Monedero y Rivera apuestan por el bipartidismo

BENJAMÍN lÓPEZ
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La duda de Ciudadanos de apoyar a Díaz y la marcha del 'número tres' de Podemos hacen remontar a las dos grades formaciones

¡Por fin es lunes! La tregua del puente del primero de mayo nos conduce hasta una semana que puede significar el comienzo de la remontada de los dos grandes partidos, el PP y el PSOE. Juan Carlos Monedero y Albert Rivera parecen empeñados en conseguirlo. De momento hoy empezamos con un plato fuerte: la sesión de investidura de Susana Díaz en el Parlamento de Andalucía. Parece que el horizonte comienza a despejarse. El PSOE y Ciudadanos han aproximado posiciones aunque no está todo hecho. Y es que Díaz todavía no le salen las cuentas. Si los de Rivera no le dan el sí quiero -y aseguran que no se lo van a dar- su abstención es insuficiente ni en una primera ni en una segunda votación. Necesita más apoyos y aún no los tiene. 
Sorprende el movimiento de los de Albert Rivera porque, a todas luces, respaldar a la socialista -ya sea en forma de sí o de abstención- le puede costar muy caro. Es innegable que la mayor parte de los apoyos a Ciudadanos provienen de votantes del PP rebotados que encuentran en ese partido un refugio ideológico. No creo que les siente demasiado bien que al final sus votos sirvan para mantener en el poder al PSOE de los ERE. Una cosa es que estén decepcionados con Rajoy y otra muy diferente que vayan a admitir de buen grado que se les utilice para perpetuar en el poder al socialismo que lleva gobernando Andalucía desde tiempos inmemoriales sin haber conseguido sacar a esa región de los puestos de cola de casi todas las estadísticas. 
El apoyo de Ciudadanos al PSOE sería, además, un aviso a navegantes. A 20 días de las elecciones municipales y autonómicas muchos de esos votantes del PP cabreados podrían pensárselo dos veces viendo el uso que de sus votos es capaz de hacer la formación naranja. El catalán está a punto de pegarse un tiro en el pie. O nos los explican muy detenidamente o todo indica que estamos ante un error estratégico de bulto de los de Rivera. Inexplicable movimiento táctico. Y Rajoy, mientras tanto, sentado en su sillón de La Moncloa acaricia a su gato mientras sonríe con maldad, contando los minutos para que Ciudadanos facilite la investidura de Díaz. 
Por si fuera poco la dimisión, o  mas bien cese, de Juan Carlos Monedero se ha cruzado en el camino de manera inesperada y, probablemente, celebrada por el PSOE. Al menos por los socialistas de Ferraz, con Pedro Sánchez a la cabeza. Claramente el debilitamiento de Podemos les fortalece a ellos y viceversa. Otra cosa diferente es lo que este episodio significa para Susana Díaz. Me explico. El hasta ahora número tres del partido se ha marchado o le han echado tras decir sin disimulo que Podemos se parece cada vez más a la casta a la que asegura combatir. Si ahora los votos de esa formación sirven para mantener en el poder en Andalucía a esa casta, al PSOE, la acusación contaría a su favor con una evidencia, con una prueba irrefutable. Porque, como también apuntó el despechado Monedero, los partidos «que entran en el juego electoral, comienzan a ser rehenes de lo peor del Estado». La lógica de Podemos es esa, la de muchos de sus votantes también. Por eso, antes de favorecer la investidura de la socialista, deberán tener muy bien atados sus argumentos.
 
Independiente. Es sabido que Susana Díaz está tomando sus propias decisiones sobre los pactos, sin contar para nada con Ferraz que asiste como mero espectador a lo que sucede al Sur. Es más, todo indica que Pedro Sánchez ha comenzado a mover ficha para adaptarse a la estrategia de Díaz y no al revés, que sería lo lógico. De hecho, no parece casual que la dirección socialista haya proclamado que pactarán con cualquiera menos con Bildu y con el PP. Es decir, Podemos se ha convertido de repente en una fuerza con la que se puede pactar. Tratan de evitar que Díaz les deje con el culo al aire. 
La andaluza es capaz de eso y de mucho más. Su capacidad para el cinismo político es asombrosa. Esta misma semana aseguraba, en una entrevista radiofónica, que en el caso de Chaves y Griñán no ha admitido chantajes, que ambos dejan la política -cuando la dejen- por «cuestiones personales». Le da igual que Felipe González y hasta el propio Chaves hayan señalado que, efectivamente, ese chantaje ha existido. 
Tampoco se inmutó al afirmar que ahora tiene más estabilidad que en la anterior legislatura, cuando gobernaba con IU. La andaluza trata de pasar la patata caliente a los demás partidos con el argumento de que si no consigue la investidura será culpa de ellos. La realidad es muy distinta .
Ella, y solo ella, convocó elecciones por su propio interés y cuando no eran necesarias: Y ella, solo ella, debe responder por lo que ocurra.