a su producción. Isidoro explica que el vaso conlleva la contratación de mano de obra para la recogida, pero necesita menos jornales el resto del año que el emparrado.

«Donde mejor se defiende el vino es en la cooperativa», apunta este agricultor mientras espera a que los jornaleros terminen de llenar de remolque para descargar la uva en la cooperativa de Nuestra Señora de la Piedad. Se refiere a la bajada de precios de esta campaña de las tablillas de las empresas que recogen la uva. En su caso, prefiere la sociedad común del municipio, que paga más adelante en función de las ventas.

La cooperativa, bautizada recientemente también como Bodegas Entremontes para incorporar un marchamo comercial superior al de Nuestra Señora de la Piedad, está especializada principalmente en el viñedo. Resulta elocuente la aportación de las cifras de los cooperativistas:Quintanar de la Orden dispone de 8.000 hectáreas de cultivo, de las cuales unas 6.500 están ocupadas por las vides.

abierta las 24 horas. El presidente de la cooperativa, Carlos Plaza, está junto a los remolques que descargan la uva, que no paran de soltar la producción las 24 horas del día. Muy cerca, el encargado de la producción, José Ortega, y uno de los integrantes del Consejo Rector, Miguel Ángel Argumáñez, echan un vistazo a la secuencia habitual de la vendimia. Los vehículos han sido pesados previamente para calcular los beneficios para cada agricultor y han sido sometidos a un control de la graduación de la uva para clasificarla en los depósitos.

La Mancha se convierte los días de vendimia en un ajetreo de remolques que peregrinan por las carreteras y los caminos hasta las bodegas o cooperativas. Allí cualquiera pasa inadvertido frente a los depósitos. Gigantescos. La cooperativa de Quintanar de la Orden posee muchos y alcanzan en algunos casos los cinco millones de kilos de capacidad. Son los gigantes en un mundo que se rige por unas cantidades formidables.

Tanto, como los 40 empleados que trabajan en campaña sólo en esta sociedad para la distribución y fermentación de tanta cantidad de uva: aproximadamente, 28 millones de kilos de la variedad airén; cuatro millones de tinto y un millón más de las denominadas varietales. O tanto, como el 1.400.000 euros de inversión efectuada recientemente por Nuestra Señora de la Piedad para mejorar sólo una pequeña parte de las instalaciones.

La cooperativa puede vender inmediatamente la producción de mosto fresco. Luego llegará el resto, que se entrega al máximo precio posible, con la aquiescencia del Consejo Rector, a intermediarios de Alemania, Francia, Italia y también españoles. Además, elaboran su propio vino embotellado con una producción de un millón de unidades con diferentes nombres comerciales: Entremontes, Clavelito, El Puentecillo y el rosado Frisante. Favorece esta producción una embotelladora que despacha 1.200 a la hora.

La cooperativa vende ahora mismo crianza de la añada de 2015, después de un proceso de maduración en barricas de roble francés, americano y ruso. Y otro periodo de reposo en botella antes del lanzamiento al mercado.

Del campo a la mesa, un largo proceso fascinante que inyecta un subidón a la economía de La Mancha y da identidad a una comarca grapada a la vendimia.