El CSN habla de «incertidumbres» sísmicas en los terrenos del ATC

C.S.Rubio / Toledo
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En los informes enviados a Transparencia Internacional se dice que el emplazamiento «no se puede afirmar que resulte idóneo» y se avisa de «evidencias» como fracturas en el terreno en plena «zona nuclear»

Los informes desvelados estas últimas semanas por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) sobre Villar de Cañas hablan de «incertidumbres sísmicas» en el proyecto del almacén de residuos nucleares, más conocido bajo las siglas ATC.

Además, en estos documentos se denuncia la «falta de información» remitida al CSNpor la empresa pública Enresa, promotora del silo. Algo que, en opinión del regulador, «alimenta incertidumbres en cuanto a la caracterización del parámetro sísmico».

En concreto, el CSN advierte de que Enresa no habría realizado los ensayos mecánicos y geofísicos previstos en su propio plan de caracterización. Estudios «que habrían contribuido a reducir incertidumbres».

Una falta de celo por parte de Enresa que, «aunque es asumible para trabajos regionales», no debería valer para una infraestructura como la del ATC, donde «es necesario conocer cómo es el estado de esfuerzos cerca de la superficie para una correcta caracterización sismotectónica», según el CSN. Es decir, que «hay que asumir» que la situación de Villar de Cañas «podría ser más desfavorable a efectos de diseño» que lo dicho en un primer momento, según reza la nueva documentación aportada.

Fallas activas. Y aunque el CSNdio finalmente su visto bueno al proyecto, ha dejado por escrito sus muchas discrepancias con Enresa y su forma de trabajar. Una de sus matizaciones más llamativas tiene que ver con la afirmación de la empresa pública sobre «la ausencia de fallas activas en el área comarcal del emplazamiento». Según el regulador nuclear esto debe tomarse «con muchas reservas», ya que «existen evidencias activas de actividad sísmica en el entorno de 40 km» y que demuestran «que sí existen fuentes sismogénicas».

En este sentido, la CSNda un tirón de orejas a Enresa y le recuerda que «el hecho de que no se hayan observado deformaciones que afecten a unidades sedimentarias recientes y/o en la superficie, no implica que no haya fallas con actividad tectónica reciente» en el área. Y va más allá, al advertir de que en la documentación aportada por la propia Enresa se veía ya esta actividad tectónica, al observarse «deformaciones frágiles y dúctiles» y «sismicidad reciente».

Entre los aspectos no analizados por Enresa, el CSNsubraya los «lineamientos» con dirección norte-sur en el área del río Záncara, al norte del emplazamiento del ATC. De los dos que aparecen en el mapa estructural de la zona, uno de ellos termina en el cauce del río, mientras que el otro «continúa hasta el propio almacenamiento, situándose en la zona central».

La evaluación realizada la pasada primavera por la CSN sobre el proyecto del silo nuclear, también lamenta que Enresa no haya adjuntado una relación de todos los condicionantes «que pudieran afectar a la seguridad del ATC, en la actualidad o en el futuro», indicado en cada caso «el tipo de afección» y su «clasificación por orden de importancia».

Asimismo, en el llamado 'informe número 2' se dice que «la evaluación realizada acerca de la idoneidad del emplazamiento propuesto por Enresa para el ATC concluye que no se puede afirmar que resulte idóneo». «Se ha constatado que en los terrenos en los que se asienta dicho emplazamiento presentan diversas características desfavorables», «relativas a la presencia de materiales yesíferos y materiales arcillosos en contacto con agua», en palabras del CSN.

Por ello, el CSN reclama en estos documentos a Enresa «un plan de medidas compensatorias que minimice la posibilidad de acceso de agua al subsuelo» y un «programa específico de monitorización» durante las diferentes fases de puesta en marcha de este polémico proyecto.

El informe encargado a la consultora URS (también oculto hasta ahora) va en la misma línea y avisa de que Enresa «no ha aportado datos de los esfuerzos tectónicos actuales del emplazamiento y no se han realizado (o no se describen) medidas de esfuerzos y deformabilidad de la roca en pozo». Y no es el único 'pero'. Las quejas de URS sobre la falta de informes de Enresa -o su escaso valor- es continúa.

Además, la consultora habla de problemas de expansiblidad «ocasionalmente alta» en la zona por «hinchamiento». Y critica que Enresa «no ha justificado el criterio utilizado por la selección de muestras con las que ha realizado sus ensayos».

Como apunta este informe, «existen todavía unos déficit importantes de conocimientos que impiden valorar con precisión la expansividad potencial que presentarán los materiales y que condicionarán las respuestas de las diferentes cimentaciones y servicios». La consultora ya avisa de que Enresa no ha podido precisar «el espesor de la capa activa» y «no se conocen las tolerancias en movimientos de los diferentes edificios, instalaciones , conducciones, conexiones y servicios que constituyen el ATC».

Además, se lamenta que no se haya estudiado en profundidad «el comportamiento de los materiales arcillosos» y se avisa de las valoraciones «excesivamente simples» realizadas sobre la expansividad del terreno, teniendo en cuenta que se refieren a un edificio de las características del ATC.

URS alerta de que los estudios llevados a cabo por Enresa tampoco hablan de la «variabilidad natural y el rango de oscilación del nivel freático». Es más, para esta consultora el nivel freático aportado por Enresa no está lo suficientemente justificado. Un dato importante a la hora de determinar el comportamiento de las aguas subterráneas.

URS pone como ejemplo una vaguada cercana, al este, donde en los «procesos disolución» del terreno se han detectado valores superiores a los 100 m/día. Por contra, Enresa en su informe defiende «la baja permeabilidad» de la zona.

Por último, URSconcluye que el alto potencial químico que alcanzan algunas muestras de agua subterránea tienen «conductividades eléctricas superiores a la del agua marina», lo que le confiere «una alta movilización de solutos», incluidos aquí metales y «elementos radiactivos».

 

Una veintena de páginas tachadas

El Consejo de Seguridad Nuclear ha respondido con diligencia a la petición de documentación de Transparencia Internacional (TI), pero con matices. Si bien este organismo alaba que el regulador nuclear haya añadido voluntariamente otros informes a los dos requeridos a priori, reprueba el alto número de 'tachones' incluidos en el paquete.

En concreto, hay más de una veintena de páginas completamente tachadas en la documentación facilitada por CNS.

En el llamado 'informe número 1' aparecen un total de 15 páginas tachadas. Según Transparencia Internacional «son referencias y documentos importantes cuyo conocimiento público hubiera sido conveniente conocer, ya que son la base documental del citado informe, siendo además remitidos por Enresa, empresa pública financiada con el dinero de los ciudadanos».

En el informe de URS «ocurre algo similar». Las páginas finales son ilegibles y se corresponderían tanto «a la documentación recogida por esta empresa, como documentos utilizados para la elaboración de su informe».

Según TI, los informes ponen de manifiesto que el CSNemitió el informe favorable para la autorización previa del emplazamiento del ATC en Villar de Cañas estando aún pendiente de aportación por parte de Enresa y solicitados previamente.

 

Hay riesgo de «infiltración de agua de lluvia» en los terrenos del ATC

El informe encargado a la multinacional URS es concluyente: la información geológica presentada por Enresa es «en muchos casos contradictoria y en otros muchos insuficiente e incompleta». Y es que, además de que «no se presenta una identificación clara de las mineralogías y litológicas presentes en la zona», «Enresa no ha realizado una correcta clasificación de las muestras, cuya composición varia notablemente según la técnica petrográfica utilizada».

El mayor problema está en la presencia de yesos en todo el subsuelo del futuro ATC, un hecho minusvalorado por Enresa, según se desprende del análisis hecho por URS. Yesos que son susceptibles «a sufrir procesos de disolución en contactos con aguas meteróricas», es decir, aguas de lluvia, «imposibles de controlar». Y, según esta consultora, en el subsuelo del ATC se localizan «cantidades muy elevadas de yeso soluble».

Por ello, URS «no considera correctas» las conclusiones de Enresa y alerta del riesgo de «infiltración de agua de lluvia» debido a la concentración de yesos y sus posibles consecuencias a la hora de construir. A su juicio, no se ha estudiado en profundidad este hecho y «sus potenciales efectos».

Como advierte URS, la zona «presenta diferentes rasgos de disolución kárstica activa». Se ve en los estudios hidroquímicos realizados, que muestran «disolución de sales» en la composición actual de las aguas subterráneas y zonas de «muy alta permeabilidad».

Enresa también cometería fallos hasta de  concepto, al afirmar que «las litologías yesíferas no presentan sales solubles», cuando, como apunta URS, el propio yeso es «en sí mismo una sal soluble con un potencial de disolución muy elevado».