Justo Serna: «La ironía es fundamental para analizar la realidad»

SANTI IBÁÑEZ (SPC)
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En su último libro, La imaginación histórica, analiza la obra de cinco grandes novelistas. Este ensayo ha sido galardonado con el Premio Manuel Alvar 2012.

Justo Serna: «La ironía es fundamental para analizar la realidad»

 

 
Luis Landero, Arturo Pérez-Reverte, Eduardo Mendoza, Antonio Muñoz Molina y Javier Cercas son los protagonistas de La imaginación histórica (Fundación José Manuel Lara), el último libro del historiador Justo Serna. Los cinco se dan a conocer tras la muerte del general Franco, y al hacerlo incorporan y rehacen las tradiciones literarias que la Guerra Civil y la dictadura quebraron o abolieron. 
¿Por qué ha elegido a estos cinco escritores?
Porque ellos me han facilitado un abordaje, una aproximación a la Literatura española con el peso de varias generaciones que van desde 1943, que nace Eduardo Mendoza, a 1962 que es cuando ve la luz Javier Cercas. Son cinco novelistas significativos, relevantes, que viven y maduran lo que sería el franquismo y el principio de la transición, 
¿Qué tienen en común?
El haber tenido que cargar con la dictadura, y, por tanto, tuvieron que aprender lo que es la libertad desde el punto de vista político, social y civil. Por un lado, acarrean, por así decirlo, con lo que ha significado la Guerra Civil, a pesar de no haberla vivido directamente. Y, por otro, han recuperado las tradiciones literarias que rompieron la contienda y el exilio de la zona franquista. 
¿Llegará el día en el que los hombres de este país se podrán sentir libres del peso que arroja todavía la Guerra Civil?
No ocurrirá nunca, porque una anomalía histórica como ésa, o como la del Tercer Reich, por poner un ejemplo, obliga a leer, releer y replantear continuamente, con la novela, con la historia, el ensayo o el relato, lo que ha significado la sombra terrible de ese pasado. Otra cosa es que, a través de la ficción, uno viva apresado en ese tiempo. 
¿Quiere decir  que debemos alejarnos de esa época, pero sin despegarnos nunca del todo?
En la portada hay una fotografía preciosa de Santos Yubero del año 1946, donde se ve a unos niños que están jugando, aupándose del suelo. La imagen se ha incluido de manera alegórica para señalar que, aunque por una parte estamos bien pegados al suelo, necesitamos la ficción para poder elevarnos.
 En esta ocasión utiliza a cinco autores masculinos y cierra la puerta a una voz femenina... 
Para el hilo argumental del libro estaría de más una escritora, porque parte de la obra de los cinco autores que he escogido refleja ese tipo de personaje que carga con la violencia particularmente masculina que ha habido en la historia española. 
Ser historiador, ¿qué ventajas tiene? 
Fundamentalmente que te planteas las novelas como si fueran documentos históricos y, por tanto, como si fueran retratos de personajes de otro tiempo. 
¿Qué pecados no debe cometer nunca un crítico al analizar un texto? 
No debe olvidar que el lector no tiene porqué tener sus conocimientos, evitar hacer juicios subjetivos y no provocar jamás el tedio en quien lo lea. 
¿Por qué tenemos tanta necesidad desde que nacemos de que nos cuenten historias?
Porque el cuento en al niño le sirve para aprender, para sosegarse, y algo de eso queda en la historia que le cuentan al adulto.
Como lector, ¿es de los que necesitan acariciar las hojas, incluso oler el papel, o sus hábitos se han sumado al cambio? 
Aunque parezca una contradicción, estoy experimentando algo que hace poco creía que no iba a ser posible. En estos momentos leo más libros electrónicos que en papel. Entre otras cosas, por evitar el peso. 
¿La Historia y la novela comparten los mismos objetivos?
Radicalmente, no. Hay que distinguir claramente entre ambas. La Historia es una investigación documentada, basada en datos ciertos y contrastados acerca de lo que es un pasado remoto o reciente. Tanto el historiador como el novelista narran, cuentan, detallan cosas y proporcionan información, pero confundir Historia y novela sería equivocar lo real con la ficción. 
¿Qué meta se marcó con La imaginación histórica?
Me planteé, en primer lugar, qué es la imaginación. Lo que pretendí, y creo haberlo conseguido, es mostrar cómo tanto historiadores como novelistas conjeturan sobre las realidades, ideando hipótesis sobre el mundo a partir de las ficciones o de los estudios que realizan. 
¿Hasta qué punto le ha resultado rentable la ficción?
Desde el lado emocional muchísimo, porque me ha permitido ir examinándome a mi mismo, y me ha ayudado a trasladarme a otras psicologías, a otras identidades y a otros personajes. Muy poco desde el punto de vista económico, porque me he gastado una verdadera fortuna comprando novelas.
¿Qué tipo de libros le incomodan?
Me molestan especialmente los libros hechos con descuido, los textos realizados sin respeto al lector, los que juzgan de manera taxativa la realidad sin aportar documentación, prudencia, cautela o por qué no, ironía, que es un elemento fundamental para analizar la realidad.
Como historiador, ¿Se imagina en qué situación estará España dentro de 20 años?
Vivo el momento actual con el mismo desconcierto que el resto de los ciudadanos. En la España actual y en el mundo de hoy, la múltiple información que tenemos es contradictoria. Francamente, no me atrevería a hace vaticinios, porque cuando los historiadores lo han hecho se han equivocado estrepitosamente.